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Me llevé una sorpresa con este estreno. Ya conocéis mi devoción por Aaron Sorkin, y ya sabéis que tiene su magia, o te gusta o lo detestas, no puede tener término medio.

Y su épica le ha llevado a dirigir esta película basada en una historia real que desconocía. «El juicio de los 7 de chicago». Investigación, diálogos sorkianos y juicios, ya llevaba demasiados ingredientes a favor para que me gustara.

La película relata cómo la protesta pacífica durante la Convención Nacional Demócrata de 1968 se convirtió en una revuelta sangrienta en la que la Policía escogió a dedo a unos pocos líderes sociales para hacerles pagar por las revueltas. En concreto a 7 referentes de diferentes sectores más progresistas. Lo alucinante es que en buena parte del film, tenía que recordarme a mi misma en qué época habla la película, porque los temas de discriminación racial o el abuso policial con palitos para abolir ideologías, que diría mi querida Mafalda, son el leit motiv más importante de la historia, y cómo el poder nuevamente intenta cargar contra estas víctimas estos cargos para impantar sus ideas, y que esa libertad quedara completamente sesgada a los intereses de los mandamases políticos y judiciales del momento.

Lo único que sí debo admitir es que al principio se me hizo complicado ubicarme en la trama y en qué se quería contar de partida, pero a medida que empieza este juicio tan inverosímil pero que se produjo con esas características inimaginables, ya vas ubicando cada una de las piezas y el desarrollo se hace adictivo, en ocasiones divertido y con una profundidad en la información con tantísimos detalles que te hace enterarte de una forma amena y dinámica de absolutamente de todo.

El reparto también es espectacular y sorprendente. La carga más difícil la tiene Frank Langella haciendo el papel de juez de esta instrucción tan surrealista, pero nadie como él para hacer de lo complicado lo más fácil y le odias completamente durante toda la película. Sacha Baron Cohen y Jeremy Strong, tienen a la parte hippie que implicaron en este juicio y se llevan los diálogos más cómicos, que también sirven para destensar el ambiente de la película, y alguna sorpresita patria se marcan en sus palabras, ya lo comprobaréis al verla, y hay alguna actuación estelar sorpresa de la mano de Michael Keaton, que también se agradecen porque realizan ese tipo de personajes que te hacen ver el trabajo de un gran profesional y que ayudan a que en conjunto se entienda todo.

Amantes de Sorkin, no dudéis en verla. Ya con «Molly´s game» nos deslumbró con una historia trepidante y aquí hay una actualidad política que traslada a pensar que la cosa sigue sin cambiar, y que necesitamos cuidar a esos referentes sin que los manipuladores de poder tanto judiciales como políticos como de los propios medios, intenten callarlos de alguna manera. Tenéis que conocer esta historia de «El juicio de los 7 de Chicago». Merece muchísimo la pena.

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