LA NIÑA QUE SOÑÓ CON LLENAR EL CERVANTES Y LO LOGRÓ

Una de las suertes de la vida cuando te dedicas al mundo cultural, es que de manera fortuita se te pone en tu camino una voz, un arte y un sentío que sobrepasa el talento natural para convertirse en un don necesario para comunicar y transmitir. A María Pelae la descubrí en muchas teterías malagueñas o en esos conciertos maravillosos compartidos con tantos artistas donde sobresalía un humor acertadísimo y rápido, unas letras difíciles de controlar a la primera pero que en una segunda lectura se descubre la maestría tremenda y una personalidad arrolladora que ha sido la protagonista de su noche en el Teatro Cervantes casi cerrando la gira de «Si se achucha entra».

En el escenario le acompañan David Carrasco al teclado y saxo, Antonio Bravo a la batería, Ohad Levy a la guitarra eléctrica y flamenca y Rubén Puertas bailaor y también a las palmas y jaleos con una calidad extraordinaria que han trasladado a la perfección esa locura musical tan adictiva que crea María Pelae con flamenco, vientos, percusión, baile y cuerdas. 

Ella hacía acto de presencia descomunal que no desvanecería en todo el concierto. Hemos podido sentir sus últimas novedades como «Letra menúa» o la gran «La putukita», que sorprendentemente ha cantado con Melody en nuestro escenario boquerón. Pero también «El grillo», «Deshielo» o las esperadísimas «que vengan a por mi», «Mi tío Juan» y «La niña».

Ese «Alsondepez» ha crecido, desde hace 15 años, como la espuma al arrancar el concierto con ese «Buenas noches mi Málaga», con una complicidad con el público tremenda y una energía que no ha cesado, ni hasta en las canciones más melódicas. Muchas de esas personas eran la primera vez que la veían, y tienen la suerte de tener ese primer nervio de emoción cuando conocen su valía, y estoy convencida que esa fuerza no va a cesar en su objetivo de hacernos a todos felices a reventar. Que orgullo de mi María Pelae.

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