Crónica «Tocando nuestra canción» – Teatro del Soho Caixabank

EN «TOCANDO NUESTRA CANCIÓN» SE REFLEXIONA SOBRE LO QUE HACEMOS EN EL ESCENARIO COMO ALGO EXTRAPOLABLE A LA VIDA

Lo sorprendente de esta nueva producción del Teatro del Soho Caixabank es cómo se notaban esos nervios de desconocer si está fijado todo lo importante para un reciente estreno. Durante la inauguración de este recinto hemos podido ser testigos de muchos de los musicales que han pasado por ese escenario, y como espectadores ya podemos percatarnos del camino que van recorriendo y que recogemos de lo que pretenden transmitir. Pero en el caso de «Tocando nuestra canción» se trata de una propuesta algo más desconocida de Marvin Hamlisch, pero que en mi impresión tiene a dos de los mejores protagonistas que pueden defender personajes como los de Vernon Gersch y Sonia Walsk.

María Adamuz tiene una gran trayectoria en cuanto a músicales y eventos de los más destacados de nuestro país, y en este montaje tengo unas ganas enormes de descubrir la faceta de Miquel Fernández como actor de musicales, siendo alguien que ya me ha ganado como espectadora con su «Seriales» de la maravillosa «Las noches de Tefía» de Miguel del Arco. En la presentación de dos de los números que han presentado a la prensa, me he quedado con ganas de más en cuanto al empaste de sus voces, la vertiente más cómica de sus personajes y cómo iban solventado nervios de aspectos a pulir en el mismo momento del escenario.

En este musical que podremos ver desde el 6 de Junio hasta el 14 de Julio descubrimos la relación de amor entre un compositor de éxito y una letrista desconocida.  Dentro de este contexto utilizando este tipo de comedia de sonrisa amable, más que de carcajada se hacen diferentes reflexiones en general acerca de las relaciones de pareja. Nos detallaba el propio Antonio Banderas, en su presentación a los medios que en la historia se destapa este halo nostálgico en la narrativa, recuperando ese cariz de amor romántico de las películas. Lo más curioso es que como sucede en la mayoría de las tramas trascendentes aunque sea un entorno que simboliza la época de finales de los 70 y los 80, se reflejan pensamientos que podemos tener hoy en día.

Otra de las claves que puede animar al público malagueño y visitantes de la vida de estos interesantes roles es que se trabaja sobre el optimismo. Son relatos que pueden albergar nuestras situaciones cotidianas complicadas, pero el mensaje es esperanzador. Y por ello cuando se prepara un trabajo en comedia resulta algo muy serio porque, en este sentido,  es el mejor vehículo para que el espectador pueda levantar esa risa sencilla pero a la vez recapacitar sobre lo vivido desde el patio de butacas. Y, ¿por qué no decirlo?, disfrutar de un bonito cuento con el que pasar un rato agradable y olvidarse de los problemas comunes.

En el avance de «Tocando nuestra canción» podemos descubrir que parte de la escenografía tiene cromas para ir ambientando las distintas escenas, y que se complementa de tótems, bastidores y elementos de madera diseñados específicamente para el espectáculo. Lo que se pretende es volver a utilizar elementos teatrales de toda la vida, y así domesticar a la tecnología que envuelve gran parte de la programación de este género. Este resurgimiento a la raiz del teatro también se revela en que no se van a ocultar trucos del espectáculo a los espectadores, si no que van a poder ser testigos de esa labor intrínseca que da origen a lo que finalmente se logra con preproducción, ensayos y estreno. Supone la apología del teatro dentro del teatro utilizando juegos que ayudaran a ese conocimiento, y esa intención de mostrar toda la realidad de una obra cultural de esta envergadura. Una metáfora de lo que ocurre dentro de nuestro teatro y que en la mayoría de propuestas intentan que el público no note lo que está pasando entre bambalinas. Todo flota en el texto original y es donde han abordado todas estas cuestiones con una de sus mejores herramientas: el humor.

Cuando toman la palabra los dos actores protagonistas, Miquel destaca que «hacía tiempo que no hacía musicales, y seguramente será porque no vino el que tenía que ser». Además alaba la labor de Antonio Banderas al frente de toda esta locura argumentando que «tiene una capacidad de seducción por encima de la media». Me encanta como resume su intervención porque estoy convencida que es lo que transmitirá en todas estas funciones que tendremos la suerte de disfrutarle, «sentirme partícipe de esto es una felicidad». Posteriormente María igualmente incide en destacar sobre Antonio Banderas que «es un apasionado del que aprende cada día y que no se cansa». Adamuz repite en Teatro del Soho Caixabank por lo que explica que se siente como en casa y que le hace una ilusión tremenda. Ambos conforman dos interesantes contrapuntos: el que tiene miedo a comprometerse y la que no logra desengancharse de una relación tóxica. Y se encuentran en el momento perfecto, en el que ella mueve los cimientos de un autor que tiene la dicotomía de ser célebre pero llevando relaciones amorosas que han resultado falllidas y que no encuentra con quién madurar. Fernández remata que son roles que «se plantean y se replantean si está bien o mal lo que hacen».

Pasando el micrófono a diferentes profesionales destacamos al coreógrafo Borja Rueda que destaca la importancia del arte ayer, hoy y mañana, y que sin esto no se puede vivir, y que espera que toque los corazoncitos de la gente. El director musical, Arturo Díez Boscovich, explicó que se sentía muy mimetizado con el compositor de esta obra, hasta el punto de llamar alter ego al propio Miquel Fernández, y se suma a las alusiones hacia Antonio Banderas con el que ya ha trabajado mucho tiempo diciendo que aunque no conozca algunas cosas que se propone adaptar, le contagia enseguida el entusiasmo.

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