UN NIÑO PECULIAR

Para mi una de las disciplinas más difíciles del teatro es hacer un monólogo. El actor solo cuenta con su propio talento en voz e interpretación, y debe hacer llegar con la máxima concentración posible ese dinamismo de un relato, sin que se pierda el ritmo del espectador.

Ante esta premisa, estaba deseando visualizar y sentir lo que me tenía que ofrecer uno de mis actores favoritos del panorama teatral como es Carlos Hipólito. Se ha enfrentado a un texto que era todo un reto al tratarse de las memorias de su gran amigo, Gerardo Vera, quién nos dejó hace poco pero que su legado escrito era digno de ser transmitido al público por el reflejo de esa época y descubrir cómo este niño peculiar pudo encontrar su propia felicidad ante las adversidades que se le enfrentaron en su vida. El otro objetivo también ha sido cumplido con creces exitosas que era descubrir a mi intérprete fetiche ante su primer monólogo, y vaya lección a cada instante ha dado en el escenario del Teatro Soho Caixabank.

Lo impresionante de «Oceanía» es como la gente que tiene la suerte de emocionarse con Carlos Hipólito viaja como si formáramos parte de esos sellos y cromos de todos los países del mundo que coleccionaba este niño peculiar protagonista. La función centraliza tanto el tiempo como el orden de los personajes familiares con una facilidad absoluta, y además con genial maestría se focaliza en cada escena lo importante que se debe narrar gracias a la escenografía y al juego de luces que permite que cualquiera pueda figurar en su cabeza perfectamente de quién estamos hablando y a qué momento se refiere del discurso. Cuando esto se consigue con gran acierto, solo cabe navegar por las palabras de ese «Gerardito» que se apasionaba los domingos en el cine y empezaba a descubrir sus inquietudes en el mundo.

Fundamentalmente lo que se nos cuenta es la relación de Gerardo Vera con su padre. Cómo se produce esa evolución dentro de las muchas sorpresas que condicionan nuestra vida. Y por tanto, uno de los mensaje esenciales es entender esos años de rencores y rencillas, de las cosas de la Falange, donde nuestro «Gerardito» se sentía aislado del mundo hasta encontrar un camino al que seguir gracias a sus profesores humanistas y con sensibilidad, que le hicieron ser el creador de sueños que pretendía desde su infancia fascinada por el technicolor. En definitiva, saber perdonar a las circunstancias del momento y poner en contexto a sus figuras representativas familiares, sin rencor alguno, solo poniéndolas en el ambiente que condicionaba ese momento, y poniendo el detalle central en ese aprendizaje que es lo que ilumina las oscuridades que podrían nublar la mente de este chaval que no era como los demás.

Les imploro que no se pierdan esta lección de teatro y de vida de Carlos Hipólito. Un auténtico especialista en usar los silencios, en saber llevar un homenaje tan especial a su amigo Gerardo Vera que lo ha convertido en ese narrador de historias con el que todos fantaseábamos cuando éramos pequeños, y ahora un poco más grandes también. Ha sido muy especial sentir tan cercanamente esos suspiros de personas que han vivido esa misma generación, y que lo han manifestado constantemente durante toda la obra en lo que ha supuesto el estreno del actor en este escenario malagueño. Nos llevamos unas sensaciones únicas de empatía y conocimiento constante porque cualquier acto en manos de este actor, es un ejercicio de ternura y sabiduría plena para experimentar todas las sensaciones que nos hagan convertirnos en esponjas que absorben la vida.

 

¡Compártelo!
Share on Facebook
Facebook
Tweet about this on Twitter
Twitter