renee-judyÚltimamente no soy muy amante de los biopics. Tengo más tendencia a ver películas basadas en acontecimientos reales. Me gusta más descubrir esas historias y quienes las protagonizan que centrarme en la vida de personas importantes, y cómo llegaron a su popularidad o a su decadencia. Quizás es por una fiebre arrolladora desde los grandes estudios de irnos contando las peripecias de artistas más reconocidos, para que generaciones actuales conocieran a estas personalidades que han marcado infancia, adolescencia o madurez.

Pero el caso de «Judy» me llamó poderosamente la atención porque me moría de ganas por volver a ver a Renée Zellweger en el cine. Durante mucho tiempo, la intérprete había llegado a mi pensamiento más que nada por polémicas relacionadas con sus cambios estéticos, y en mi interior recordaba las muchas películas por las que me ha cautivado su interpretación y echaba mucho de menos volver a emocionarme con ella. Evidentemente su nominación al Oscar como mejor actriz era un aliciente más para descubrir cómo se había desenvuelto en la atmósfera de un referente tan importante para el Hollywood americano como fue Judy Garland. Y además de superar este reto con bastante respeto y buen hacer, detrás del equipo artístico se encuentra mucha producción británica que complementa un producto muy acertado y lo convierte en una gran película.

Renée logra ponerse en el papel de Judy Garland en muchos aspectos. Por favor, no dejéis de disfrutar de su actuación en versión original porque es muy importante para descubrir absolutamente todos los detalles en los que ha basado su trabajo. Es espectacular lo que ha hecho con la voz, su propio físico en el que precisaba que se le vieran los huesos y las costillas porque desgraciadamente Judy Garland fue una niña prodigio a la que le controlaron absolutamente toda su infancia para convertirla en mercancía cinematográfica para los intereses del momento, eso suponía no comer lo que quisiera y un ayuno innecesario para una niña de esa edad, y además la toma de pastillas para controlar sus horas de sueño y que pierda cada vez más el apetito.

Todo eso más una presión brutal a la que la mente de una persona tan pequeña no puede hacer frente porque no corresponde a su edad, esto le perjudicó en sus relaciones afectivas durante toda su vida y evidentemente en una adicción al alcohol que la destruyó por completo, especialmente y prácticamente buena parte de los últimos años de su carrera. Como digo, Renée Zellweger capta todos esos tics, gestos, movimientos, posturas y modula la voz tan perfectamente que podemos hacernos una idea muy clara de la vida tan dura y sacrificada que tuvo esta intérprete, pese a que nos podamos pensar que todo fue vino y rosas por alcanzar el máximo estrellato a una edad temprana, y protagonizar buena parte de los éxitos maravillosos de la historia del cine.

Sin duda, creo que va a ser merecedora de la estatuilla a la mejor actriz en la próxima ceremonia de los Oscar por encarnar a un personaje tan sumamente complicado que se encuentra perdida en un mundo de fama donde no la respetaron ni supo amar sin salir de unas etapas muy depresivas. Pero cuando las luces se encienden, es capaz de un «show must go on» donde los ojos no se pueden apartar de su perspectiva y es un gustazo ver cómo homenajea a Judy Garland de una manera increíble en el escenario.

Igual simplemente le hubiera restado un pelín de duración o acelerar los acontecimientos del comienzo de la película porque cuesta entrar un poco en la dinámica de lo que se nos presenta, pero cuando ya se encajan las piezas y vamos comprendiendo más a la protagonista, todo se va sintiendo de un modo más fluido al ir conociendo las vicisitudes de la vida de Judy. Ojalá ese Oscar sea su mejor homenaje.

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