NO SE PUEDE DETENER EL TIEMPO

Me atraía mucho la idea de disfrutar de esta función tan adecuada para este público juvenil, que comienza a cuestionar la lentitud de un tiempo que para ellos no acelera lo suficiente, en contrapunto con la historia que más pone en valor la inquietud de un personaje por seguir conservando esa infancia en detrimento de no querer crecer nunca,espec como es Peter Pan.

Esa yuxtaposición es algo interesante para plantear a tiernos intereses que pueden verse reflejado en una propuesta circense, orgánica y que apuesta por unos textos de la mano de un virtuoso, conocedor de ese personaje y su autor Barrie como es Nando López, que sorprende, emociona y hace reflexionar sobre ese temor a la madurez, y a perder esa inocencia y falta de responsabilidades que marcan nuestra infancia, y que hacer que ser mayor sea algo inúltimente lógico.

El público más adolescente podrá cerciorarse de cómo es un trabajo tan vistoso, vibrante y cuidado como es el de la compañía «Somos la Joven», y empezar a descubrir un mundo cultural que al igual que el de Nunca Jamás siempre se encuentra una felicidad personal y un amor por la vida, y el espectador que tiene una cifra más alta en el DNI, tendrá una nostalgia al recuerdo de esos tiempos donde en los cuentos todo era demasiado fácil.

Uno de los aspectos que más me ha gustado de la función es la naturalidad de la labor en equipo de «Somos la Joven», se contempla ese trabajo de bambalinas moviendo escenografía, mostrando las coreografías para que no haya sorpresa en el vuelo de los personajes y como esa organicidad logra que el público pueda empatizar con todo ese esfuerzo, identificarlo y darle ese valor a los siguientes montajes que tengan la suerte de disfrutar.

Es una obra que combina perfectamente ese equilibrio de lo real, por ejemplo descubriendo aspectos de la actualidad que se integran perfectamente en la estructura del ritmo narrativo, haciendo que esas circustancias sean identificables y nos puedan poner en alerta para identificar y modificar esas conductas, mezclada con la imaginación de ese «Nunca Jamás» al que debemos recurrir en nuestra vida cotidiana para sacar al niño interior, que debe crecer con la naturalidad del tiempo para convertirse en ese adulto que recuerda ese espíritu de que todo es posible.

El viaje teatral de «Peter+Wendy. Rumbo a Nunca Jamás» es recordar que siempre habrá un camino de regreso al que no le faltaran risas para resucitar a las hadas, pero al que hay que enfrentarse para crecer.

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