Crónica Fran Perea – «Canciones para salvarme» – Teatro Cervantes
RECUPERAR VOZ PROPIA BOQUERONA
Decir que Fran Perea es la primera vez que actúa en casa no es ninguna falacia. Es la primera vez que actúa como compositor e interpretando las canciones de su propio álbum. Y desde el patio de butacas y los que hemos tenido la suerte de conocerle, y saber lo que implica para él actuar en un teatro como el Teatro Cervantes, le hemos percibido esos nervios maravillosos, que ojalá no pierda nunca, y que gracias a la buena estructura que llevaba consigo para que todas las canciones y el espectáculo en conjunto saliera como tenía previsto, los ha podido ir adaptando a las propias necesidades que tenía en cada momento.
Me ha recordado a ese concierto de presentación de “Viaja la palabra” que pude contemplar en la sala de conciertos María Cristina y otro evento que pude escuchar el año pasado por Rincón de la Victoria donde una caja de pizza firmada sigue siendo el recuerdo de esa gran noche. En ambos había maneras de querer comunicar al público, presentaciones de las canciones y una intencionalidad de algo que lleva buscando el compositor malagueño desde hace mucho tiempo. Presentar el curro de tantos años, de letras, palabras, emociones, canciones que le salvaron, es al final querer hablar de la manera en la que él percibe la vida y de la forma en la que nos la quiere comunicar a nosotros.
Cuando he llegado me he encontrado a un público muy joven, a padres que querían ver a Fran Perea pero también hijos que tenían esa misma inquietud. Iban narrando los minutos que quedaban para el concierto, y el ánimo se palpaba cómo hacía tiempo que no escuchaba desde que me siento a esperar que empiecen las funciones. Es esa juventud que añoramos y que nos da envidia, y es un alivio y alegría que Fran Perea siga teniendo esta respuesta que apuesta por él, y por la nueva propuesta que les ha planteado desde las tablas.
Cuando ha arrancado el show, hay algo que me ha encogido el corazón que son esas respiraciones profundas, donde Fran agarraba sus nervios como buenamente podía y los controlaba para que esas “Canciones para salvarme” pudieran dar ese golpe de efecto que ese primer acto de los cuatro que nos quedaban, había arrancado.
En la parte de poesía visual, nuevamente hemos contado con el talento de Marcos Carus, como productor y guitarra a Alfonso Samos y al piano la novedad de Adrián Solla, cuya generosidad a petición del propio Fran Perea ha hecho que se animara a participar en el concierto y a adaptarse pronto a aprenderse las canciones del repertorio. Donde hay ilusión y talento, no hace falta nada más.
Ese primer acto ha servido de presentación de la idea y dándome cuenta que el artista boquerón es de los que les gusta colocar la guitarra vertical, para sacar esa sonrisa picarona al cantar, interpreta “Cuando todo era posible”, posteriormente un tema con tanto significado familiar y potente como es “Canción del guerrero”, porque lo tiene de apellido que es como mejor uno defiende sus ideas y su manera de querer defender el arte y el caballito de mar que lleva dentro, y comparto no ser una guerrera a la que no le gusta luchar y un arquero que prefiere no apuntar.
“Somos la vibración que emitimos”. Es el preludio de “Mi voz” donde también consigue arrancar esas primeras palmas del Teatro Cervantes, y aquí me emociono cuando le escucho ese “deje” que a veces deja soltar en un andaluz muy puro y auténtico. Para mi, uno de los mejores aspectos de su voz.
De aquí me voy a uno de los instantes que para mi ha tenido más sentimiento. Fran Perea propone un reto en redes sociales, y Salomé es la elegida para cantar un clásico. “La chica de la habitación de al lado”. Solo le sale decir que está emocionada, y lo expresa todo con esa voz temblorosa y esa mano en el pecho, que supone intenta parar toda esa fuerza de nervios e ilusión al mismo tiempo. Intuyo que para el intérprete es una propia especie de espejo en el que verse reflejado hace unos años cuando ni soñaba con presentar su trabajo en su Teatro Cervantes. He intuido que le miraba con esa ternura.
