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Hubo algún aspecto en la parte actoral al ver el tráiler de «Vivir dos veces» que me hizo detenidamente ver la película. Y no me equivoqué. A priori, este film no llama a la apetencia si no es el caso de contemplar historias que no sólo entretengan y te hagan desconectar de la vida cotidiana, si no que precisamente habla de esa vida cotidiana pero a la vez te pellizcan el corazón de esa realidad tan bien plasmada, aunque evidentemente ficcionada para lograr llegar a los fines que están contemplados en el guión.

La historia habla de las segundas oportunidades. Las que todos queremos y no cogemos porque el rumbo vital nos lleva a otros derroteros, o por las miles de vicisitudes que estoy convencida que cada una de las personas tiene en su propio recorrido. Habla de las segundas oportunidades de una familia completa. No solamente el que parece que es el gran protagonista que es el abuelo Emilio, que no digo nada nuevo si expreso que genialmente interpretado por Óscar Martínez, que da alma a un profesor de matemáticas recién jubilado que descubre que tiene Alzheimer gracias a que no puede resolver un cuadrado mágico, como él denomina a los sudokus. Como digo, no es simplemente él quién busca una segunda oportunidad porque también la necesita su hija, qué buena eres Inma Cuesta y qué regalo es verte siempre interpretar papeles tan complicadísimos como éste de Julia, y la necesita porque ha elegido su destino de complacencia con lo que cree que el mundo le ha dejado a su cargo, y por último la divertida Blanca, quién teniendo genes Carbonellianos no podía extrañarme que hiciera un brillante papel como esa nieta alejada de tener segundas o varias oportunidades, por vivir en la época moderna de las tecnologías y no en la terrenal donde verdaderamente se pueden elegir tus segundas veces.

La película se arma muy bien desde el guión para ambientarte en ese desequilibrado límite entre la ternura, el drama y la sonrisa cómplice. Todo lo que se va armando en ese objetivo de localizar, por parte del personaje de Emilio, a ese amor de adolescencia para poder cumplir con esos recuerdos que sabe que ya va a olvidar, es un ejercicio muy inteligente de pistas y señales que luego se conforman con las actuaciones brillantes, unos roles muy bien perfilados que permiten estar en tensión, para luego relajar y finalmente sorprender para que la sensación tras ver «Vivir dos veces» es saber que se ha hecho detrás un buen trabajo, y que cada uno puede sacar sus propias conclusiones de los «y si» que hemos podido decidir cada uno en nuestra vida.

Te puedes decidir por «Vivir dos veces» si buscas más allá de una carcajada constante y no te importa reconocer situaciones reales en esta familia protagonista. Yo agradezco especialmente el respeto por interpretar enfermedades del día a día como el Alzheimer y las discapacidades que tenemos cada uno en nuestro ámbito físico y el social. La inteligencia de este guión es verlas palpables en una historia que no parece ficticia, y que se entiende perfectamente la voluntad de cada uno por lograr egoístamente sus intenciones, y a la vez ayudar a los que uno quiere. En cada uno de estos perfiles habrá ese sentimiento de empatía o identificación, aunque sea simplemente en algún aspecto, y cuando eso se logra de esa manera te encanta «Vivir dos veces» películas como ésta, o las que se planifiquen de esta misma condición. Ojalá las pueda repetir más de dos veces.

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