Crítica «La Celestina» – Teatro Cervantes
UNA VERSIÓN QUE NO QUERÍA DESCUBRIR
Desde una de las últimas obras que fui a ver de Concha Velasco en este mismo Festival de Teatro, no me había vuelto a suceder esta sensación de salir insatisfecha y enfadada de un patio de butacas. Es la peor emoción del mundo cuando todo mi universo se rige por la cultura, y a la hora de trasladar en palabras y valorar las funciones, siempre me gusta resultar lo positivo por todo el trabajo que conlleva detrás de sacar un montaje de estas características, como es el caso de «La Celestina» que pudimos contemplar ayer en el Teatro Cervantes.
Para los que no lo sepan, llevo siempre una libreta en la que apunto mis anotaciones para luego dejarme llevar por el sonido de las teclas y plasmar todo esa galería de sentimientos que me encanta y que necesito que me provoquen las obras en mayor o menor medida a lo que más me haya asombrado o llamado la atención. A los 15 minutos la he soltado y no quería escribir más. Es algo que me rompe de dolor porque mi ejercicio de disfrutar de una obra de teatro es de las sensaciones más imprescindibles que tengo en mi vida. Y hoy he sentido que me tomaban el pelo.
Entiendo que desde esa gran actriz que es Anabel Alonso sea el cauce para que la alcahueta más famosa de nuestra literatura española cuente su versión de por qué es la artífice de todo lo que se narra en el libro de Fernando de Rojas. Actualizar a este personaje lo puedo entender, y que el detonante que se quiera destacar sea la índole más física porque se entiende que el amor es la fuerza más poderosa que necesita de tocar el cuerpo y mostrarlo no es algo que me escandalice, pero toda esa preparación y exhibición debe tener un sentido. Y no es algo que haya sucedido.
Pongo esto de manifiesto porque quizá sea más lo que te quede en la retina. Y ocurre porque no hay un buen trabajo de adaptación interesante que mantenga un ritmo atractivo hacia el espectador, la información se va administrando en escenas y diálogos muy largos, al principio funciona bastante bien el juego de luces para diferenciar que nos trasladamos a la historia contada desde la propia visión de la Celestina, pero luego no hay nada brillante o pensado para que pueda marcar contextos y atmósferas que ayuden a enriquecer el montaje, y especialmente hay algo que no he soportado que son muchas evoluciones de acontecimientos que se han resuelto de manera muy pobre, sin poder ayudar a que sea vea un versión moderna y atractiva para nuevo público o quienes buscábamos un aliento que descubrir.
Falta mucho trabajo. De cada uno de los intérpretes no puedo decir nada porque han ejecutado lo que se les ha indicado, y el talento está implícito en ellos aunque el resultado no sea satisfactorio. Pero hay que pensar más que a la hora de presentar algo nuevo, tiene que venir de mucha documentación, de realizar pruebas de ensayo y error, de unas palabras mejor cuidadas que representen esa época con riqueza cultural de donde viene escritas, de una resolución más creativa a la hora de que esos textos y lo que se cuenta merezca la pena descubrirlo, y en definitiva, de ojalá haber visto a mi Anabel Alonso en un papel pletórico donde me hubiera gustado reflexionar y disfrutar de una propuesta personal con otras directrices. Una pena que los finales trágicos no se queden solo en el escenario.
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