Crítica «Cleopatra enamorada, el musical» – Festival de Teatro de Mérida
ISIS RENACIDA
Nunca imaginé encontrarme el amor desenfrenado a ritmo de rock progresivo dentro del marco del Festival de Teatro de Mérida. El director, Ignasi Vidal, ha encontrado un vehículo artístico para desgranar todos los sucesos trágicos de las relaciones entre Cleopatra, Marco Antonio, Demetrio, Cesarión y todos los roles importantes que marcaron la trayectoria de esta mujer como reina de Egipto.
Respetando ese formato artístico, se nos presenta un preludio donde ese estilo de rock sinfónico va cobrando fuerza a medida que vamos conociendo más información acerca de las emociones de los personajes principales, y los que dependen de estos protagonistas. Los círculos que se van generando por los giros de la trama se van cerrando hacia la tragedia que conocemos, rodeada de un ambiente de más calma, con más pausas en los diálogos y unas canciones donde el fraseo debe pesar mucho más, para que esos sentimientos broten a través de esas letras.
Hay un claro homenaje hacia las mujeres fuertes que deciden manifestar sin temor sus anhelos, a pesar de las consecuencias que les puede acarrear. Natalia Millán era la perfecta diosa, siendo lo mismo en cualquier detalle que quiera intepretar encima de un escenario. Ella lo domina y lo controla, pero lo más excepcional es el respeto que tiene hacia su profesión y hacia el público. Se lo ha trabajado verdaderamente para admirarla, ha tenido un exquisito cuidado en mostrar esa vulnerabilidad y ha emprendido una fuerza contagiosa que hace que todo el montaje luzca de manera sobresaliente. Y que voz tiene, es increíble todo lo que es capaz de transmitir con su buen hacer en el oficio. Hace verdaderamente que tu alma regrese siempre a casa. Particularmente, me hace seguir creyendo en el teatro. Me ha estremecido especialmente en ese monólogo con su herida de ausencia y rota de dolor, y cuando reivindicaba que viniera más Cleopatras a recoger sus pedazos para dar gloria a su tierra. Es un lujo tremendo testigo de ese talento para hacerme llegar todas sus sensaciones
Del resto del elenco, que destaco a un coro que sobresalta los vellos de tu piel cuando cantan al unísono y dan rienda suelta de movimientos controlados, dentro de lo que parece un caos, en esa variedad de estilos dentro de ese rock artístico con mucha percusión y golpe de guitarra, me van a permitir que me rinda ante alguien a quién admiro desde hace mucho en un terreno que pocos saben llevar tan bien como él como es la comedia, y es Álex O´Doguerty. Ha sido un regalo escucharle desde otras tesituras, desde un hombre que se da cuenta que quiere recuperar a su amada, y se rinde ante el perdón a pesar de su orgullo, la incertidumbre de regresar y no saber la acogida de su enamorada, y especialmente cuando cantaba en conjunto con Natalia Millán era un gustazo único disfrutarles (que belleza ese «amor mio»). Es una evolución en su carrera que me alegra enormemente haber podido ver desde mi asiento en este enclave tan único, donde le he visto especialmente feliz de estar en esta oportunidad, y creo que me va a seguir sorprendiendo mucho más en su trayectoria.
La dificultad creo que radica en que, obviando que está todo bien hilado y es fácil seguir el ritmo del texto, todo la representación se hace larga. Y creo que es por la idiosincrasia de ese género musical que forma parte del conjunto de «Cleopatra enamorada, el musical». Por momentos el diálogo se hace con más fluidez, pero en otros hay excesiva información que no se cuenta de manera ágil, por momentos la música es un rol que aglutina la escena y su contenido, pero por otro ejerce una función transitoria que se extiende en el tiempo donde se aporta más que la contemplación de todos esos cambios de escena, sin ayudar a que ese recorrido mantenga la tensión del espectador y se descentre, y finalmente por momentos algunos versos de los temas me faltaría algo de complejidad para no darle un cariz tan fácil a la situación que se está transmitiendo.
Eso si, hay detalles de los diálogos que si que me han inspirado mucho como la definición de la soledad de una reina que es vivir sin un propósito. Estas reflexiones eran interesantes en esos diálogos genialmente potenciados por los intérpretes. Igualmente la escenografía es todo un acierto por el juego principal del comienzo enseñando los dos mundos diferentes de Cleopatra y Marco Antonio, y cómo permite junto a la música en directo dar la majestuosidad necesaria para muchas de las escenas que lo precisan.
Un templo como este Teatro Romano de Mérida es un antídoto ante cualquier adversidad incluso contemplando las lágrimas de Cleopatra, cautivándonos con su melancolía.






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