EL MUNDO ESTÁ VUELTO DEL REVÉS

Anoche disfrutamos de nuestra primera representación en el Festival de Teatro Clásico de Olmedo. Se trata de la quinta adaptación que realiza la compañía, Noviembre Teatro, de Shakespeare. Y han escogido la tirana figura de Ricardo III interpretado por un brillante Arturo Querejeta con el que tuvimos la ocasión de hablar previamente al pase que pudimos ver en la Corrala Palacio del Caballero que registró un lleno absoluto. Gracias a estas consideraciones pudimos entender aún más la psicología e idiosincrasia de uno de los personajes más característicos del prolífico autor inglés.

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P: Es uno de los personajes de la literatura donde más se puede contemplar el ansia de poder

Arturo Querejeta: Sobre todo por la maldad que encierra. Es alguien seguramente despechado por su deformidad y porque la naturaleza no ha sido muy grata con él y decide ser malo. Lo dice desde el principio de la función, «voy a ser malo, voy a maquinar traiciones, voy a hacer las mayores iniquidades para poder llegar y detentar el poder». Fundamentalmente, yo lo que me he planteado es ahondar en ese personaje y hasta qué punto tiene sus razones. Hasta en los personajes más oscuros, hay que contar las razones para defenderlos. Una cosa es que estés de acuerdo con él como persona pero lo complicado es mostrar un rey tan infame y buscarle que hay debajo de toda esa infamia.

P: Que el espectador no etiquete, por tanto, a un personaje de estas características

Arturo Querejeta: Siempre decimos en Noviembre Teatro que huimos como de la peste de los personajes de cartón piedra. No hacer el malo malísimo, el bueno o la pacata e intentar trasladar al público un ser humano con sus luces y con sus sombras, que alguna luz tendrá. Muy pocas, realmente poquísimas. Casi al final de la función, hay una especie de acto de conciencia que llama a su corazón pero dice «¿para qué?, si yo no puedo apiadarme de mi mismo, ¿quién se va a apiadar de mí?». Es el único rasgo de humanidad que le he encontrado a este personaje pero entre unas cosas y otras es lo que hay que intentar, mostrar a un ser humano con sus luces y sus sombras.

P: Igual nosotros mismos somos capaces de tener esas sombras, aunque no lo reconozcamos

Arturo Querejeta: La condición humana es capaz de lo mejor y de lo peor. Somos capaces de las acciones más nobles, más virtuosas y de las acciones más execrables. Ahí nos movemos y el teatro es precisamente donde juega a mostrar al público qué es lo que está pasando y porqué está pasando. Es muy curioso porque, en este personaje te plantea una serie de preguntas y es ¿nos gobiernan los más justos?, ¿los más honrados? ¿los más preparados?, es decir, ¿nos gobiernan los mejores? Y también como coronario de esa pregunta, otra que inmediatamente surge es ¿qué responsabilidad tienen los ciudadanos en todo eso? Ese es el gran tema que hay por debajo, ya no sólo la maldad tan asustante y tan evidente y lo que desprecia la frivolidad de los tiempos, sino que lo que sugiere es cómo alguien a través de semejantes tropelías puede llegar al poder y como hay alguien que lo consiente. Que responsabilidad tiene en esto, la gente que, de alguna manera, no sólo el círculo político que aúpa el poder por intereses a una persona, sino los propios ciudadanos. Hasta qué punto son co-responsables. Esa es la guerra en valor y la gran actualidad de un «Ricardo III» escrito hace 400 años.

P: Es una tendencia muy actual el exonerarnos de nuestras propias responsabilidades como ciudadanos

Arturo Querejeta: Es lo que está pasando en este país y en todos los países. Nos quejamos de la corrupción pero luego no pagamos el IVA cuando te vienen a poner un enchufe. Es un procedimiento educativo y la educación, como ya todos sabemos, es a largo plazo como la cultura. A corto plazo, no puedes mirar sólo a través de generaciones, el poso que ha quedado de un sistema educativo o de apostar por la cultura. Eso se cambia con tiempo, esfuerzo, ganas y decisión política. En eso estamos.

P: Aquí no tenemos Ricardos III, por ahora, pero es que no tenemos nada

Arturo Querejeta: Esto es una especia de noria en la que nos hemos instalado y parece un bucle en el que cada uno se calienta la boca diciendo que ante todo está el país y que los intereses de partido, no, pero luego constantemente, en cualquier declaración, manifestación o decisión, se ve la inclinación partidista. Porque saben que si uno apoya a otro, está perdiendo votos por otro lado y si no, se va a enfrentar a una parte del electorado. Así que estamos en un bucle.

