Crónica «La edad de oro del jazz español» – Teatro Cervantes
GOSARLO CON GENERACIONES DE BUEN TALENTO
Lo que hemos vivido esta noche en el Teatro Cervantes dentro de la 38 edición del Festival de Jazz de Málaga es un reflejo de artistas que tienen ganas de comunicar con sus composiciones, y jugar entre ellos para sacar lo mejor de si mismos de cara a que el público goce verdaderamente con las diferentes armonías y atmósferas a las que son capaces de llegar.
El equipo ha estado compuesto por Miryam Latrece a la voz, flamenca, rasgada, sensible y con mucha elegancia, Jose Carra y Lucía Rey a los pianos, con sus diferentes estilos pero mostrando la misma pasionalidad en las teclas, Irene Reig y Enrique Oliver a los saxos donde ambos me han encantado cómo han cuadrado sus velocidades, el saber estar magistral de Voro García a la trompeta, el divertimento brutal e interpretativo de Gal Maestro y Miquel Álvarez a los contrabajos, y finalmente la ensoñación y la magia de viajar a distintos universos percutivos con Andreu Pitarch y Lucía Martínez a las baterías.
En todas las versiones y composiciones propias ha habido dos denominadores comunes: el respeto y el juego. Cada profesional ha podido ceder y tener su espacio para brillar, y determinar la personalidad con la que presentarse al público, pero a la vez proyectando esa escucha activa y esa mirada cómplice donde los compañeros han estado aunados en pro de un repertorio que nos ha sorprendido a todo el público que nos hemos congregado en el Teatro Cervantes.
Y en cuanto a la diversión, tienen tanto bagaje en su experiencia profesional que han sabido entenderse en cada momento que han compartido en el escenario. Era verdaderamente bello cómo dejándose llevar por la improvisación, podían encajar cada pieza armónica hasta convertir un espectáculo en algo sorprendente y enriquecedor.
Durante el concierto nos han deleitado con «Will be together again», «My favourite things» en un juego de tinieblas sonoras alucinantes, una barbaridad de transiciones inexplicables que daban lugar a la felicidad absoluta escuchando «Before falling» de Lucía Rey, el momento tierno romántico del bolero de José Carra de «Me equivoqué» con un duelo de contrabajos que no había sido testigo jamás y que ha sido un deleite inolvidable, «Not yet» de Irene Reig, una reconocible «Ojos verdes» donde Myriam Latrece hay un instante que mira a Voro García y se la canta precioso cómo si solo existieran ellos dos en el universo, una rumba de Miquel Álvarez titulada «El apagón» o «Blues para Joshua», entre otras exquisiteces compositivas.
No soy muy de hablar de generaciones pero sí de potenciar el espacio para el talento. Esto no debería ser ocasión de un momento con un festival concreto, si no que el apoyo a que sigan buscando su personalidad libre e investigando en su música, nos permitirá llegar a fronteras incalculables y seguirlas disfrutando de patio de butacas a escenario. Un viaje que esperamos poder gosarlo nuevamente en el futuro que ellos quieran crear con sus ideas artísticas.
Deja un comentario