EL ABRAZO CON OLOR A LAVANDA

Reyes Monforte. Fotografía de Tamara Ramírez.
Reyes Monforte. Fotografía de Tamara Ramírez.

En general, nos resulta bastante doloroso hablar sobre nuestros momentos vitales más duros. Son huellas que no desaparecen y que se va aprendiendo a vivir con ellas en el tiempo. Todos siempre de una manera diferente. Lo interesante que ha conseguido la periodista y escritora, Reyes Monforte en su último libro, «La memoria de la lavanda», es plasmar diferentes características muy identificables sobre los diferentes pasos del duelo en los personajes que aparecen en esta historia. Desde el olor de Málaga a biznaga, hemos querido entrevistarla para que nos hable sobre la novela.

P: Cualquier lector se puede sentir identificado con algún aspecto de «La memoria de la lavanda»

Reyes Monforte: Está teniendo mucha acogida gracias a los lectores,a los libreros y a los medios de comunicación con espacios como el tuyo. Lleva diez días en las librerías y ya está entre los diez más vendidos, con lo cual solo queda decir gracias, gracias, gracias y gracias. Más que el lector pueda coger este libro como una terapia, que a lo mejor no suena muy apetecible, un lector el otro día me dijo que «La memoria de la lavanda» era como un abrazo y me gustó mucho esa idea. Todos podemos ser la protagonista, Lena, o todos podemos ser los amigos o la familia de Lena. Todos sabemos lamentablemente cómo se vive una pérdida, todos hemos tenido a una persona querida que se nos ha ido y aparte del momento de la muerte, que por supuesto es un bofetón, luego queda casi lo peor. Cómo se vive y se gestiona esa muerte, ese vacío, esa soledad y esos recuerdos. Al principio hacen daño y te gustaría olvidarlos, por ejemplo con las fotografías, hay muchas personas que cuando pierden a alguien querido, no pueden verle en fotografías porque les hacen daño, pero sin embargo con la perspectiva del tiempo, esas fotografías, esos mensajes de móvil o la ropa de la persona que ya no está, pues puede ser como un abrazo o como la gasolina para seguir con la vida. Al principio crees que va a ser imposible, pero luego siempre hay una luz al final del túnel. Por eso yo digo que «La memoria de la lavanda» no es un libro triste. Nace de una situación triste porque Lena pierde al amor de su vida pero también hay esperanza y humor en el libro como esas conversaciones de Lena con la familia. Como dirían en Costa Rica, es pura vida.

P: Es muy interesante cómo has logrado reflejar las diferentes experiencias cuando cualquier persona pierde a su ser querido

Reyes Monforte: Lena es una fotógrafa retratista que pierde a su marido, que es el amor de su vida, Jonas, que es un cardiólogo de prestigio y a los dos meses de perderle, tiene que hacer un viaje de 48 horas, no sólo físico que va desde Madrid a un pueblo de Guadalajara que se llama Brihuega, pero en el libro aparece como «Tármino», y va allí porque es la última voluntad de su marido para esparcir las cenizas en su pueblo natal y en esos campos de lavanda. En esas 48 horas, existe el viaje físico pero se convierte en un viaje existencial. Hace un recorrido por lo que fue su historia de amor, su vida, sus recuerdos y su memoria. Aparecen las partes oscuras que, casi siempre, suelen venir por la parte de la familia de Jonas, por ese cuñado que todos tenemos que no soportamos, pero también por amigos. Lena cuando entierra a su marido y vuelve al hogar de los dos, recibe un bofetón porque huele a él, y eso le da cierto consuelo porque si huele a él es porque su presencia está aquí. Es verdad que cada uno reaccionamos de una manera, y nunca se supera porque está en nuestra mochila y con el tiempo lógicamente se vuelve un poco más suave. Hay momentos en los que, a lo mejor han pasado diez años y de repente se ve algo que nos recuerda a ellos, y te vence el llanto. Pues no pasa nada porque es muy natural y es muy sano. No es biográfico pero sí que es verdad que «La memoria de la lavanda» es el libro que tiene una carga emocional y personal más fuerte, pero es lógico porque yo también perdí al amor de mi vida, a mi marido, hace cinco años. Y es verdad que yo tenía la necesidad vital de compartir esto con los lectores, pero no mi pérdida sino la sensación de vacío, de orfandad y de que te levantas y dices, «¿qué hago aquí si no está él?», «mi vida no tiene sentido sin él» o «le dije mil veces que no podía vivir sin él y sigo viviendo», y lo interpretas casi como una traición. Todo ese mundo, que es un poco surrealista, absurdo y que lo piensas ahora diez o quince años después y dices, «anda que las cosas que yo pensé y viví», son cosas lógicas porque en ese momento es cuando las tienes que vivir y se gestionan como quieras. Al final se trataba de hacer una novela entretenida que es lo que yo creo que tenemos que hacer los autores.

P: ¿Cómo fue el proceso de creación y el término del mismo?