P: No es una postura tirana como la de Ricardo III, pero es el mismo egoísmo

Arturo Querejeta: Evidentemente. Los partidos hacen su trabajo y su labor y, de nuevo, vuelve a rugir la co- responsabilidad de los ciudadanos. Hay gente que vota a un partido porque ha votado toda su vida y no va a volver a votar a otro. Hay gente que aunque haya caído lo que haya caído en el partido, siguen votándolo y siguen saliendo corruptos e imputados. Hay otros que son los que vienen de nuevas que no hacen más que recalcar precisamente eso pero tampoco esgrimen unas soluciones claras y evidentes en las que puedas seducir al electorado.

P: Volviendo a «Ricardo III», esa complejidad física más toda esa oscuridad te habrá tenido que suponer un gran esfuerzo para preparar a este personaje

Arturo Querejeta: Más que físico, es una cuestión mental. Yo siempre lo digo, físicamente hay que estar preparado porque yo tengo una cierta edad y es evidente que te exige una compostura física clara. Lo demanda el personaje. Pero fundamentalmente es de concentración porque es un tipo que está a la que salta. Él está diciendo una cosa pero, en ese mismo momento, está maquinando otra. Está mirándote a tí pero, en el fondo, está mirando a ver que están pensando los demás. Tienes que tener como una especie de pararrayos de todo lo que está sucediendo para no perderte nada. Ese nivel de concentración es lo que más agota pero físicamente también es un palizón.

P: Corrígeme si me equivoco pero ¿es el montaje de Noviembre Teatro que te ha exigido más esfuerzo?

Arturo Querejeta: Posiblemente. El Yago de «Otelo» también se las traía porque era otro epítome de la maldad. Ese era terrible también. Porque Ricardo tiene un punto irónico y es divertido. Llega a tal grado de maldad y le importa tan poco el género humano que llega a divertirse con sus propias tropelías. Es un irónico constante e incluso llega al cinismo. Un cinismo bárbaro, negro y cruel. Pero es divertido. Es ese atractivo que tienen los malos cuando de repente dices «¿cómo es posible esto?» y le das la vuelta y te puedes llegar a reír de una situación realmente dantesca. Porque Shylock de «El mercador de Venecia» del año pasado, tiene una complejidad pero es más interior y físicamente era menos cansado. Y me estaba acordando del bufón Feste de «Noche de Reyes» que recuerdo con excelente cariño porque era muy divertido, pero también físicamente te exigía mucho porque tenía que cantar.

P: Es decir, que tendré esa sensación que como espectadora, a veces, me inquieta de reírme con Ricardo pero luego sentirme mal por haberlo hecho

Arturo Querejeta: Pero eso es bueno. Yo lo que quiero conseguir es que la gente se ría y luego le quede la sonrisa helada en la boca.

P: Personalmente, tiene que ser muy atractivo interpretar personajes tan alejados de tu realidad

Arturo Querejeta: Los personajes más alejados de lo que tú piensas y de cómo te comportarías, por un lado son los que te exigen más esfuerzo pero por otro, son los que te abren más camino. Los que te ofrecen más posibilidades. Es muy interesante hacer un transcurso sobre un camino desconocido e intentar hallar los comportamientos de porqué ha llegado a ese tipo de disquisiciones. Alguien tiene que hacer de Hitler, otra cosa es que estés de acuerdo con el nazismo. Ese tipo de personajes, te abre una cantidad de puertas que dices «aquí está todo». Además, los tiranos generalmente siempre tienen una ambivalencia. Pueden ser absolutamente sanguinarios y, luego, caérseles la baba jugando con el perrito. Ahí hay algo apasionantemente negro y oscuro del alma de la condición humana pero que te abre unas puertas y posibilidades a nivel de trabajo y de investigar qué está pasando ahí.

P: Aquí volvéis a utilizar la música en directo como un elemento más

Arturo Querejeta: Siempre. En Noviembre Teatro, la música en directo es fundamental porque no es sólo una apoyatura que remarca determinadas cosas en determinados momentos o que subraye las acciones, es un elemento más. Es una atmósfera en la cual nos metemos y a nosotros, como actores, nos viene muy bien. Te ayuda mucho. Oyes unos compases y esa atmósfera te crea ya un envoltorio que te hace caminar mucho más fácilmente

P: ¿Te dificulta el tener que cantar con tus personajes?

