ADIÓS ULISES

Hay que resaltar la importancia de compañías como [re] teatro que apuestan por adaptar textos que en estos momentos vienen a ser más que idóneos para remover conciencias y sentirnos arropadas en un mundo en el que, en la mayor parte de las ocasiones, nos invade una soledad preocupante de la que no encontramos salida.

Desde hace unos años a la protagonista, Pilar Aguilarte, le invadió el texto de «Las voces de Penélope» de Itziar Pascual y en todo este tiempo han encontrado el instante en el que pararse a reflexionar cómo preparar un montaje que ayuda tanto a desmitificar esa figura de Penélope tejiendo y destejiendo a la espera de su marido, y conocer verdaderamente cómo es esta mujer y cuales podrían ser sus anhelos.

La propuesta la descubrimos ayer en «La Cochera Cabaret». Me gustaron varios aspectos de la representación, en primer lugar la colocación del público cual aforo griego respetando la atmósfera de una historia clásica en la que se ambienta todas las ideas como es «La Odisea» con Ulises como principal protagonista, en segundo lugar el querer hacernos llegar toda la tristeza, rabia y angustia que sufre Penélope desde lo más primigenio del teatro, la actriz  se muestra descalza y utilizando simplemente pocos elementos que ya destacan con claridad hacia donde van los tiros de lo que quiere contar, y fortaleciendo lo más importante de esta función que es precisamente la interpretación y ahí es donde precisamente quiero ir en lo que tengo que destacar en tercer lugar. Pilar hace un ejercicio generoso donde se denota que es un texto que conoce, y que ansiaba hacer llegar desde cada uno de los poros de su piel  así que como público sólo te queda agradecer esa entrega y esa fuerza tan directa que desborda en todo ese trabajo tan laborioso que tiene que hacer desempeñando un monólogo, captando esa atención del público y logrando que el ritmo no decayera en ningún momento. Esto se logra igualmente gracias a unos pequeños movimientos coreográficos y una música que se utiliza en la mayor parte de las veces de transición, que funciona perfectamente para que ese interés no decaiga durante lo que transita la representación.

La parte más concienciadora cuando sales de «La [mujer] que espera» es descubrir qué partes de Penélope son reconocibles en ti o en cualquiera que conozcas de tu entorno, entender que estamos en una época donde estas mujeres deben dar su versión de lo que sienten y no quedarnos meramente en la información sesgada de los acontecimientos, y por eso muy acertadamente se plasma en un contexto más contemporáneo de flujo de información constante, y refleja lo que nos ha llegado de la historia de Penélope y lo que podemos pensar que de verdad pasaba por su cabeza.

Enhorabuena a todo el equipo que logra que el espectador se vaya contrariado de muchos mensajes que logran hacer pensar al salir de la función, por apostar por una manera de hacer teatro arriesgada y muy personal que va acorde con unos tiempos que precisamos hablar de quienes somos y poner en cuestión lo establecido y por demostrarnos que en la simpleza con buen esfuerzo se puede alcanzar unos retos teatrales de muy buena calidad. Y concluyo, siendo redundante, pero el final está clavado perfectamente a lo que el texto requería. Que especial es sentir ese soplo de todo lo que se ha visto.

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