Crónica «Jamie Cullum» – Starlite Marbella
CAN YOU HEAR ME?
Ésta es la tercera ocasión que disfruto de un concierto de Jamie Cullum. Y si bien es cierto que os he hablado de otros artistas que transmiten felicidad con su talento, el caso del artista británico resulta excepcional en cuanto a que, desde mi experiencia, no conozco un músico que se deleite gozando tantísimo en el escenario. Me hace pensar que, desde que comience cualquiera de sus creaciones sea de esos profesionales que se complace desde el primer momento del proceso, hasta que lo da todo como ayer sucedió en el nuevo escenario de Starlite Marbella, que ciertamente se ve más grande y cercano al público cosa que se agradece.
Puntualidad exquisita para arrancar con el éxito con el que Jamie Cullum se dio a conocer en todo el mundo. Ese «Get your Way» en el que ya denotamos el talento de todos sus músicos y la energía contagiosa de sus coristas. El concierto se va a convertir en una fiesta de club de jazz, donde de repente apareceran sorpresas más íntimas y ritmos más bailables, pero lo que nunca va a cesar son las ganas de hacérselo pasar bien a la gente, desde ellos mismos que son los que comunican más pasión hasta el último espectador de la cantera marbellí.
La uniformidad de chaqueta negra le dura dos asaltos hasta que interpreta «What´d I say», una versionaca de Ray Charles en la que los que le reconocemos de asistir a más conciertos ya descubrimos esa intercalación de ponerse de pie en el piano y sentarse, pegarse el micro para hacer la voz más grave o aguda a su antojo, y como no, subirse al piano para dar un salto mortal de satisfacción.
Otra de las características de la noche fue que el protagonista es un intérprete que no deja de elevar manos al ritmo de lo que explica, y que me encantaba descubrirle esa sonrisa picarona con la que por ejemplo nos regala «Leave my life», y sin que el ritmo no pare continuamos a un clásico que me entusiasma como «These are the days». La de veces que ha sido mi banda sonora casera, y os aseguro que es un placer máximo disfrutársela en directo con esos músicos que, en ocasiones, se hacían unos solos demostrando su profesionalidad y divertimento que era un auténtico placer para el alma. Y es algo que se sucederá durante todo el concierto. Un auténtico regalo de banda al servicio de este compositor increíble.
Con su frase favorita en español «Gracias amigos», nos llega el momento Disney con su versión de la película de «Los aristogatos» de «Everybody wants to be a cat». Al ritmo de contrabajo, la siente dando paso a una de mis favoritas de su último disco «Taller». Se trata de «Mankind», y es otra de las veces que desciende a donde se encuentra el público y le encanta interactuar con ellos, recoger su cariño y en ocasiones coger algún móvil para ayudar a grabar el momento, y que sea único y especial. Aquí redescubro la gran voz que tiene Jamie Cullum en dos aspectos que son los que le han convertido en un artista fundamental en mi vida: cantar en susurro que lo hace tan exquisitamente dulce que me atrapa por completo y unos falsetes que van tan en sintonía con lo que cuenta en las canciones, que siempre me alucinan.
En este momento del evento, el pianista hace una curiosa similitud entre cómo beben los británicos y cómo bebemos nosotros y se disculpa por ello. Es una excusa para mostrar otra de las canciones de este último disco, «Taller» y se trata de «Drink». Aquí si que se testimonia esa calidad más calmada, con un juego de la voz impresionante mientras las armonías van de menos a más, para acabar en la calma de un brindis sosegado y con mucha delicadeza. Me gusta mucho, en este caso, cómo siente las canciones cerrando los ojos.
Y pasamos a mi momento más emotivo. Su versión de «What a difference a day made» que ha sido banda sonora de mi vida en un espacio concreto, y escucharla ahora desde otro más maduro, me ha hecho que siga sintiéndola como mía, dedicándomela en lo que estoy viviendo ahora, en lo que hace diferente cada día mis propios días. Es interesante descubrir como uno evoluciona con sus temas de siempre. De aquí viajamos a «Twentysomenthing», un clásico de su discografía que nos hace seguirle sin parar a base de palmas, y empezamos a sentir que el concierto sube de tono, y de aquí solo cabe ir todavía a más.
Lo logra con «Next year, baby» donde hace algo que echaba de menos que es coger con las manos el piano por dentro para hacer que sea más percusivo. Y las melodías nos suenas a latinas experimentando maravillosamente con el jazz y otros sonidos. A ritmo de bajo aterriza «Love for sale» de su disco «Momentum», y entramos en su parte más salvaje que da lugar a sonidos más rockeros.
Estos músicos más impresionantes se colocan en el que fue para mi uno de los instantes más atractivos. En el centro del escenario arropan a Jamie Cullum para que de rienda suelta, de una manera más urbana, pero conservando ese estilo jazzero a «Taller». Suena, os aseguro, brutal en directo. Y esto da pie a la locura con «Get fanous», el público ya nos pondremos de pie para no sentarnos, nos marcará nuestros movimientos y que le acompañemos al son del 1,2,3 y 4 y pega su brinco desde el piano más entusiasta.
El concierto va llegando a su fin con las propinas deseadas, sin saltarse un ápice del protocolo como buenos ingleses, pero antes nos asombra con una de las mejores adaptaciones que he sentido del «Sinnerman» de Nina Simone. Ese espíritu libre que reflejaba esta gran mujer lo agarra mister Cullum para homenajearla de una manera única, como su música y filosofía reflejaban, y que recoge de manera imprescindible nuestro protagonista de la noche. Lengua torcida tocando al piano, sin despegarse la sonrisa para «You and me are gone», se lo pasa bien saliéndose del piano para dar unos compases a la percusión y no paramos de cambiar a rock y jazz sin bajar ni un ápice el ritmo frenético.
En su final escoge «Night and day» rogando que nos quiere escuchar hasta en lo más profundo del mar y que no dejemos de cantar, pasamos a la esperadísima versión de «Don´t stop the music» mezclando esa maestría y descaro que tanto me gusta y la transición se hace de manera vertiginosa a la famosa adaptación de «Uptown funk» con la que ya se despiden.
Le echaba de menos Mr.Cullum, gracias por venir a pasárselo bien con todo su conocimiento musical, con esa idea auténtica de hacernos sentir en un club de jazz, donde romper las reglas para llegar a lo máximo están permitidas. Este artista es un gran canal para encontrar nuestra felicidad interior y sacarla a relucir. Ya ha conseguido que empiece mi verano.
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