ILUMINANDO AL PÚBLICO CON SU VENTANA AL ALMA

Era la primera vez que he tenido la suerte de ver a Luz Casal en directo. Es de esas bandas sonoras a las que todos deberíamos pararnos un momento para ser conscientes de todo lo importante que ha generado en la música española, y para muchas mujeres.

Cuando artistas con canciones reconocidas presentan nuevo disco, normalmente soy espectadora de público muy pendiente a su ídolo, pero ferviente de querer escuchar esos temas de los que se saben al pie de la letra los estribillos, y reconfortan ese interés de haber ido al concierto para escuchar esa melodía que les ha podido hacer más reconocidos. En el caso del pasado jueves con Luz Casal, cada canción nueva de «Las ventanas de mi alma» era un regalo sonoro y con tremendas sorpresas. No es simplemente esa frase al uso de «es una artista que se está reinventando», si no que creo que la cantante y compositora se ha rodeado de los mejores talentos para aprender y para jugar con esas armonías que ha sabido mezclar con una maestría tremenda en un disco increíble que ya tengo rallado después del concierto.

Tino di Geraldo a la batería, J.M. Baldomá a los teclados, Jorge F. Ojea y Toni Carmona a las guitarras y Peter Oteo al bajo estaban colocados de manera envolvente, con la protagonista en el centro en un juego de luces sublimes como ella misma se merecía. Todo ese nuevo material arrancaba precisamente con la canción que da título al álbum, «Las ventanas de mi alma» en una proyección que asemejaba a las maravillosas pinturas de Dalí, y desde ahí la propia intérprete nos iba poniendo en un terreno en el que íbamos a disfrutar de menos a más.

Durante todo el concierto hay un amor muy particular tanto en los sonidos como en la propia experiencia de la artista hacia nuestra ciudad. Siento mucho sonido andaluz que contrasta perfectamente con estas historias que Luz Casal quiere transmitir y de ahí aparece radiante con un traje de smoking perfecto en blanco y negro, siendo la absoluta luz de la noche. Abrió las ventanas de par en par y al azar con el temazo «La inocencia», y esa producción cuidadísima que se nota en el directo me entusiasma especialmente por como está tratada la percusión en este instante.

No pensé que llegara mi momento tan pronto, aunque no podía esperarme nada siendo mi primer concierto de ella, y hay una canción que me ha ido acompañando en este momento de mi vida que es «Volver a comenzar». No puedo describir la emoción cuando lo que te pones todos los días para no sentirte solo, lo escuchas de la voz de su creadora y lo palpas con una fuerza infinita que hace que todo el dolor y sufrimiento, se transforme en admiración y amor a su arte. Gracias Luz por ese momento tan personal que no olvidaré.

El gran momento de la reconocida «Y no me importa nada» vino acompañado de unas proyecciones fabulosas donde se podía contemplar a todas las mujeres que han influido en la vida de la artista, siendo la más importante, la central, Matilde Paz Blanco, su madre. Un precioso homenaje. Nos detenemos también en una de sus canciones más especiales que es «Sentir» para luego viajar enseguida de nuevo a «Las ventanas de mi alma» y nos previene que la siguiente canción es una historia de amor no convencional que se llama «Esta escrito» donde dice algo tan especial como que «Y de repente sin saber cómo aprendimos, que un instante se hace eterno, y lo más grande es pequeño». Yo esto lo traslado no solo a un vínculo de pareja, si no que era precisamente lo que sentía hacia ella desde mi patio de butacas, los instantes se hicieron eternos y Luz Casal es una auténtica maestra de hacer que «menos sea más».

Hay algo que me llama poderosamente la atención y que considero que se encuentra en su momento actual de cómo quiere reflejar sus emociones, y es un alzamiento muy poderoso de brazos, que con la primera camisa que llevaba parecía un ave tomando el vuelo, y que gracias al juego de luces nos regalaba una atmósfera perfecta para todas esas canciones que estaba transmitiendo a su público con tanta fuerza. Es una tónica que va a utilizar como recurso en buena parte del concierto, y la verdad es que agradezco esa verdad a la hora de transmitir cada palabra.

