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Vamos a empezar a confesar que soy una adicta al baloncesto. Y en estos tiempos de confinamiento donde no he tenido la ocasión de ver nada en directo, cualquier disciplina cultural que me permita sofocar esta necesidad de ver una pelota botando en la cancha, la verdad es que la afronto con mucha ilusión.

He visto muchas películas con el baloncesto como leit motiv, la mayoría principalmente habla de este deporte como la salida para muchos problemas desestructurales de los jóvenes que lo practican, y encuentran la manera de evolucionar gracias a la figura relevante de su entrenador y la ayuda de sus compañeros de equipo.

En este caso, «The way back», el que se encuentra perdido y desamparado es el propio Ben Affleck. Si no hubiera tenido tantas ganas de ver una película sobre mi deporte favorito, igual la hubiera podido afrontar con otros ojos, más objetivamente críticos, pero el excesivo drama que sufre este protagonista, y especialmente la forma en que lo vamos conociendo con la información a cuenta gotas, muchos planos extensísimos de ese ritmo de vida cada vez más lúgubre y luego ciertas resoluciones de aspectos que se muestran y que, en su mayor parte, no encajan o lo hacen de manera muy somera a lo que vamos conociendo de este ex jugador de baloncesto de instituto, que regresa a dar clase cuando el equipo se queda sin su «coach».

Aparte del propio Ben Affleck, el otro gran protagonista es el alcohol y los efectos que produce. Las imágenes que más impactan son las de ese estado de decadencia y necesidad de no estar conectado con el mundo, por el propio drama personal que está contando de una manera que el espectador tiene que hacer el esfuerzo de encajar las piezas cuando se van conociendo los datos. Eso es algo que a muchos les directores les fascina hacer, pero yo reconozco que me canso de tener que valorar a regañadientes, y siempre con una energía muy baja y muy oscura que provocan este tipo de personajes.

Los mejores planos y momentos de «The way back» son los de Ben Affleck entendiendo la situación de juego, y haciendo que cada uno de sus jugadores que parecen inexpertos y que no van a poder salir de esas derrotas continuas, encuentran su sitio en la cancha, y vamos comprobando cómo esos conocimientos surgen efecto en ellos. Lo demás es una historia muy triste que las expresiones de Ben Affleck y sus actuaciones, muestran sin ningún tipo de duda, pero me hubiera gustado una profundidad mejor en ese guión que no me hiciera sentir como un film de Antena 3 por la tarde. Una pena no haber ganado este partido cinematográfico.

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