EL ESPERPENTO DE  UNA POÉTICA Y MELANCOLÍA INEXISTENTE

Cuando en una rueda de prensa hay un interés mayor en explicar el tono de la película y lo que transmite, es que quizás el mensaje para captar al espectador no ha sido el más adecuado. Igualmente en el mundo del cine, uno se puede traspasar de profesión dentro del universo laboral, pero el hecho de tener unos conocimientos no te indica que teniendo herramientas se sepan utilizar.

A Clara Bilbao le ha ocurrido con «Tratamos demasiado bien a las mujeres». Una historia de un grupo de maquis que intenta conquistar una estafeta de correos donde trabaja el personaje de Carmen Machi, y a partir de ahí, hay dos bandos y poco entendimiento en lo que va sucediendo a medida que avanza la película. Grandes actores que, evidentemente, bajo un texto y dirección sacan lo mejor de si mismos, y no se les puede poner nada en contra a su labor, pero al igual que ocurre cuando se trabaja en teatro o en cima con genios talentosos, ellos no pueden salvar un conjunto que no está bien construido.

He salido de la película con muchísimas incógnitas que he pensado que he tenido un problema para llegar a interiorizar lo que se ha querido trabajar desde el film, y en rueda de prensa me he encontrado a una profesional pretenciosa que no ha sacado el mejor jugo al material del que disponía. La ambición es maravillosa y es a lo que todos debemos aspirar en nuestras vocaciones, pero hacer de todo un esquema que conforma una película un constante «quiero y no puedo», desespera y te hace quedarte con una sensación agridulce y de pérdida de tiempo.

Me ha gustado que Carmen Machi haya trabajado desde el esperpento que tan maestralmente utilizaba en sus obras Valle Inclan. Es lo único que salvo de «Tratamos demasiado bien a las mujeres». Me gusta ver siempre a Carmen Machi en pantalla, y cómo se preocupa en hacer bien su trabajo y como defiende la labor cultural para que sea una de nuestras intérpretes imprescindibles. Tambiés ha sido genial descubrir los cameos de Gonzalo de Castro, Luis Tósar y Juan Luis Cano.

Como espectadores nos interesa siempre que se hagan trabajos complejos, especiales, diferentes y arriesgados, pero tiene que haber un mejor trabajo para que ese mensaje realmente se sepa cual es. Los lenguajes y propuestas pueden ser diversos, abstractos y contemporáneos, pero ampararse en una poética y melancolía que no se ha podido sentir ni encontrar, no es la mejor opción para un primer trabajo cinematográfico.

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