Acabamos el primer acto para ir al segundo cuya temática es “no estás en tu centro”. Y es cierto, que es cuando la vida te da cambios inesperados, y uno tiene que aprender a sortearlos o aprender de los errores que se van cometiendo. Esta parte empieza con “El Norte” con las palabras del poeta Jorge Villalobos, continúa con otro hit como es “La vida al revés y esperando ese desahogo con su voz propia que sutilmente exclama “estoy tocando en el Cervantes”, le da otro color con otra guitarra para cantar “Raro”, en el que cualquiera se siente identificado en esa parte de las separaciones donde te lanzas a los bares a ver qué conversaciones fluidas salen en tu búsqueda del amor.
Alguna vez le dije al propio Fran Perea lo que supuso una canción como “Punto y aparte” en mi etapa estudiando en Barcelona, la escuchaba y era estar en casa, me regalaron ese disco para llevarme algo de mi tierra en un sitio donde me sentía extraña. Escuchar “Punto y aparte” es recordar bailar sola en mi primer piso viviendo de manera independiente, darlo todo y pensar hasta que cantas bien. Vivencias y recuerdos maravillosos es lo que me rememora escuchársela cantar, sin olvidarnos que la precede de una parte interpretativa que también me echa años atrás cuando podía verle en actuaciones en Málaga y escribía mis primeras crónicas sobre él. Siempre es un regalo oírle recitar con su voz propia. Le daría todos los pasajes que me han gustado en mi vida, y los que quedan por emocionarme.
Proseguimos al tercer acto, el caótico, el que no tiene sentido como al final somos todos aunque no lo reconozcamos. Y comienza con temperatura, concretamente con “37 grados” y otro momentazo importante con una de las grandes artistas locales cuya valía es de calidad incuestionable, como es “La Pili” con la que canta “Mi caballito de mar”. No podía estar más preciosa con ese vestido rojo que iluminaba su voz, y la belleza que emanaba de ella. Vaya final, por cierto, aún me estremezco de lo que ambos lograron hacerme sentir.
La noche tiene también tinte flamenco con Fran Perea tocando al cajón, con algún olvido de letra porque es también verdadera la afirmación de que en los conciertos se premia el fallo, y “Cuenta conmigo” tiene algunas revoluciones que se logran controlar para hacer el momento especial. “Show must go on” siempre.
Me derrito si aún se puede tener a nuestro Pau Donés en nuestra memoria, y Fran lo hace con “Nada” que es un tema que pudo crearle y poder meterlo en un repertorio es el mejor homenaje que se le puede hacer a este gran inspirador de nuestra realidad diaria, que tanto echo de menos.
Acabando el tercer acto y empezando el último, el compositor boquerón tiene la gran sorpresa de que su amiga y gran artista Georgina aparezca en la canción compuesta por ambos, “Cantando bajo la luna”. Y ojalá sea así, que nuestra vida en muchas ocasiones las personas se comportaran como si fuera una película. Y se queda además para cantar conjuntamente el tema principal de la obra que dirigió Fran Perea para Factoría Echegaray titulada “Souvenir”. Impresionante la complicidad y escucharle a ambos cantar juntos. Otro regalo.
Y yo esperaba el momento de “El boquerón” que logra sacar mis lagrimitas. Sé lo que implica esa canción, no solo para él si no para los que hemos vivido fuera de nuestra Málaga por las circunstancias que cada uno tenga, pero lo que no me esperaba que es sacara la propia Biznaga que ha ganado en el pasado Festival de Málaga para compartirla con el público que viene a verle. Un gesto precioso.
Nuestro Fran Perea apelaba a que cada uno tenemos un caballito de mar dentro. Algo que nos hace ser únicos y excepcionales ante todos los demás. Creo que ante los mensajes que intentan amedrentar en la actualidad en nuestro ser, hay que agradecer que haya artistas que nos quieran recordar lo que somos y lo que podemos seguir aprendiendo para ser mejores. Doy las gracias porque nuestro boquerón que echa de menos los olores peritas, le sigue dando de comer y no lo esconde. Que nos permita seguir dándole nuestro calorsito para que no quiera ocultarlo nunca más. Aunque lo único importante de este mundo, es que no hay cosa más bonita que ver a tu abuela aplaudirte. Da igual lo que yo pueda escribir, el premio ya está con eso.
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