Crítica «El silencio de la ciudad blanca»
De antemano, todo lo que leáis sobre Javier Rey no tiene objetividad ninguna. Esta web le debe mucho amor al actor que siempre nos ha concedido entrevistas maravillosas y que, cada vez que hemos tenido la suerte de poder hablar con él no le han faltado palabras de aliento para apoyar nuestro proyecto. Pero es que encima este personaje le ha venido como anillo al dedo, y lo ha defendido con una generosidad y profesionalidad de esas que te dejan absorta en la gran pantalla.
Y también tengo que advertir que no he leído el libro. No me gusta ser talibán en ese sentido porque entiendo que son dos medios diferentes. Mientras cuente con la generosidad del autor en cuanto al concepto cinematográfico que hayan querido darle a su obra me parece que es de justicia ir con la cabeza neutra y esperar a ver qué te ofrece esa historia en la gran pantalla. El que lo ha leído tendrá más información y tendrá unas expectativas diferentes a las mías que se cumplirán o no, pero la percepción y el disfrute no tienen porqué tener rumbos distintos.
Dicho esto, «El silencio de la ciudad blanca» es un gran thriller. Sobre todo si lo comparamos con «El asesino de los caprichos». En esta última destacábamos la falta de un arco de personajes bien trabajado, un guión que no sostenía un ritmo que este género pide a gritos y que, en conjunto, no se disfrutaba de una buena película a pesar de las buenas intenciones y el gran plantel actoral. En este caso de «El silencio de la ciudad blanca» hay muchas características por las que ya estamos delante de un producto comercial, por qué no decirlo, pero se nota un gran trabajo previo en que esa atmósfera por las calles de Vitoria se viera fielmente retratada así como esa angustia por esos crímenes que deben resolver el inspector Unai López de Ayala, su compañera de investigación Estíbaliz Ruiz de Gauna y la subcomisaria Alba Díaz de Salvatierra.
Sé que suena muy tópico pero en este caso es nuevamente cierto que Vitoria juega un papel como personaje más en esta trama. Daniel Calparsoro que ya nos tiene bien acostumbrados con grandes rodajes de acción y escenas impactantes que ayudan a vivir más intensamente las situaciones que nos esperan, ha colocado a esta bella ciudad en unos planos alucinantes que te dejan sin respiración y donde los actores pueden dar más rinda suelta a la verdad que rodean a sus personajes. Y correr mucho, que en esta película es importante y cuando la vean se darán cuenta de por qué decimos esto.
En el apartado actoral obvio ya nuestro enamoramiento a Javier Rey, de sobras demostrado que tenía que ser el protagonista perfecto de esta composición fílmica, Belén Rueda y Aura Garrido perfilándose aún más como actrices de raza que dan esa tonalidad necesaria, y en el caso de nuestra Amelia Folch se está especializando en papeles de inspectora con dos estrenos casi simultáneos, y en ambos aspectos la echo de menos con un papel más protagónico y de mayor continuidad, veremos si en próximas oportunidades pueden complacer mi inquietud. Pero con quién me tengo que quitar el sombrero es con Manolo Solo y su papel como periodista interpretando a Mario Santos. El tipo de trabajo que él realiza con su particular y acertada propuesta es extraordinario y hasta me ha hecho vivir experiencias desde la butaca de esas que no me gusta tener, pero es que lógicamente no iba a poder resistirme aunque quisiera.
Advierto a navegantes que hay escenas muy impactantes, de esas que me tengo que tapar los ojos más de una vez pero es que tiene que ser así y los creadores de «El silencio de la ciudad blanca» no son culpables de cosas que me son aprensivas y miedos particulares. Y lo he podido superar, aunque sea viendo entre la rendija de mis ojos, pero merece la pena pasar por esa situación. Por ponerle un «pero», aún sigo descubriendo algún atisbo hacia la parte espectáculo más que en el trabajo de explicar y profundizar más en personajes y situaciones más de la vida real, sin quitar la vista de que todo esto debe venderse como material de suspense y siempre tiene que presentar algo más fuera de lo común porque es ficción, pero hubiera agradecido la retirada de algún estereotipo y acierto espontáneo de la rama principal de la historia.
Pero prima más que es una apuesta seria, fotográficamente y musicalmente es una delicia de ir siguiendo con la mirada y quedándonos con preguntas de esas que molan después de una película, ¿y ahora qué pasará?.
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