LA CASI PERFECCIÓN QUE RESULTA PERFECTA

Rueda de prensa de "Casi 40". Fotografía de Víctor Almazán.
Rueda de prensa de «Casi 40». Fotografía de Víctor Almazán.

Creo que uno de los valores que tiene el cine en esa búsqueda de la identificación del espectador, es que hay historias que por el momento personal de quién las contempla, pueda sentirse mucho más conectado a esa trama que otro público diferente. Si a esto le añadimos, el toque incuestionable y que logra atraparte desde el primer instante de película, como así sucede en «Casi 40» de David Trueba, nos encontramos ante el film que, en conjunto, logra tener un equilibrio de calidad en todas las facetas importantes a la hora de disfrutarlo.

Después de 20 años que el realizador estrenara «La buena vida», precisamente con los mismos protagonistas que esta película en su reparto, Lucía Jiménez y Fernando Ramallo, nos encontramos otro momento de sus vidas en los que interpretan a una cantante que realiza una gira por centros culturales y bibliotecas gracias a la ayuda de su amigo de toda la vida. Ella triunfó y decidió dejar su carrera por formar una familia, y en esta historia donde encontramos ese límite donde la nostalgia empieza a cobrar más protagonismo que lo que uno va viviendo, ambos van recordando lo mejor de su época vivida y aceptan tanto los acontecimientos como lo que le depara seguir viviendo el momento presente.

Entre los aspectos más interesantes por los que merece la pena vivir el viaje de «Casi 40», nos encontramos el gran vehículo que te hace dejarte llevar por todo lo que les pasa que es la música. Ese hilo que va narrando no sólo como banda sonora sino como un personaje igual de importante que ellos mismos, y que da las razones de las muchas explicaciones que se dicen, y las que se cuentan menos, por eso las canciones funcionan a varios niveles. Entre el repertorio nos encontramos un tema compuesto por el propio David Trueba y Rosa León a la que tiene un cariño antropológico ya que la compuso con 18 años, otro de Jorge Malazu, una delicia de canción de la hermana de Lucía, Rebeca Jiménez, la siguiente de Sr.Mostaza y finaliza con ese regalo que es «Casi 40» que se compuso al mismo tiempo que se iba haciendo el rodaje de la película por Lucía Jiménez y David Trueba, y que te logra llegar a esa emoción desahogadora que únicamente este arte sabe provocar. Ya comprobarán que lujo ser como público de un concierto particular que Lucía ofrece cantando esa canción con su guitarra en la habitación de un hotel.

David Trueba y Fernando Ramallo. Fotografía de Víctor Almazán.
David Trueba y Fernando Ramallo. Fotografía de Víctor Almazán.

Y el siguiente punto que me ha parecido sublime son los propios pensamientos de estos personajes en diferentes momentos de la película. Son aspectos que no dejan indiferente a nadie y que pueden derivar de una cuestión a otra. Como somos propiamente los seres humanos que nos encanta divagar de un asunto a otro, y sin quedarnos nada en nuestros pensamientos. Desde la poca necesidad de los gimnasios que lo único que acrecienta es el triunfo de la superficialidad, nuestro interés por sagas familiares que despiertan polémica con su propia vida privada, pasando por la crítica a la profesión periodística o pinceladas sueltas que son las que te hacen despertar esa leve sonrisa, y a la vez te hace pensar y considerar en qué instante nos encontramos, y si ese estado anímico puede mejorar hacia adelante o tiende a querer recuperar esas sensaciones que se nos despertaban antaño.

Como expresaba David Trueba en la rueda de prensa de presentación, también es importante que las generaciones de detrás se sacudan y no vivan en esos «pilares de caramelo», esos momentos dulces donde todo está envuelto y nos podemos caer en cuanto desenvolvemos esa realidad.  O que nos encontramos en un momento de desafección con nuestro alrededor, pero que siempre se encuentra una verdad tras esa amargura y que vale la pena quejarnos menos y hacer más, ya que esa queja es la escusa para no hacer nada.

Lucía Jiménez en su turno de palabra ha hablado evidentemente de la importancia de la música en esta película, ya que le hacía transportarse a otra época, y destaca este trabajo cinematográfico con mucha alma, esencia y emoción. Además destaca que fue un proyecto único por la libertad en la que trabajaron y que ella es conocedora de lo cara que se cobra esa libertad, de hecho rodaban escenas sin que fueran conscientes de si iban a entrar finalmente en el montaje o no, lo que ayudó a que se sintieran más relajados en sus interpretaciones. Les quitaba la responsabilidad de ese peso de la producción, y a la vez, les beneficiaba.

Fernando Ramallo también añadía que no era plenamente consciente de lo bien que lo tenía planteado todo David Trueba. En un momento que pudimos tomarle unas declaraciones nos contaba que «como fue un viaje y fue tan bonito, hubo una sensación de pena cuando se terminó el rodaje pero también como sé que David cuenta conmigo y seguirá contando conmigo, se podrá repetir este viaje pero que no sea dentro de veinte años más».

Lucía Jiménez. Fotografía de Víctor Almazán.
Lucía Jiménez. Fotografía de Víctor Almazán.

La actriz expresaba que todo este proceso ha sido muy duro y muy sano. Ella hubiera sido incapaz de abandonar su carrera como hace la protagonista, pero entiende que la industria puede con las personas y que no todas son igual de fuertes. «Hay que aceptar esa decisión personal, porque la gente no quiere que lo dejes porque consideran que eso es un fracaso y es un error».En la película nos hacen darnos cuenta de donde se encuentran los cineastas o músicos que no tuvieron éxito, y que aceptaron ese desafío de las puertas que se les cerraron y Lucía nos lo parafrasea en un texto que escribió el propio David Trueba sobre Milos Forman, «nunca está de más recordar que la persecución de la libertad es en cualquiera de las artes mucho más relevante que la persecución del éxito».

«Casi 40» ha sido necesaria para mi pensamiento, para contemplar siempre un trabajo bien dedicado de guión y de propuesta al público que me atrae poderosamente la atención, sin dejarme indiferente, para volverme a encontrar con estos talentazos de actores como son Lucía Jiménez y Fernando Ramallo en su plenitud y madurez de brindarme generosamente lo que necesitaba de ellos, y por supuesto, seguir pensando que contar en nuestro país con un director como David Trueba, que es capaz de seguir arriesgando y ofrecer trabajos de esta índole, es un auténtico lujazo. Y yo privilegiada de disfrutar a mis «casi 40», bueno veintiquince. Me quedo con una de las declaraciones más interesantes de David Trueba cuando habla de la felicidad, puesto que tiene razón en que no podemos ubicar que lo somos hasta que pasa ese tiempo prudencia para poder valorarlo, así que ahora mismo podría decir que sí pero lo confirmaré cuando recuerde ese momento en que no pude parar de soltar lágrimas de conmoción al ver este gran esfuerzo artístico de este equipo de casi tantas edades. Se estrenará el próxim0 29 de Junio.

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