SEÑORITA LAUREL

Celia Rico ha conseguido con su tercera película ese reflejo de mujeres que explican sus maneras de actuar y de pensar en una época diferente a las que ha tratado en sus metrajes anteriores, trasladándonos a nuestra época de posguerra en España. Es una propuesta que le hace el productor, Fernando Bovaira, sobre la novela del mismo título de Rafael Chirbes. A la conclusión de la lectura, encontró que era una buena oportunidad para indagar conociendo la historia de tantas abuelas y bisabuelas desde ese lugar.

De una manera muy inteligente conocemos a Ana, la protagonista, y la manera de entender, avanzar y evolucionar en el recorrido de la trama es ir descubriendo las relaciones entre Ana y los diferentes miembros de la familia. Así la vestimos como mujer de su casa, sin alterar nada para que la familia siga manteniéndose unida y a la vez, luchando por lo que es justo para ellos. Esos detalles tan especiales que podemos dibujar del guión remarcan, por ejemplo, el hecho de corregir a su hija zurda para que solo utilice la mano derecha. También el sacrificio por su conocimiento de la costura, y cómo busca cualquier labor de esa índole para traer más dinero a casa. Y como no, encargarse de lo que son las labores del hogar, cocina (que en este caso vemos escenas muy adecuadas de esos alimentos de aprovechamiento que se aprovechaban para llevarse algo a la boca), limpieza y cuidado de toda la familia.

1742041117507La calidad es tan excelente en la imagen y en esa búsqueda de remarcar esa época ténebre con la luz, que te ayuda a entender de manera pormenorizada los sentires de cada uno de los roles de esta familia, y añadiendo además otro elemento de la marca Celia Rico que me apasiona como son los guiños culturales, en forma de escritura, canciones o cine, que también complementan la intención de la realizadora de mostrar el espejo de Ana y ser el foco de «La buena letra». Nos reconoce la realizadora en rueda de prensa que sentía mucha responsabilidad de asomarse a ese periodo, evidentemente por la distancia del tiempo generacional y que era más díficil trabajarlo desde una forma personal, pero al final gracias a determinados focos que extrae del libro logra poner su sello en la película. Aquí también ha tenido mucha relevancia, Miguel Ángel Rebollo, porque es el artífice en el que la directora se ha apoyado para crear con tanta calidad esta época.

En otro de los momentos destacados llega un familiar proveniente de Londres y es ingenioso cómo se plantea esa diferencia de mundos. La apertura en Londres de diferentes estilos de moda como los pantalones o las camisas. Y en esas escenas se muestra esa confrontación de la vida ociosa frente a las obligaciones, a las que por cierto este familiar no quiere acabar así. Y el abanico se muestra perfecto porque no es una elección personal, si no que son responsabilidades de vida que Ana asume, y ninguna decisión es mejor que la otra, se plasma la que lógicamente se iba a escoger.

Identificando, además, los grandes finales de la realizadora en los que merece la pena hacer ese viaje de tanto esfuerzo y sueños por solventar el hambre de la familia, para remarcar ese valor femenino en el que si damos su sitio a estas mujeres que no tuvieron nada de protagonismo, y simplemente actuaban con los quehaceres, podemos ser justos con nuestras antepasadas que lo dieron todo, de la manera que conocían en todos los años de su existencia. Es interesante ver el toque sensible de que la mujer es la que sabe leer y escribir, y es donde el hombre se siente inferior y en ocasiones, agresivo. Ésos eran los posicionamientos reales, y ya tocaba que un film los pudiera mostrar con toda la verdad.

Ante la prensa, me quedé muy fija en quién para mi son los ojos y el alma de «La buena letra», logrando con la mirada, sensibilidad y vulnerabilidad de Loreto Maunleón comprender y cercriorarme que es la dedicación perfecta para narrar ese «que todo el mundo esté bien», descuidándose una misma claro está. Loreto habla que hubo mucho estudio e información en su personaje, y que fue encontrando a su Ana gracias al trabajo con los demás compañeros del reparto.

La buena letra es el disfraz de las mentiras cómo se ve a lo largo del relato de la película, en este caso son dignas palabras de guión que me resultan inspiradoras, y que han provocado que haya disfrutado de un texto y actuaciones maravillosos. A seguir pendiente de Celia Rico, y su mirada que es tan necesaria para mi.

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