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Prácticamente la mayoría de las críticas de especialistas que han visto esta película resaltan el error de Clint Eastwood de contar con los protagonistas reales para recrear el intentado de atentado que lograron frenar en ese tren de Amsterdam a París, y también que enfocar la centralidad de la historia en el surgimiento y toda la trayectoria de estos tres héroes desde su infancia resulta aburrido.

Personalmente, no he tenido esas sensaciones al salir de «15:17 Tren a París», puesto que en mi ideario he entendido que el director ha querido inmortalizar unos tipos de conducta de la idiosincrasia americana, que no dejan de dar pie a esos simples prejuicios que siempre se tienen cuando uno se va comportando de la manera que se supone que va a pasar por sus actos en el pasado. Eastwood quiere destruir esos condicionantes y explicar la trayectoria vital de tres jóvenes que, afortunadamente, se encontraron en ese lugar y momento para detener una tragedia que podía haber sido mucho peor de lo que inicialmente se ideó.

Todo esto ocurrió el 21 de Agosto de 2015. Un terrorista intentó explotar y disparar a bocajarro a los 500 pasajeros del tren Amsterdam-París, y su maniobra fue detenida completamente por estos tres jóvenes que no atendieron al miedo, ni a salvarse ellos mismos. Su objetivo fue desde el principio salvar a todas estas personas y arriesgar su propia vida para detener a este individuo.

Todo ello se podía contar desde el punto de vista del terrorista, cómo prepararon el plan y de seguido la casualidad de estos tres protagonistas entrando en el tren y posicionándose con la presunta calma, hasta que todo sucediera. Eastwood opta por retratar a estos tres valientes. Vemos su infancia que no es de las destacadas, y es más, podríamos prejuzgarles como niños conflictivos y sin ganas de un progreso en condiciones de su vida. A medida que van creciendo, maduran para conseguir ser hombres de provecho y cada uno, dentro de esa edad adolescente y juvenil de locura, va encontrando su camino y vamos descubriendo su madurez en toda la película.

Pero me parece más interesante ese trayecto en el que se contempla una crítica a la sociedad americana, a la educación subversiva en el catolicismo e, incluso, las propias injusticias de base por las que las fuerzas armadas deciden sus criterios a la hora de elegir a sus soldados. A mí me ha ayudado a entender a estos protagonistas y darle más valor a su heroicidad gracias a todo ese trabajo previo de Clint Eastwood. Les he visto en su realidad cotidiana para luego ser mucho más consciente de la hazaña que hicieron durante las escenas de lucha en el tren.

No todos tenemos ese acto de entrega y valor para haber frenado una situación de esas características. Y se merecían este homenaje fílmico, en el que creo que también es un acierto que actúen ellos mismospara que muestren cada paso que hicieron y que pensaron. No es una película para que te puedas entusiasmar por motivos o reflexiones que se puedan concluir de lo que cuenta, es simplemente un testimonio para saber que Anthony Sadler, Alek Skarlatos y Spencer Stone se merecían contar su verdad como la vivieron. Y a mí me ha encantado descubrirla.

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