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No soy una experta en el cine de Jaime Rosales, pero sí que tengo mucha debilidad hacia el trabajo de Bárbara Lennie. Así que lo que he tomado conciencia después de ver «Petra», es que nos encontramos ante esos realizadores que tienen una personalidad propia muy destacada. Es decir, que juegan con un arma de doble filo que es el espectador. Porque no hay opción a los grises, o les gusta tu manera de narrar las historias o no encuentra ese punto de conexión con lo que se está contando.

Jaime Rosales utiliza en «Petra» dos aspectos destacados: el salto temporal en unos momentos del guión que se pueden permitir al dar explicación a información que nos falta de lo que va sucediendo, en mi caso además no me perdí en ningún momento y supe encajar al instante las piezas. Y el otro cariz identificativo son sus planos. Son muy pocas las ocasiones que planta la cámara, y podemos situarnos enseguida en la escena, le gusta más jugar con el movimiento, que escuchemos las voces de los actores y comencemos a identificarlos con sus personajes, y nos situemos en el entorno concreto donde se produce la acción.

En la película, Petra quiere realizar una residencia artística con uno de los mejores artistas reconocidos a nivel nacional, Jaume Navarro. Durante el transcurso de la historia, descubriremos cuales son las verdaderas intenciones de esta protagonista, y nos aportarán los datos necesarios de la vida de Petra y de la familia que le está acogiendo en su descanso creativo.

Bárbara Lennie se sigue convirtiendo en uno de los valores seguros interpretativos de nuestro cine. Es increíble su versatilidad y cómo logra hacer tan fácil lo que se proponga. Soy seguidora de sus matices y me sigue cerciorando el estar muy atenta a todos los proyectos culturales que pretenda emprender. Es la perfecta Petra para llevar esta trama adelante. Le acompaña en el reparto un descubrimiento muy interesante para mi como es Joan Botey. Yo que he estado un tiempo viviendo en Barcelona, es un carácter muy común que tuve la ocasión de descubrir allí, pero además le da esa seriedad y despreocupación necesaria en cada momento que requiere su personaje. Me tenía completamente atrapada en sus planos. Muy bueno también el trabajo de Àlex Brendemühl, Chema del Barco, Petra Martínez y como no, Marisa Paredes, que simplemente con su presencia y su voz llena cualquier espacio en el que esté presente.

Como os comento, es un film que si te gusta desde el principio puedes ir fluyendo hasta el final de la historia, sino resulta bastante complicado que el ritmo te siga conectado con lo que se va contando. Los que lo conseguimos vivimos una trama muy intensa de narrar, con muchas dobleces de emociones y sentimientos, una fotografía que es absolutamente deliciosa en cada plano, y la sensación de haber descubierto la forma de hacer llegar estas vivencias personales que se llevan a un extremo dramático muy interesante.

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