EL GUSTO DE UNOS BUENOS ENTREMESES

Ensayo previo de la compañía "Teatro para un instante". Fotografía de Mai Serrano
Ensayo previo de la compañía «Teatro para un instante». Fotografía de Mai Serrano

Las constantes risas fueron la banda sonora de una noche granadina de ensueño en los Veranos del Carbón donde la compañía «Teatro para un instante» nos presentaba sus divertidísimos «Entemeses» de Cervantes. Un acierto en la unión de «El viejo celoso» y «La cueva de Salamanca» donde vuelven a demostrar el ingenio a la hora de adaptar acertadamente estas piezas cervantinas tan atractivas.

«Teatro para un instante» son una compañía de repertorio. Un abanico de posibilidades que se muestran más vivas que nunca cuando vuelven a representar esas historias sobre un escenario. Si ves «Bodas de Sangre» habrá más matices perceptibles que viéndola un día después, y eso no es fácil de conseguir en estos tiempos teatrales. Respetar al espectador hasta el más mínimo detalle en la interpretación, la puesta en escena y todos los elementos que ayudan a que las funciones sean instantes memorables y adictivos en cualquiera de sus propuestas.

Y presentándonos «El viejo celoso» y «La cueva de Salamanca» la diversión está asegurada. El texto depurado y trabajado se canta y se transmite con la gracia única y muy especial de todos los actores de la compañía. Lola Martín, Pepe Cantero, Nuhr Jojo, Concha Medina, Pablo Sánchez de Medina, Álvaro Blázquez, Ildefonso Gutiérrez y Javier Hervás no se quedan nada dentro en su comicidad. Son generosos y, además, se divierten con esas andanzas ingeniosas que el maestro Cervantes detallaba en sus estremeses.

Unas ideas que vuelven a recalcar la actualidad que nos rodean aún escritas desde hace siglos. Y eso es lo que sabe potenciar a la perfección, Miguel Serrano, en su adaptación. Los celos enfermizos, el desconocimiento de un placer sexual que sirve para disfrutar la vida y la locura maravillosa de personajes que se esconden, entran y salen y exageran de una manera maravillosa las situaciones más surrealistas que el teatro cómico pueda trasladar. Y mujeres que deciden por si mismas y le plantan cara a una época donde no se les ponía fácil sus propias oportunidades. Y lograr trasladar ese mensaje con humor, sabiéndose reír de ellos mismo, es un ejercicio que requiere mucho ensayo y preparación y que el resultado no puede ser más que satisfactorio.

La manera de unir ambos entremeses tiene que ver con una música deliciosa que, sin duda, es uno de los platos fuertes de la obra. Te llega al corazón y, a la vez, te saca la mejor de tus sonrisas. Voces muy curradas que tienen unas diferentes escalas para llegar a tu emoción. Dulzura e ironía a la vez, se juntan en unas melodías que ayudan a que la acción se desarrolle y se puedan entender mucho más lo que va sucediendo en ambos escenarios de estos entremeses. Y también facilita esa transición el considerar que el protagonista Cañizares de «El viejo celoso» y Pancracio de «La cueva de Salamanca» podrían haber sido vecinos que se narran sus propias vicisitudes en el balcón de sus casas, donde evidentemente un marco como el Teatro del Carbón se presta a que esta iniciativa salga de lo más resolutiva y efectiva.

Ensayo previo de la compañía "Teatro para un instante". Fotografía de Mai Serrano
Ensayo previo de la compañía «Teatro para un instante». Fotografía de Mai Serrano

Creo que es interesante esta propuesta para hacerle llegar a todo tipo de público el amor por el teatro. El ritmo y la manera de presentar estas situaciones es de una frescura exquisita que ayudaría a muchas generaciones a entender las intenciones y el buen hacer de estas historias que no deben perderse en los marcos teatrales. Tiene una agilidad tan pasmosa con ese trajín de actores, las músicas intercaladas y los gestos muy llevados al extremo pero que deben ser de esa tesitura para lograr la comicidad que se precisa, que cuando acaba la función, sabes que todo se te ha hecho muy corto y quieres implorar que haya una nueva conexión que nos permita disfrutar de una buena historia.

Felicidades a todo el equipo técnico y artístico porque han vuelto a lograr que mis veranos en el Carbón sean absolutamente imprescindibles.

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