Crítica «Don Ramón María del Valle-Inclán» – Teatro del Soho Caixabank
UNA BUENA CABEZA TORCIDA PARA EL TEATRO
Lo interesante a la hora de plantear ver monólogos como éste, es poder ver en acción a todos esos maestros de la oratoria y la interpretación que disfrutan y juegan con palabras tan jugosas como las que despierta este texto de «Don Ramón María del Valle-Inclán», que hemos tenido la suerte de disfrutar en su primera noche en el Teatro Soho Caixabank de Málaga de la mano de Pedro Casablanc.
Sin duda, el genio y el ingenio de Valle-Inclán no es algo que descubramos hoy, y gracias a esa versatilidad esperpéntica, el intérprete ha tenido la ocasión de navegar entre esa literatura sin pseudónimo acompañándose de elementos que han ido ayudándole y guiándonos a nosotros como público en la narración, como ha sido la música interpretada al piano por Mario Molina y también un juego de luces constante que marcaba el acento a lo que poner énfasis en cada momento del discurso.
A la hora de ir descubriendo la biografía tan interesante del protagonista de la noche, no ha sido solo la voz y su modulación la clave de una consistencia escénica que permitía el discurso locuaz que requería la función, si no también el propio juego corporal con el que Pedro Casablanc de manera magistral se pone al servicio de esa base sincera de su estética para afearse, tirar hacia el surrealismo que me recordaba a Dalí o con sonidos/onomatopeyas y canciones que servían para que lo contado no desencaminara a un resultado plano, si no que se pudieran tener aristas y altibajos como es la propia literatura de uno de los referentes de la generación del 98.
Si que es cierto que en mi caso habiendo disfrutado de grandes monologuistas como Carlos Hipólito o Miguel Rellán he agradecido que la duración fuera de esos 75 minutos, porque me costaba mantener el ritmo de atención durante todo el espectáculo ya que tarda mucho en que aparezcan o se provoquen cosas diferentes en escena que me permitieran no desconectar. Y siento un autor tan fuera de lo común con un actor de habilidades increíbles hubiera potenciado mucho más esa vanguardia, no en el texto que me ha parecido increíble durante todo el espectáculo, pero si con más elementos diferentes que también le hubieran permitido a Pedro una ayuda, para que esa atracción al verle recitar hubiera sido más continuada y con una mejor satisfacción en su conjunto.
Aún así he podido disfrutar de un buen espectáculo a través de un monóculo sin cristal. Lo pueden disfrutar también en la última función del Teatro del Soho hoy sábado 25 a las 20:00
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