¡VIVA LA REPÚBLICA DOMINICANA!

A la emoción que me embargaba de conocer en directo a uno de los artistas principales de la banda sonora de mi vida, no sabía que se le iba a unir la sorpresa de sentirme arropada por corazones de diferentes países que gritaban al unísono «¡Viva la república dominicana!» dentro del marco del Marenostrum Fuengirola que ayer con casi 9000 personas arroparon a Juan Luis Guerra en su cita con el festival malagueño.

Era la primera vez que tenía la ocasión de contemplar un evento que albergaba tanta comunidad latina, y lo que me percaté es que son auténticos profesionales de hacer una fiesta de color y luz donde se encuentren. Pueden conocerse de dos días o de toda la vida, pero sonaba cualquier canción y al momento se movían las caderas con esa naturalidad envidiable que no podemos coger nadie por muchas clases que demos.

Una de las mejores sensaciones que también me llevé es que cada canción del dominicano se la dedicaban con pasión a la pareja con la que estaban compartiendo el show. Todo ese amor que Juan Luis Guerra ha declarado toda la vida en sus canciones se veía reflejado en miles de historias que observaba a mi alrededor, agarrando a sus parejas con fuerza para no parar de besarse a ritmo de «Que me des tu cariño» o «Mi bendición».

Juan Luis Guerra durante concierto en Marenostrum Fuengirola
Juan Luis Guerra durante concierto en Marenostrum Fuengirola

La velada no podía comenzar más cañera puesto que minutos antes de comenzar el concierto de Juan Luis Guerra se subió un DJ con una energía brutal que hacía de las mezclas de los temas reconocibles del protagonista de la noche, todo un arte. Encendió los ánimos y las energías que estaban inquietas porque empezara todo el espectáculo y consiguió que todo el mundo pudiera recibir al artista con mucha más felicidad y ganas de escucharle. Todo un acierto.

A escena empiezan a subirse todos los músicos de este «Entre mar y palmeras tour» que muestran todo su talento mejorando en el directo todos los éxitos reconocibles del intérprete, no falla la fuerza, el tesón y la certeza de que iban a dar todo lo mejor de ellos en el escenario con una amplia sonrisa. Lo que más va a destacar durante todo el concierto es la consecución de proyecciones que vestían cada letra, y el asombro constante por los fuegos artificiales o el humo en momentos clave del evento.

Con traje de chaqueta azul que tenía una rosa bordada en un extremo, boina y pañuelo atado al cuello aparecía Juan Luis Guerra para interpretar «Rosalía», pocas palabras son las que va a pronunciar durante todo el concierto pero sí que expresa que es un gusto honor estar en Fuengirola y no en la China o en la Siberia como dice en su siguiente tema, «La Travesía». Es curioso que durante todo el tiempo los movimientos que más van a definirle es acercarse al público desde los dos lados del escenario, y seguimiento de alguna coreografía concreta con su coro, pero su fuerza radica más en su mirada y en las ganas que el público coree a su mismo son sus míticas canciones.

Pasamos a «La llave de mi corazón», para luego acompañarle con la clave hacia «Vale la pena» recordando que en esta era de ritmo urbano, él fue un pionero en rapear en muchos de sus temas, por cierto vaya solos de viento se gastan en esta última canción. De aquí derivamos a cambiar un poco el ritmo con un gran inicio de su guitarra para «Como yo», una de las canciones más celebradas por su público y donde ese ritmo de menos a más, fue manteniéndose durante toda la actuación en Marenostrum Fuengirola.

Turno ahora para que iniciando el piano los primeros acordes vaya sonando «Kitipun», y que le respondamos a la pregunta de «¿Cuántos quieren bailar salsa en el concierto?» para disfrutar el primer mix de la noche entre las que podemos percibir «Ayer», «Oficio de enamorado» o «Carta de amor». El viaje sonoro fluye hacia una de mis favoritas en la que me empiezo a emocionar como es «Niágara en bicicleta», de aquí evidentemente se crea un instante religioso puesto que Juan Luis Guerra ha dedicado muchas canciones a su devoción y de aquí pasamos a otro medley importantísimo que da lugar a canciones como «Bachata en Fukuoka», «Que me des tu cariño», «Frío frío» y el esperado «Burbujas de amor». En este instante hay dos actos reconocibles que me alivia ver en vivo al artista, uno es su clásica mano tapándose la oreja, y el otro es escucharle ese dulce «mi bien».

Juan Luis Guerra durante concierto en Marenostrum Fuengirola
Juan Luis Guerra durante concierto en Marenostrum Fuengirola

Aquí llega el momento donde se presenta a todos los músicos del 4.40 del escenario, y da oportunidad mientras cantan y demuestran su maestría en los instrumentos para que Juan Luis Guerra coja el segundo vestuario cambiándose a chaleco rosa llevando una flor en el bolsillo. Se escucha una gran aclamación al sonar las primeras notas de «Visa para un sueño», para luego encontrarme con otro de mis momentos especiales ya que era una de las canciones que más me encantaba cantar de pequeña como es «El costo de la vida» (por cierto una letra a revisar que está escrita en 1992, y puede ser perfectamente de 2023), los paraguas relucen para «Ojalá que llueva café» y para que «fuengirola oiga ese canto».

Menciona a todos los países que han venido a recibirle en nuestra ciudad expresando todo su cariño y gratitud y de aquí a una de mis favoritas del disco «Fogaraté» como es «El farolito», me divirtió que aquí el propio Juan Luis Guerra cogió la cámara para grabar al público mostrando su mejor sonrisa hacia ellos, para casi culminar con el momento de nuevo creyente para la conocida «Las avispas».

El momento «propinas» donde la gente no paraba de gritar «otra, otra» dio lugar a otro cambio de vestuario del artista quién apareció con una chaqueta vaquera donde se podía leer en la espalda «Bachata Rosa» haciendo homenaje a uno de sus discos más míticos, y luce también su característico gorro negro. Fuimos llegando al final con «A pedir su mano», el momento más emotivo para mi donde conecté profundamente con mi padre y vaya interpretación con una luz preciosa hacia Juan Luis Guerra de «Bachata rosa» en la que me percaté que muchos no podíamos resistir soltar algunas lágrimas, con historias y motivos diferentes, pero todos teníamos esa sensación preciosa de desahogo, y por supuesto no faltó la celebérrima, «La biliburrina»

Me quedo con una experiencia de grato conocimiento y que la música es de las mejores artes para compartir corazones que quieren escuchar canciones que les hagan felices. Juan Luis Guerra es un artista imprescindible en repartir y hablar sobre el amor. Y en estos tiempos que el costo de la vida sube otra vez, es algo a lo que hay que apretar con fuerza y agradecer eternamente. ¡Viva la república dominicana!

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