PARA ESO ESTAMOS

Cuando la obra de teatro logra ser un ejercicio de poesía visual y emocional en si misma, el disfrute puede ser mayor si cabe. Y eso ocurre con «Los santos inocentes». Vaya función más hermosa.

Se ha sabido entender el texto y el contexto, enmarcándolo en una escenografía maravillosa que mediante un brillante juego de luces y la música lograba transportarte hacia todo el abanico emocional que nos provocaba cada miembro de la familia protagonista, y sus vínculos con el resto de personajes.

El montaje es un ejemplo en si mismo de lo que significa el trabajo coral en equipo. Todos los intérpretes brillan, y todos ayudan a que cada aspecto que se tenga que destacar del rol en si mismo, o del conjunto de lo que está aconteciendo se logre mediante la generosidad de absolutamente todos los protagonistas de cada una de las escenas.

En «Los santos inocentes» podemos ser testigos de esa España en decadencia que aspiraba a algo más. Pero que no podía ser por su propia idiosincrasia y porque solo se les enseñaba a «ver, oír y callar». Una falta de educación que también se refleja en la función, y que es el desencadenante de que estos protagonistas no se rebelen ante sus dueños que cometen injusticias con ellos y de que no tengan las herramientas para poder defender sus derechos y libertades ante el mundo. Es una clara advertencia a que no se repitan estos mismos errores ahora.

Y en ese simbolismo metafórico con el que la obra juega a la perfección y te hace ser partícipe de imágenes absolutamente bellas en escena, el único que se siente capaz de volar con sus alas es el personaje que quiere a su ave, y que representa ese espíritu que quiere abordar pero que la propia realidad le da de bruces con sus sueños.

Cada aspecto de lo que vemos en escena en «Los santos inocentes» es de una inteligencia sublime, no se te hace larga en ningún instante, tiene sorpresa tras sorpresa, y además es un ritmo en el que te dejas llevar sin problema para ir descubriendo la evolución de estos personajes que sirven a una familia con todo su esfuerzo y dedicación, y que perfectamente podríamos equiparar a cómo seguimos clasificando a muchas personas en función de su escala social, y no de un valor moral.

Creo que es el momento para destacar estas palabras y esta novela de Miguel Delibes, es un orgullo además que sea la primera propuesta en escena sobre el libro, pero el impulso de esta función es su gran corazón y es un valor que va a ir sobrevolando todas las ciudades que tengan la gran suerte de descubrirles. Para eso están.

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