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¿Debilidad por este tipo de películas? Si, lo confieso. Ponme todos los «Spotlights» en mi vida y soy realmente feliz.

En esta ocasión, más aún. No conocía la historia de la traductora del GCHQ (Cuartel General de Comunicaciones del Gobierno Británico) Katharine Gun. Y lo más importante, si cabe más todavía, es la trascendencia de sus acciones en uno de los hechos que formaron parte de mi inquietud por estudiar periodismo: la guerra de Irak. Así que se convirtió en un ápice más para animarme a ver esta película.

Qué bien se sabe trabajar desde la rapidez y la buena labor a la hora de explicar datos, contextualizar y trasladar toda esa información al espectador. Encima todos los actores están más que brillantes, pero evidentemente hay que destacar a Keira Knightley cuya trayectoria de diez años para adelante me tiene completamente entusiasmada.

En «Secretos de Estado» se habla de la filtración que esta protagonista realiza a una activista liberal, basándose en el libro The Spy Who Tried to Stop a War: Katharine Gun and the Secret Plot to Sanction the Iraq Invasion escrito por Marcia y Thomas Mitchell. Desde el organismo en el que ella trabaja, se da cuenta que están intentando recabar informes para convencer a diferentes países de las Naciones Unidas para apoyar la Guerra contra Irak con la justificación de la existencia de supuestas armas de destrucción masiva, ¿lo recuerdan?. Esa parte de nuestra democracia donde se apoyó sin el consentimiento de prácticamente todo el pueblo español a atacar a tantos inocentes por unos intereses partidistas que no dudaron en manipular todo lo posible para sus propios intereses.

Ella quería evitar la guerra, que se supiera lo que se hacía desde las altas instancias que se presupone que nos protegen y ante tal amenaza, también comprobamos cómo el poder puede utilizarse para callar, amedrentar y esconder todas estas acciones deshonrosas con tanta poca vergüenza. Incluso ese poder se usa para cometer injusticias contra la propias reglas legales que ella y su marido cumplen en su propio país. Es acusada de romper el Acta de Secretos Oficiales enfrentándose a prisión, y por ello Katharine y sus abogados están determinados a defender su verdad, y ayuda a que se pueda tener bastante esperanza en los seres humanos, y hasta en el periodismo, y que no todos se suman al carro del egoísmo o a justificar cualquier cosa.

«Secretos de Estado» es de imprescindible visionado para los que vivimos ese momento. He recordado mi dolor hacia la muerte de José Couso y la todavía injusticia que se ha hecho con su memoria y la de su familia, me he acordado de ese libro de imprescindible cabecera para mi que es «Ninguna guerra se parece a otra» de Jon Sistiaga donde se habla con tanta verdad como esta película y he pensado en la necesidad de que se sepa que existen estos héroes, y que no todos se aúnan como borregos en las mismas mentiras y por el contrario son tan valientes de dejarse llevar por su propia ética.

No diría que es una obra maestra como Joker, pero también se merece toda mi admiración y agradezco que este tipo de tramas me sigan levantando mi vocación hacia lo que más amo, porque me hacen falta estos estímulos. Gracias Katharine Gun.

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