ELLOS LAS MARIONETAS Y NOSOTROS LOS DUEÑOS

Ver una obra como «Decadencia» te hace contemplar desde una perspectiva ácida, crítica y mordaz la sociedad que estamos construyendo actualmente. Pedro Casablanc y Maru Valdivielso construyen un ejercicio extraordinario complicadísimo de hacernos transmitir un texto que nos explica nuestro racismo, ideologías extremas, la aceptación de no querer cambiar las cosas y muchos más aspectos que no queremos reconocer pero que ante la amalgama de vivencias por las que pasan los dos intérpretes, puede que caigas en la osadía de no querer reconocerte en esa exageración de ideas pero lo cierto es que nuestra base, que seguimos construyendo en nuestro día a día, se sigue sustentando en que seamos marionetas de dueños capitalistas que piensan que tienen el país a su antojo para hacer lo que quieran. Y nosotros les proporcionamos ese poder sin tenerlo en cuenta.

Es una función incómoda para el espectador porque esta adaptación de Benjamín Prado sobre el texto de Steven Berkoff no se sustenta en un hilo conductor donde podemos identificar a un personaje en busca de algo. En «Decandencia» todo es provocación constante, hablar sin tapujos y empezar a entender desde una galería de escenas con ritmo incesante, que lo que nos refleja el espejo principal de la función no es para los propios actores, si no que simboliza el mirarnos a nosotros mismos como personas que permiten esas actuaciones sin pensar sobre ello.

Los dos actores juegan con la sexualidad desde el primer momento, de manera dialogada o de manera física. Es un ejercicio muy interesante de disfrute constante en el que ambos actores se ríen de si mismos y de las circunstancias que rodean a sus roles. Es tremendamente difícil ponerse en esa piel, con monólogos en los que se ataca directamente al alma del espectador que se transmiten mediante el baile, la gestualidad o el movimiento constante de la escenografía que nos permite avanzar en todas esas reflexiones que le llegan al espectador, pero además consiguiendo que nada resulte monótono en un espectáculo donde solo tiene que funcionar con dos intérpretes, y lo hacen de una manera soberbia.

Lo que se extrae al salir de esta función es un espíritu crítico hacia lo que nos rodea, y sobre todo, valorar un gran trabajo en equipo de Maru Valdivielso y Pedro Casablanc en el que logran lo que me encanta del teatro, posicionarte en un punto de vista reflexivo hacia lo que construimos para nuestro presente. Sigo celebrando que el teatro se siga posicionando en esta sorpresa constante de comunicar historias desde un prisma más original, donde los profesionales deben buscar esa atención constante del público y que les suponga un reto a ellos mismos. Su decadencia en el escenario es la nuestra, es importante que nos la hagan ver mientras bailan en este montaje delante de nuestros ojos.

Texto Steven Berkoff
Adaptación Benjamín Prado
Con Maru Valdivielso y Pedro Casablanc
Dirección Pedro Casablanc

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