Crónica «Sheryl Crow» – Starlite Marbella
Y NOS HIZO HAPPY
Escuchar a Sheryl Crow es volver a los 90 y poner música para que tu casa la recogiera. Es de esas artistas de las que has adoptado muchos temas en tu vida común, sin tú saberlo. Para averiguarlo, me desplacé a Marbella para disfrutar de su concierto y sus increíbles músicos en la cantera de Starlite. Este festival está logrando que pueda sentir y descubrir en directo a grandes cantantes que son importantes en el mundo de la música internacional, y anoche fue el caso de esta compositora estadounidense a la que pude ir marcando detalles que forman parte de su espectáculo. Una mujer comprometida, con voz aguda y peculiar para lo que es un rock más profundo pero que también navega perfectamente en mareas del pop.
Una tónica que va a marcar todo el concierto es el cambio continúo de guitarras. Y esto sucederá en todas las canciones, y de una manera acelerada al concluir cada tema, con lo cual el show marcó un ritmo frenético que no cesó y que fue una delicia para el público asistente al certamen marbellí. De hecho, prácticamente se pusieron ya en pie sonando los acordes del .Start me up de los Rolling Stones, con lo que los músicos de la protagonista de la noche fueron saliendo al escenario, ambientando con proyecciones que mostraban el nombre de la cantante en letras doradas. Ella hizo acto de presencia con pantalones de cuero negro, top con cuello halter que denotaba un poco de brilli brilli, y ya demandaba palmas a sus fans mientras expresaba el primer «hola» del espectáculo.
Si digo que arrancamos el concierto, tampoco utilizo un mal término. La primera de las canciones que nos interpreta es la creada para la banda sonora de la película «Cars», llamada «Real Gone» (me hubiera gustado más que interpretara la que hizo para James Bond, pero todo no se puede pedir siempre). De súbito, sorprendió a los asistentes con su uso de la harmónica. Y en este tema ya podemos intuir las bases del rock que han albergado a esta intérprete. Teclados muy potentes remarcados con la percusión, y las guitarras que bailan en muchos solos durante todo el concierto. Los coros también son una marca de la casa que ayudan a elevar el final de cada letra a lo más alto.
En «A change would do you good» sentimos ese puro rock con el que disfruta Sheryl Crow. Se siente cómoda con su guitarra y haciendo que su voz aguda, marque una fuerza gravitatoria que tambalea cimientos emocionales, especialmente en ese falsete final. Me gusta ver ese cuidado exquisito por este estilo musical más una complicidad absoluta entre todos sus músicos, que se conocen y se divierten. La profesionalidad está ligada al saber jugar y disfrutar en el escenario.
Es la ocasión para que coja el micrófono para hablar en inglés alegrando a los asistentes porque explica que cantará canciones que conocemos de siempre. Y es el turno de «Run baby run». Aquí aparca más la guitarra, y podemos contemplar su faceta más transmisora con una de sus letras más profundas, se nota que disfruta y se le escapa en ocasiones una sonrisa por la que podemos percibir esa faceta más dulce. Es además una de las ocasiones con las que se gusta en el final dejándonos boquiabiertos.
En el viaje musical continúamos a ese comienzo reconocidísimo de la batería y ya empezamos a ponernos en pie con «All I wanna do». Y es eso lo que queremos, solo tener diversión. También nos regala un «well done» al público al seguirla con el estribillo. De aquí proseguimos a «Favourite mistake» con una declaración previa de la artista preguntándonos que quién no ha tenido un error en el amor en el pasado del que aprender. Y nos ofrece hasta la solución: solo tienes que escribir una canción.
Nuevamente nos habla de la bonita noche en un lugar increíble como es Starlite Marbella y empieza a sonar «Strong enough», a mitad de la canción el cambio sonoro que marca la guitarra es absolutamente precioso y hasta la propia Crow se anima a bailar en medio del escenario. De aquí nos recuerda que pisó España en 1989 junto a Michael Jackson (al que imita en Billie Jean), y que ahora está feliz en América con sus hijos de 14 y 17 años, y remarca uno de los aspectos que quería conocer de esta cantante en su apoyo a diferentes causas de compromisos sociales. Presenta a sus músicos y también destaca su nuevo disco titulado «Evolution», dedicado precisamente a sus pequeños para dar esperanza aunque le tengamos miedo al futuro, del que nos regala el tema que da título al álbum.
Aterrizamos en la sorpresa de la noche. La artista decide homenajear a Cat Stevens y hacer una versión del «The first cut is the deepest». Sin saberlo, también le hizo esta dedicatoria a mi padre que era una canción que le encantaba y en la voz de esta mujer ha sido un placer disfrutarla desde mi asiento. Que delicadeza y que elegancia más apropiada para una letra tan especial.
Llega más rock and roll. Y vaya duelo de guitarras como si estuvierámos en una película del oeste que ponen la noche en lo más alto llegando peligrosamente al final. Y qué esperada ha sido «If it makes your happy», para seguidamente hacer una canción que no me acordaba que era de ella y que también es súper reconocible como es «Soak up the sun». Incluso la propia Sheryl Crow se contagia de un público en pie para abrir más los braazos y sentirse más cómoda. «Everyday Is a Winding Road» es la excusa para que se ponga la guitarra atrás en buena parte de la letra aercándose más al público y preguntándonos como seguimos en el concierto, y hacer ese momento abandono en el que sabemos que enseguida regresará.
El momento propinas se remata con rock and roll, pero le agradezco que concluya con lo que sin duda ha sido lo que más me ha gustado saber de ella que es su voz en balada, con sonidos sutiles acústicos para despedirse con «I shall believe». Puro rock and roll del que no puedes desviar la atención y agradeces que se mantenga esa clase y esencia, que hace surgir las emociones más puras. Seguimos en «evolution» con esta artista de nuestra vida que no para de crecer y marcar las etapas que nos quedan.
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