NADA DE PENAS, SÓLO ALEGRÍAS

Me ha pasado una cosa curiosa con «La Cubana». Hace seis años cuando les descubrí en «Campanadas de boda» me parecía realmente sorprendente como un equipo de actores y técnicos podían ser capaces de montar semejante bodorrio en el Teatro Cervantes. Mi formación observando obras teatrales estaba comenzando a tener criterio y, más o menos, establecía también las preferencias de lo que voy buscando al ir a una función.

Al estar anoche en el funeral de Arturo Cirera Mompou en «Adiós Arturo», la última producción de «La Cubana», lo que admiro de esta compañía es cómo siguen creando unos escenarios tan brutales y divertidos con el propósito que necesiten en cada montaje, y cómo elaboran un guión y una maquinaria para que todo el público participe de su espectáculo y sorprendan con tantos datos autóctonos de los diferentes personajes y roles que pasan por el escenario. Es una experiencia que se puede recomendar encarecidamente para toda la familia, y para tener esa sensación de querer solo entretenerte sin que haya que buscar una reflexión profunda que analizar después de la obra.

Son unos maestros en mensajes positivos, llenos de color y encontrando siempre maneras diferentes utilizando música, disfraces y una predisposición interpretativa muy generosa y alocada para provocar esa alegría constante en el espectador y que el ritmo no decaiga en ningún instante de la representación. Quizás lo más interesante que te hace pensar es la idea de ese teatro de la vida que tenemos en un momento que políticamente correcto es penoso y de luto en los funerales, y que si nos quitáramos esa hipocresía y egoísmo que forma parte de nuestra existencia nos daríamos cuenta que hay que vivir la vida cada día como si fuera el último, y que ese «carpe diem» te haga valorar cómo nos comportamos con los demás y respetar las propias voluntades que tengan nuestros seres queridos o conocidos.

«Adiós Arturo» es recomendable para que muchas personas puedan amar este arte que es el teatro, y para darse cuenta que con el gran trabajo y dedicación en los inmensos detalles que conlleva un montaje de estas características descubrimos unos actores con unas cualidades inmensamente versátiles que te hacen disfrutar cada segundo, pero no va a llegar más allá de esa propuesta ni tiene porqué tener esa intención. Igual mi inquietud un poco más experimentada, aunque con la humildad de seguir querer aprendiendo siempre, necesita representaciones con más mensaje y contenido que me haga pensar o tener emociones de las que llegan al corazón. Pero como dirían en su tierra natal «això no toca», y lo que es brutal y un auténtico placer es poder seguir descubriendo qué próximas locuras nos traerá «La Cubana» en el futuro.

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