Reyes Monforte: Es verdad que cada uno necesitamos nuestro tiempo, para el duelo, para superar un fracaso o para vivir una historia de amor. Cada uno se gestiona la vida como puede. Este libro nació de una pérdida que yo tuve, pero yo no era consciente que en ese momento estaba naciendo ese libro. Yo recuerdo que a los dos años de perder a mi marido, editores, compañeros y periodistas me decían «¿y por qué no escribes algo sobre eso?». A mí cada vez que me decían eso, pensaba «yo no quiero utilizar al lector como psicólogo». Porque cada lector tiene su trauma, su historia, su drama y sus pérdidas y sólo faltaba que, encima, cuando acudiera a una novela tuviera que comerse el marrón de los demás. Sin embargo, lo intenté y les hice caso para ver que salía. Fue un desastre, no salían las palabras y aquello no tenía forma de novela. Si hubiese publicado aquello me hubieseis matado todos y con razón. Yo tenía ganas de vaciar un poco lo que se estaba viviendo, pero no salía. Yo escribí otros dos libros en ese periodo y cuando se cumplieron cinco años de la pérdida, por casualidad y por destino, un día unos amigos me dijeron de comer en Brihuega (Guadalajara) que es un pueblo conocido como la Provenza española porque se pone precioso, son como mil hectáreas de lavanda que resulta una maravilla. Y fuimos a vivir el festival de la lavanda y pasar allí el día. La verdad es que cuando llegué allí, todo el pueblo teñido de violeta, desde los castillos hasta las fuentes, las calles, balcones y viviendas, que terminan además celebrando un concierto al final en mitad de esos campos de lavanda, me resultó algo maravilloso, una experiencia impresionante. Yo tenía la historia y los personajes pero no sabía donde ubicar esta novela y eso me estaba frenando mucho. Tenía pensado ambientarla en el Mediterráneo pero como a mi marido le gustaba mucho, no creía que pudiera tener la distancia emocional suficiente para que no me frenara y pudiera escribir con verdad y autenticidad. Cuando vi esos campos de lavanda, ya sabía que tenía el escenario y fue como cuando sacas una cereza de un tarro, que va saliendo una tras otra, un poco como la memoria y los recuerdos, y salió casi sola. Yo pensaba que me iba a costar más y la verdad es que lo escribí tranquila. Quizás también porque la lavanda tiene esas propiedades calmantes y yo creo que fue como una señal. Terminar de escribirlo fue como una llegada a meta. Es verdad que los autores tenemos la suerte de utilizar la ficción como una excusa para contar las cosas que vivimos, que sentimos y que nos emocionan, nosotros en primera persona o que vemos que alguien cercano lo hace. La verdad es que me quedé muy a gusto porque, además, con el juego de la literatura te puedes permitir incluso rebatirle ciertas cosas a la vida a través de la ficción.

P: Lena es una protagonista que no tiene miedo a reconocer que tiene dudas

Reyes Monforte: Lena podemos ser cualquiera. Hombre o mujer, da lo mismo. No es casualidad que Lena sea fotógrafa retratista porque la fotografía es la memoria de lo vivido. Yo creo que «La memoria de la lavanda» es una gran fotografía, una fotografía en la que podemos aparecer todos y todos quedamos retratados en esa fotografía antes o después. El otro día un compañero fotógrafo me dijo, «tú fíjate a partir de ahora cuando cojas una foto, mira la foto y verás cómo siempre falta alguien, echas de menos a alguien en esa foto, y de la misma manera en esa foto también sobra alguien o más de uno, incluso». Muchas veces los fotógrafos ven cosas que la gente no nos damos cuenta, ellos ven detalles que marcan la diferencia. Por ejemplo Lena es fotógrafa retratista porque puede ver en un rostro, el significado de cualquier gesto, de esos pequeños detalles, que son los que definen la vida y también procesos y emociones como la muerte, el duelo, el vacío, la venganza o esos secretos familiares que se va encontrando Lena en ese viaje de 48 horas y donde vive de todo descubre secretos que ni siquiera sabía su marido. Como dice Lena, «se van heredando tanto los afectos como los odios», Lena pasa a querer mucho a la gente que Jonas quería mucho y a odiar mucho a la gente que Jonas odiaba mucho. Yo creo que ha quedado una trama bastante curiosa y esas conversaciones de Lena con los amigos, que son su verdadera familia, porque una cosa es la familia que te viene impuesta que es la que te ha tocado y si sale buena, fenomenal, y si sale mala pues mejor alejarse lo antes posible, pero la familia verdadera de una persona es la que la persona decide. Los amigos con los que quiere estar cerca y con los que quiere compartir los buenos y los malos ratos. Esas conversaciones que tienen entre ellos, que hablan de todo y es como una especie de catarsis, está muy conseguido en la novela porque, además, todos hemos tenido alguna de esas conversaciones.

Reyes Monforte durante nuestra entrevista. Fotografía de Tamara Ramírez.
Reyes Monforte durante nuestra entrevista. Fotografía de Tamara Ramírez.

P: Después de tus siete libros publicados, no has cesado de contestar siempre a tus lectores, tanto en las firmas y presentaciones como en tus redes sociales

Reyes Monforte: Sólo faltaba. Igual que ellos se molestan en decirte, si les ha gustado el libro o preguntan cuando voy a su ciudad, ¿cómo no les vas a responder?. Yo intento responderles lo antes posible, pero ahora que estamos en promoción, igual tardo unas horas más o un día más, pero siempre hay que responderles por educación. No sólo en redes sociales sino en la vida normal. Si alguien te dice algo con educación, tú le contestas con educación.

«La memoria de la lavanda» está dedicada al amor de su vida, José Sancho. Ese motor que nos sigue empujando a pesar de perder a nuestros seres más queridos. En este caso, Reyes Monforte, ha logrado crear esa trama que te abraza y te ayuda a superar tus propias inquietudes. Es ese momento en el que la literatura cumple muchas más funciones, que incluso la más entusiasta que es volar la imaginación con las palabras, y es que logra acompañarte para que te sientas arropado en esos sentimientos más internos, que normalmente pensamos que sólo nos corresponden a nosotros. Huelan estos campos maravillosos, son aromas imprescindibles para un disfrute seguro.

Si queréis escuchar la entrevista con Reyes Monforte, sólo tenéis que pinchar en este enlace:

http://www.ivoox.com/entrevista-reyes-monforte-la-memoria-la-audios-mp3_rf_25912284_1.html

¡Compártelo!
Share on Facebook
Facebook
Tweet about this on Twitter
Twitter