Crónica – Adictos a la Euforia – Revólver – Teatro Cervantes
ESTA NOCHE HEMOS SEGUIDO TENIENDO MÁS DE LO NORMAL
Hay una burbuja de artistas que afortunadamente evolucionan de manera exquisita, sin perder su esencia y demostrando que no hay que contagiarse absolutamente de las musas comerciales en estos más de 30 años de experiencia en los escenarios. Celebro seguir viendo esa magia en la clase y elegancia de Carlos Goñi, y más que nada esa sinceridad absoluta de emociones de la que sigo aprendiendo en sus letras, las más viejas que se siguen subiendo a su furgoneta y deliciosidades que nos podemos encontrar en su último álbum publicado «Adictos a la euforia».
Ya creo que es la tercera ocasión que disfruto de la banda y siempre es garantía que se va a cuidar todo hasta el más mínimo detalle para que cada noche de su público siga siendo más de lo normal. La formación titular cuenta con Manuel Bagües al bajo y coros, Miguel Giner a la batería y coros y David Sam al que he tenido el placer de conocer por primera vez al piano y coros. Y como no, un Carlos Goñi irreductible al invasor, con pasos propios de moonwalker que me hacían divertirme mucho, y especialmente me contagiaba de su felicidad en cada solo de guitarra que lo daba todo frente a la gente que le hemos admirado en su trayectoria musical.
Empezábamos la fiesta en el Teatro Cervantes con una de las canciones novedosas «El anillo de boda», y de lo que más me llamó la atención eran las transiciones a interpretar el piano solo y luego posteriormente a la harmónica. Empiezo a vislumbrar esa boca torcida característica de mi artista con la que lograr esa voz melodiosa que me encanta que narre mis historias inspiradoras, y también cómo suenan de manera preciosa los coros.
Los espectadores tuvimos que empezar a trabajar pronto reconociendo esos primeros acordes de «Tu noche y la mía», y no sería la primera vez que pasaría en todo el show. Y cómo me gusta oír ese «oye» característico del cantante, síntoma de ir encontrándose a gusto en nuestra noche y la suya.
Nos confesó que tenía un regalo por parte de la vida que es la leche que es no acostumbrarse a ver a tanta gente que quiere disfrutar con su música, y que también era una felicidad no acostumbrarse nunca a ello, nos promete dos horas de concierto sin necesidad como decía mi Ara Malikian de «propinas», para dar lugar a «Al infierno sin papeles» de «Adictos a la euforia». Vaya baile de guitarras tan espectacular de ver y escuchar, y encontrándose cómodo con la harmónica me encanta la postura cada vez más rockera de Carlos Goñi frente al micro.
Bebiendo ¿café? o creyéndonos que es así, es el turno de una clásica, «Sara», una conocida amiga que siempre se cuela en la furgoneta. El juego de luces aquí es un espectáculo increíble para sentir aún más la canción y escuchamos el primer final de canción que me deja impactada. Proseguimos con una versión que me llama más la atención que la original de «Si es tan solo amor», porque suena más delicada en directo como más rica en armonías. Así que ha sabido ganar con los años.
Suena una de sus letras que cada año podría cambiar según el rumbo de los acontecimientos actuales y que sigo considerando que es de las más reivindicativas como es «Odio». Y conocemos una de las canciones más recientes que estoy de acuerdo con el protagonista de la noche que ha venido para quedarse y que suena muy «Revólver» como es «El otoño está al caer», y se nota en el escenario lo extremadamente felices que están todos los músicos interpretándola. Repetimos una atmósfera de luces muy especial y cada vez que Carlos narra con esa voz más aterciopelada me tiene completamente absorta en su interpretación. Un descubrimiento que anticipo que se quedará entre mis favoritas.
Y de aquí hasta el final un recorrido para ganarnos a todos, momento para «Mi rendición» y posteriormente nadie se resiste a estar sentado con «San Pedro». En la parte acústica, que siempre de es mis favoritas, se queda Carlos Goñi con su público para regalarnos «El peligro» y la mejor canción de la noche que para mi fue «Faro de Lisboa. David Sam le vuelve a acompañar al piano y nos deleitamos con «Esta noche tengo más de lo normal», donde el cantante confiesa algo espectacular que ofrece una veteranía honesta como la suya que es que la vida no le debe nada y que va a disfrutar mientras él pueda de todo lo que le regalamos.
Con mucha caña llegamos al precipicio del final con una sorpresa para mi como es «Ese viejo rock and roll» que tantas veces me he puesto para darlo todo y bailar en casa. Nos recuerda que gracias a una malagueña tenemos «El roce de tu piel» y todos nos venimos arriba esperando al siempre espectacular cierre con «El dorado».
Diré que me faltaron dos de mis perlitas, «Duro de llevar» y «Es mejor caminar», que en mi recorrido actual son las que me están sosteniendo como influencia para seguir disfrutando de la vida, pero las esperaré en una nueva visita a una Málaga la bella que Carlos Goñi sabe que le quiere. Y como él mismo destacaba en la canción con la que arrancaba su concierto, «el error no es acabar, el error es no empezar por si se acaba», y vaya si estamos de acuerdo tras lo demostrado anoche porque todo cuadró, todo nos fue muy bien y todo fue correcto.
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