Arturo Querejeta: Soy muy aficionado a la música. Por otro lado, Eduardo Vasco es un melómano fulgurante. Tiene la carrera y sabe muchísimo de música clásica y contemporánea. Llevamos tantos montajes así que no concibo una función sin una música. Hay momentos en los que, de repente, sabes que hay una acción o que se produce determinada frase, y se produce una música que te eleva.

P: ¿Estar en Noviembre Teatro te da la estabilidad de hacer este tipo de proyectos?

Arturo Querejeta: Esto es una apuesta y un modelo de hacer teatro. Es una compañía privada que ha apostado por un determinado modelo suicida. Somos 11 en la compañía y 17 en gira. Para una compañía privada, esto es un suicidio. Es muy complicado. En todo el Estado, no habrá más de tres o cuatro compañías así y llevaran, a lo mejor 5 o 6 personas. Nosotros somos 11 con el piano que cobra más que nosotros porque hay que afinarlo en cada sitio. Ese es el modelo por el que apostamos. Porque sino vamos a acabar todos los actores con un monólogo debajo del brazo y vamos a acabar aburriendo a las vacas. La crisis ha propiciado este tipo de montajes de pequeño formato y nosotros queremos seguir haciendo las grandes obras, los grandes textos y con adaptaciones. Lo que no podemos es hacer la función con 22. Hay actores que doblan personajes. Hay adaptaciones en las que hay personajes que salen fuera. Pero respetando, por supuesto, el espíritu del gran Guillermo.

P: ¿Por qué Olmedo es un sitio especial?

Arturo Querejeta: Ya por el festival en sí. Olmedo es ya uno de los grandes festivales de verano de clásicos de España. Hay media docena de festivales que tienen un peso porque ya son referencia. Aparte que aquí se celebran unas jornadas y hay todo un mundo alrededor de especialistas, filólogos y catedráticos que sustentan todo esto. Y ya el sitio en sí. Actuar en la Corrala al aire libre es muy especial. Por un lado, te exige también mucha concentración y un esfuerzo mayor pero, por otro lado, sales muy recompensado porque se produce un ambiente especial. Además, también el pública va de una manera especial y lo notas. No es lo mismo la función en un teatro en Madrid un miércoles o un viernes por la noche que, de repente, estar ahí en esa Corrala en la que se produce una magia y ua comunicación con el público especial. Eso es fundamental.

P: Entre el esfuerzo de las compañías como la vuestra, que se sigan manteniendo estos festivales y nosotros como periodistas difundiendo, conseguiremos ser esa aldea de Astérix que resiste al invasor

Arturo Querejeta: Hay que estar en la resistencia. Somos unos kamikazes del teatro. Nos metemos en unos fregaos que asustan pero esa es la apuesta y es el reto. En unos momentos como estos, en la tan cacareada crisis y sus recortes cuanto más difícil nos lo pongan, debemos seguir apostando y aceptando ese reto. No dejarse vencer por las circunstancias, a base de situaciones complicadas, pero para eso estamos. Hay que seguir manteniendo este modelo y esta compañía.

En la Corrala Palacio del Caballero desgranamos todos estos ingredientes que Arturo nos detallaba con claridad. Actores que se desdoblan ante una interpretación realmente majestuosa. Arturo es de esos personajes que sabe pisar con fuerza el escenario y tiene esa atracción magnética hacia cada uno de sus gestos y miradas. Ha sabido darle su esencia propia a este Ricardo III, especialmente y deliciosamente irónico que juega con el público hablando directamente hacia ellos. El juego de escenografía con la música tan bien preparada para dar ese ambiente de ansia de poder y traiciones a cada instante, es un ejemplo de cómo conseguir que el tiempo se te pase volado y que tengas que estar absolutamente concentrado de todo lo que sucede en escena.

Noviembre Teatro vuelve a conseguir una adaptación que sorprende con un final cerrado por todo lo alto con una gran ovación de todo el público de Olmedo al postrar esa cabeza de caballo en todo lo alto de esa torre de muertes y exclamando con toda la fuerza que Arturo Querejeta podía echar con su buen trabajo ese ¡Mi reino por un caballo!. Un absoluto placer haber sido testigo de todas las sensaciones diferentes que evoca este montaje.

Si queréis escuchar la entrevista con Arturo Querejeta, sólo tenéis que pinchar en este enlace:

http://www.ivoox.com/entrevista-arturo-querejeta-ricardo-iii-olmedo-audios-mp3_rf_12246607_1.html

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