Crítica «La vida es sueño» – Festival de Almagro
EN EL MUNDO TODOS LOS QUE VIVEN, SUEÑAN
Me encantan las sorpresas teatrales. A veces una piensa que ha recorrido mucho teatro, y que es difícil que algo ya aparezca en escena que pueda romper mis esquemas, pero cuando sucede se produce la magia que viví ayer en el espacio «Aurea» del Festival de Almagro, gracias a esta versión brutal de Declan Donnellan y Nick Ormerod, supe que existe mucho teatro por contar, aunque los personajes y su recorrido formen ya parte de nuestro imaginario.
El ejercicio que vivimos ayer en este espacio emblemático del festival fue de una calidad extrema. La atmósfera se enmarca en esa oscuridad que marca el encierro, y el convertir las pesadillas de los sueños en la realidad. Pero para ejercer de narradores utilizan personalidades esperpénticas que se mueven en un vodevil bizarro en el que va transcurriendo toda la tragedia. El acierto es que te coloca rápidamente en esa tesitura, y mientras todos esos perfiles te van siendo reconocibles, no tienes más remedio que dejarte llevar por ese infierno, y esto sucede tanto por la genialidad de ese diseño escénico que atrapa tu mirada, más la interpretación de todo un elenco al servicio de la función y del texto, que cada uno muestra su mejor cara y aporta su mejor parte para ayudar a los demás.
Principalmente me quedé estupefacta por el Basilio de Ernesto Arias, imponente, sin salirse en ningún momento de escena y con una proyección interpretativa de alto nivel, que al acercarse cerca de donde yo me encontraba y poder contemplar esas lágrimas verdaderas, me sentí agradecida de estar viviendo un momento así con un trabajo de alta categoría de este intérprete. Pero, sin duda, me quito el sombrero con Alfredo Noval. A lo largo de mi carrera, mis cuatro ojos han podido ver muchos Segismundos, muchos inhumanos reyes, cada uno con su piel y su voz, enfocando a ese delirio y a esa incomprensión de una vida que no ha elegido, pero lo que hace este actor se sale fuera de lo común. Descubrí la parte más hilarante de este personaje, esa fiera humana que hubiera necesitado ser criada en nobleza y humildad, y que le fue otorgando unos matices que me hicieron comprenderlo aún más, y sentir que estaba viviendo algo apoteósico, digno de contemplación ante una entrega artística totalmente alucinante. Y ambos protagonizan una escena con un abrazo culmen, que es el origen de ese llanto que percibo en los ojos de Ernesto Arias, y que se me queda como una de las experiencias más emocionantes que he visto en un escenario.
En la representación, uno de los mayores atractivos para que ese ritmo de una duración tan extensa no se pierda es que juegan muchísimo directamente con el público. No es que rompan la cuarta pared, es que no la hay y participan de una manera inteligente y activa hacia todas las decisiones que este reino de Polonia necesita. Igualmente hay estímulos y motivaciones constantes en un juego de luces impresionantes que desata la locura de los orates en escena, ansiosos por conseguir cada uno su objetivo y su deseo de todos esos personajes que reconocemos enseguida de «La vida es sueño». Todos ellos tienen, además, un juego de cuerpo tan bello, que incluyen hasta stop motions muy interesantes, que ayuda a que esas metáforas sean más comprensibles para el espectador.
A medida que llegamos al final de la representación el sueño transformado en pesadilla no cesa de tener sorpresas que nos hacen reflexionar sobre la importancia del conocimiento frente a la ignorancia o sobre el peligro de la arrogancia y todo ello con estruendos que pueden asemejarse a las incertidumbres de nuestra propia vida cotidiana. Nosotros como corte ilustre de Polonia, no tenemos otra opción que adorar toda esta simbología de un vodevil que si no despertamos, se puede convertir en nuestra realidad.
REPARTO
Ernesto Arias
Prince Ezeanyim
David Luque
Rebeca Matellán
Manuel Moya
Alfredo Noval
Goizalde Núñez
Antonio Prieto
Irene Serrano
FICHA ARTÍSTICA
Dirección: Declan Donnellan
Adaptación de la Dramaturgia: Declan Donnellan y Nick Ormerod
Diseño de Escenografía y Vestuario: Nick Ormerod
Diseño de Iluminación: Ganecha Gil
Asesor de Dramaturgia: Pedro Villora
Movimiento: Amaya Galeote
Ayte de Dirección: Josete Corral
Ayte de Escenografía: Alessio Meloni
Ayte de Vestuario: Elena Colmenar
Intérprete: Juan Ollero
Diseño Gráfico y Fotografía: Javier Naval
Director Técnico: Raúl Sánchez
Dirección de Producción: Miguel Cuerdo
Producción Ejecutiva: Elisa Fernández
Aytes de Producción: Jair Souza – Ferreira
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