Crónica «Keane» – Starlite Marbella
EL VUELO DE TOM CHAPLIN
Se cumple el sueño de adolescencia. El bolígrafo convertido en micrófono que presentaba las canciones de una banda británica que primordiaba un piano sublime, para marcar melodías que nos ascienden a lo más alto de la música. Esa subida ha sido una experiencia de una primera vez, un tesoro que para los que vamos atesorando los mismos años de Keane en su trayectoria musical, no tiene tantas oportunidades de aparecer. Y en este caso, ha sucedido con un brit pop, en el que el directo ha marcado un antes y después en el respeto que les tenía y les atesoro más todavía.
Todos los vuelos necesitan un despegue, arrancar con seguridad para ir desplegando las alas, coger fuerza, y marcar un camino de menos a más, que incluya sorpresas para concluir en un aterrizaje seguro, y con ganas de querer emprender de nuevo la aventura. Era la imagen que se me venía al contemplar al vocalista, Tom Chaplin, en cada uno de los temas que nos ha regalado de manera entusiasta y hasta espiritual, abriendo y cerrando sus brazos, dejándose llevar como solo la autenticidad de unas letras y armonías rompedoras calan entre todos los asistentes que nos hemos elevado desde donde estábamos, gracias a nuestro cantante protagonista de la noche en Starlite Marbella.
La puntualidad británica hace gala en el concierto. Y en esa fase descubridora encuentro varios componentes que se van a repetir a lo largo del concierto. Tom Chaplin es de los que le gusta jugar con el micro de pie, ya sea inclinado para cerrar los ojos e irse balanceando al compás del sonido de sus músicos, si lo apoya en pie, marca mucha interpretación con el cuerpo dirigiéndose mucho al público y los comienzos de las canciones van a tener al piano como marca importante para arrancar cada canción de las que íbamos a disfrutar en el espectáculo.
Así el pistoletazo de salida lo tenemos con «Can´t stop now» de su primer disco «Hopes and fears». Ese año arrancó una carrera meteórica de 20 más que irán repasando a lo lagro de todo el show. Tim Rice-Oxley hace gala de su destreza al piano, sin parar de mover las piernas, mientras baila con las teclas calentando lo que se convertirá en un apasionante espectáculo a duo con una batería que va cobrando más importancia, especialmente en los finales de los temas. Aquí también comenzamos a destacar que el vocalista se marca unos solos, en los que te cercioras que ese color de voz es único, y te retrotrae a esa habitación donde todos también volábamos mientras escuchábamos canciones como «Silenced by the night» que es la siguiente que interpreta.
Nos saluda con un «Buenas noches» a la andaluza, agradeciéndonos que hayamos querido ir a disfrutar de Keane, y nos pide que bailemos, demos palmas y cantemos con el alma. La videopantalla va marcando la atmósfera precisa para el desarrollo del evento, y escuchamos «Bend and break», retrotrayéndonos a ese primer álbum y donde los músicos intentan animar más al público a que les acompañe en esa intensidad que va a más con la guitarra de Jesse Quin. De aquí viajamos a «Nothing in my way» del segundo álbum»Under the Iron Sea». Esa ligereza en esa voz aguda que asoma falsetes impresionantes, es, sin duda, mi perdición en estos temas más melódicos resultando un vuelo más planeado que invita al cantante a agacharse y cantar con más ternura.
De manera más vertiginosa el recorrido llega a «The way I feel», uno de sus últimos temas. Tom nos reclama que seamos más felices, y lo consigue con ese ritmo disco, y esa sensación sintetizadora más acuciante. En este instante, me percato que en todas las letras tiene una pequeña coreografía que ayuda a contextualizar cada instante, al igual que las proyecciones que podemos vislumbrar en todo el show. El protagonista de la noche sigue interpelando al público haciéndonos creer que somos buenos cantantes y que nos quiere oír para unirnos a su banda, surgiéndose así «You are young».
Momentazo estelar agarrando el cielo con las manos con «Everybody´s changing». Una de las más esperadas. Aún recuerdo pensar que ese sonido era el que me gustaba que se me metiera en la cabeza como cuando Tom Chaplin ha estado cantando para si mismo cerrando los ojos, como si nada en ese momento existiera, solo escuchar, abrir las alas y soltar todo lo malo que la música puede curar. En «A bad dream» el piano copa un protagonismo espectacular, que cede la parte más importante a la batería de Richard Hughes en «Perfect Symmetry».
Los colores para saltar a la pista de baile surgen con más ganas en «Spiralling», el ritmo del concierto vuelve a ser un in crecendo importante y esto da pie a que llegue mi recuerdo más destacado. Siguiendo a Keane, hay un recuerdo imborrable en mi memoria que es un videoclip que circulaba como si fuera una montaña rusa. Esa canción se llamaba «Is it any wonder?» y era lo que yo esperaba para soltar libreta, y agarrar ese salto mortal hacia el placer musical al que he podido llegar, entre recuerdos y sensaciones actuales.
Tomándose un respiro necesario para recuperar energía, retomamos a la canción melódica, agudos que impresionan soberanamente y una sutileza estremecedora que forman parte del disfraz de «She has no time». Y adrenalina de nuevo con una de sus canciones más reconocidas como es «This is the last time». El flequillo de Tom Chaplin sigue imbatible mientras la elevación se hace más palpable con «Crystal Ball». Y no desistía con otra de las canciones esperadísimas de la noche como es «Somewhere only we know», donde nos decía a todos los asistentes de Starlite Marbella que era nuestro turno para cantar.
Marchándose en el momento propinas regresan dando las gracias con «We might as well be strangers», y personalmente me alucina la destreza a la que puede llegar el vocalista en esa interpretación tan entregada, y donde está feliz de que su público siga acompañándoles después de 20 años de dedicación y personalidad musical muy arriesgada. Llegamos, por tanto, precipitadamente al final con «Sovereign Light Cafe», con la batería cogiendo el relevo protagonista y concluyendo con «Bedshaped», agradeciendo el amor de sus «keaners» en un año fantástico que llevan de gira y con la promesa de esperar volver pronto.
«Volar es abrir las alas y dejar que el viento te lleve». Eso es a lo que hemos aspirado con Keane, y como los buenos viajes estamos ya deseando repetir pronto con horizontes musicales inesperados a los que aterrizar.
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