ESCUCHA MI SILENCIO CON TU BOCA

Los premios Max se pudieron celebrar en mi tierra y no puedo sentirme más orgullosa. Junto con el Festival de Málaga la ciudad está demostrando el apoyo y el impulso a que el público entienda que son seguros los espacios culturales, y que deben seguir siendo necesarios con ayudas y mejoras en lo que a las nuevas medidas se refiere para que no pierdan el sostén económico que siguen siendo para este país, y puedan seguir desarrollando sus proyectos. Eso es algo que defendieron los premiados de cada una de las categorías de este 23 edición, además de los organizadores que lanzaron mensajes constantes en este sentido.

Pero el lema más importante se encontraba propiamente en la gala organizada por la compañía de teatro, «La Maquiné». Se tituló «El arte de escuchar». Todo alrededor de la ceremonia giró en el sentido de esta frase. Colocando una gran caracola que presidía la escena y con la que se jugó para tomar las imágenes más maravillosas y los momentos más emocionantes de la gala, y así Málaga, el mar y la capacidad de escuchar fueron el hilo conductor de una ceremonia que bien podía utilizarse como ejemplo para otras, sin resultar nada larga y pesada, y con una belleza mezclada con humor que la hicieron completamente dinámica y atractiva.

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Uno de los aspectos que más me alegraron fue la transmisión de la ilusión de todos los bailarines, actores, intérpretes, músicos y profesionales que fueron capaces que todo el público del Teatro Cervantes y el que veía la gala desde su casa estuviéramos contagiados de ese entusiasmo que desplegaron en todos los montajes preparados previamente a cada una de la entrega de los premios. Es un reconocimiento a que la gente conozca el talento que estamos enseñando y aprendiendo diariamente en nuestro país. Ante las adversidades que cada vez son más palpables, ellos cogieron la intención de «The show must go on», y cogimos la delicadeza de sus movimientos, la alegría y comicidad de esos sketches con El payaso Chochotte, personaje creado por Joaquín Casanova y Elisa Ramos de «La Maquiné», perteneciente a su espectáculo «Acróbata y arlequín» y una versatilidad que nos iba guiando a que sintiéramos alegría y reflexión durante toda el espectáculo de esta 23 edición de los premios Max. Quiero agradecer especialmente ese esfuerzo y dedicación a la verdad, generosidad  y entrega de Jose Vera, a la coreógrafa Rosa Mari Herrador Montoliu, a la percusionista Noelia y Lola que recordaba de la gran compañía «Teatro para un instante», al grupo vocal «Siete más uno» que especialmente en ese «In memoriam» me pusieron los pelos de punta mientras se veía de fondo «Vuestro silencio es nuestra escucha» dedicado a todos los fallecidos por el COVID 19 y creo que es de las veces más hermosa que se ha recordado a nuestros artistas, Verónica Forqué y su adictiva naturalidad, Andrés Lima y el recuerdo a todos los desaparecidos por la dictadura,la sentencia de Nacho Duato, premio Max de Honor, de que su carrera no ha terminado ni va a acabar nunca porque tiene que hacer otra vez todo lo que ha hecho y su defensa de la belleza del ser humano que no es algo superficial si no que se lleva dentro, María José Llergo y esa voz que creo que debería descubrir todo el universo para que salga todo lo malo que llevamos dentro y curarnos con su energía, y por último a Eduardo Guerrero, que sin ser una entendida en lo que al baile y a la danza se refiere a mi me estremeció cómo vivía su talento en el escenario y la de cosas que fui capaz de vivir en mi interior gracias a su arte.

De lo que se manifestó en la gala por parte de los premiados me quedo con las constantes palabras de agradecimiento y reconocimiento a toda la maquinaria que logra que el telón suba, técnica y artística, y como no que se puedan llenar los teatros reconociéndolos como lugares seguros, y los profesionales no tengan que diseñar para llevar aviones, tener o autobuses. Además recordaron en varias ocasiones el valor de la cultura como bien de interés cultural y necesario para que sea un sector al que no abandonen en estos tiempos extraños. Y se reivindicó mucho la cultura popular y de calle, la de todos los acentos que al final encuentran su sitio donde nos encontramos todos sin que sea patrimonio de nadie, esa dignidad para las artes de calle, y para el folclore, la raíz y la tradición. Y finalmente me quedo con la nota más simpática de uno de los premiados, «los artistas sabemos mucho de máscaras y además el alcohol lo ponemos nosotros».

Fran Cantos recogiendo los dos premios de "Jauría"
Fran Cantos recogiendo los dos premios de «Jauría»

Vi «Jauría» en una de mis giras personales para ver teatro que me emociona en Madrid. «Jauría» fue una parada imprescindible. Pegué dos chillidos de alegría cuando este montaje que pude disfrutar en «Teatro Kamikaze» se llevó dos premios Max a la mejor adaptación o versión de obra teatral por parte de Jordi Casanovas y también al mejor espectáculo de Teatro. Ambos galardones los recogió el malagueño y coíno, Fran Cantos, uno de los protagonistas de esta representación que en nombre de Jordi Casanovas y todo el equipo reforzó mucho la idea de dedicárselo a la auténtica protagonista de la función, la víctima de ese juicio de «La Manada», quién en este montaje se escucha precisamente su voz y su testimonio y pueden tener todas las piezas e información para que se haga verdaderamente justicia con lo que sufrió y seguirá luchando. Efectivamente este es un premio a su valentía, para reforzar que nadie debe pasar por su dolor y que la sociedad debe levantarse y ser un lugar mejor porque esto nos puede pasar a cualquiera.

Todos los que estábamos en la sala éramos titiriteros o amantes de ellos. Esuvimos escuchando por los oídos, los ojos y las yemas de los dedos. Fue una auténtica oda a la escucha. Espero que todos seamos lo suficientemente valientes para escucharles su silencio en nuestras bocas. Escucha la vida.

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