Llega el turno de recordar el tiempo de pandemia donde la propia cantante llamaba a muchas personas para ofrecerle una mano tendida, por cierto desde la propia Málaga, y de esa necesidad que tuvo creó el tema «Dame tu mano». Precisamente en ese tiempo de Covid descubrió que precisamente Málaga era un lugar perfecto con todo en contra, pero quiso reflejar su relación con nuestra ciudad en ese momento con «Un lugar perfecto». Creo que nadie le ha podido escribir más bonito a mi tierra.

Entramos en la vertiente más cañera del concierto donde la compositora se retira el pie de micro para cogerlo con fuerza en «Besaré el suelo», también acaba alguno de sus temas agachada completamente al suelo como dando las gracias a la tierra por lo que le está pasando en ese momento, y lo repetirá en determinados momentos del show, por cierto que delicia es escucharla cantar desde el susurro y lo comprobamos con la archiconocida «Entre mis recuerdos».

Se produce un cambio de vestuario a un vestido largo con diferentes volantes que es bellísimo en color agua y tierra, y también ocurre otro instante de conexión entre mi madre y yo puesto que «Un nuevo día brillará» es una canción que le ponía en todos los discos que con tanto amor le preparaba. Además la artista hace que el público participe con mucha energía, y queda un coro muy especial para dar aún más luz a la luz que ya iluminaba esta canción.

Otra de las sorpresas de la noche fue con «Hola que tal» donde intervino por teléfono una asistente del concierto de Salamanca, y Luz aprovechó para hablar con ella. Denoto un pop más melodioso, unido a un rock más indie, con heavy y mucha mucha caña. Luz Casal se desinhibe cantando «Que corra el aire». Un cometa sobrevuela la proyección para interpretar «Quizás», una de mis preferidas de este disco donde exclama «te dije una vez y otra vez que es un mapa mi piel donde puedes leer», y con un cambio de ritmo entre el cuerpo y el estribillo que fue una auténtica delicia musical. Pero, sin duda, mi favorita, por la interpretación, la puesta en escena, la letra y el empoderamiento fue «Antes que tú». Vaya voz pude sentir de esta artistaza, me mereció la pena todo solo por esta canción.

Hablaba antes de la caña pero llegamos en este recorrido a la parte más guerrera comenzando con «Plantado en mi cabeza», «Rufino», «Loca» y «Un pedazo de cielo». Pasa poco tiempo hasta que la gente vuelve a reclamar la presencia de Luz Casal que resplandece con un vestido negro de lentejuelas para emocionarnos con la esperada «Piensa en mi», y sorprenderme gratamente con su versión de «Negra sombra» que tanto me alucinó en la banda sonora de «Mar Adentro» de Alejandro Amenábar. El bolero y diferentes cambios de ritmo hacen presencia en el Teatro Cervantes para bailar en una de las canciones que nos faltaba por descubrir de este último álbum, «Suave es la noche».

El remate fue el apasionante «Te dejé marchar» donde la propia artista bailó con un desenfreno brutal que me encanta verle darlo todo y transmitir esa energía tan adictiva, sentir esa potencia de su voz tan apasionante y la interpretación de sus manos que tocan lo que ella quiera iluminar.

Le doy permiso a que investigue y abra todas las ventanas de mi alma, y las que se encuentre. Es fácil jugar a que ilumina lo que crea porque lo lleva en su nombre. Pero creo que hay que destacar esa verdad que sorprende, y cuyos mensajes fueron más necesarios en un lugar perfecto como es Málaga. Que suerte tenemos de poder contar en nuestra país con una artista tan respetuosa con el arte. Es un ejemplo de vida al que seguiré escuchando para seguir aprendiendo y emocionarme con valores, y amor a la música. Brindo por muchas más suaves noches.

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