ME INTERESABA CREAR UN LIBRO QUE SE LEYERA COMO SI ESCUCHARAS UN DISCO

17022400_1570047299679615_1474941467068241653_nTras una trayectoria literaria que tiene atisbo de consolidarse, Francisco Daniel Medina, quería seguir sorprendiendo al lector y crear una ficción biográfica que, precisamente, ayudara a eliminar tópicos y etiquetas hacia cualquier tipo de género. Así nacieron Leo Romance y Ana Couteau, los protagonistas de su último libro publicado por la editorial Siníndice que el propio autor nos desgrana en esta entrevista.

P: Es la historia de Leo Romance y Ana Couteau

Francisco Daniel Medina: Yo creo que hay muchas maneras de darle identidad a un libro o de diferenciar la obra que tú hagas con respecto a otras cosas. Me pareció interesante en este caso, como quería crear unos personajes, en la medida de lo posible originales o que tuvieran su propia personalidad fuerte, el hecho de que tuvieran un nombre que no fuese común, de alguna manera me ayudaba o reforzaba. Esa era una herramienta que yo podía utilizar para todavía identificarlos un poco más o diferenciarlos más.

P: En esa historia biográfica ficticia donde crean esa tendencia que es el extravagantismo, tú aprovechas para denunciar, entre otras cosas, la poca importancia que hay que darle a la relación personales que los personajes pudieron tener frente a lo que hicieron

Francisco Daniel Medina: Básicamente en este libro quería tocar dos temas. Un tema era el de los movimientos artísticos y como yo creo que, de un tiempo a esta parte, el hecho de que se cree un movimiento literario, histórico o lo que sea, no responde tanto a que, de repente, aparezca una gente con una obra tan original que justifique que se acuñe un término nuevo como una estrategia de marketing. Yo quería, de alguna manera, retratar eso en mi libro. Si tú te fijas, el extravagantismo surge como algo que ellos no buscan en ningún momento. De hecho, yo exagero un poco eso en el libro porque digo que eso surge porque ella está en una fiesta y está un poco borracha, se le acerca un periodista y empieza a bromear con él, le dice que sólo se le ocurre los poetas extravagantistas y que sino sabe de ellos es que no está en la onda. Entonces, el tipo no tiene nada que escribir al día siguiente y escribe acerca de eso. Eso es lo que hace que ellos se conviertan, de la noche a la mañana, en gente conocida. Lo que yo quiero parodiar, tirando de clichés, es como realmente lo de menos es que ellos escriban algo totalmente revolucionario o diferente a lo que se haya escrito antes. De hecho, ellos lo que escriben no tiene nada que ver uno con el otro, sino que lo que hace que se cree el movimiento es simplemente que a un periodista le interesa contar algo sensacionalista simplemente, en su columna. En los movimientos grandes que yo he vivido, desde que tengo uso de razón y estoy en el mundo de la literatura, creo que ha pasado eso. Yo hablo de dos movimientos que yo he vivido muy de cerca, la Generación X, cuando Mañas ganó con «Historias del Kronen» que luego, a raíz de ahí, empezaron a publicar Lucía Etxebarría, Benjamín Prado o Arturo Maestre y luego viví la Generación Nocilla. Te das cuenta que es una estrategia generalmente editorial o de marketing lo que hay detrás, porque cada autor era un mundo aunque comparten una serie de cosas porque, generacionalmente, tienen una misma edad y unas mismas preocupaciones, pero lo que también quería reflejar era, por una parte lo de los movimientos artísticos que como realmente responden más, muchas veces, a una estrategia comercial que a que realmente haya algo nuevo. A la necesidad de vender algo y utilizar esa etiqueta como estrategia. Y, por oto lado, me interesaba también el tema de los artistas malditos. Quería retratarlos tirando de clichés, si te fijas ellos también son gente muy extravagante y muy extrema. Yo cogí como modelos a artistas como Sylvia Plath, Kurt Cobain o Ian Curtis. Mostrar un lado ambivalente. Son personajes que, generalmente, les han interesado a la prensa por ese sensacionalismo y se pone el acento en la parte mala o la más morbosa y, entonces, mi personaje de Alejandro Heintzman que le conoció en vida, siente la necesidad de escribir un libro que los retrate.

P: ¿Y cómo llegas al punto de querer escribir sobre esto?

Francisco Daniel Medina: El libro básicamente tiene dos partes. Cuando comienza el libro y ellos no se conocen y cada uno ella su vida, más o menos, monótona de trabajos que no le apasionan demasiado. Él trabaja de funcionario por las mañanas, aunque por la tarde regenta una librería de segunda mano que es como su válvula de escape porque está en contacto con lo que a él le apasiona, y ella trabaja en una papelería. La parte de él como funcionario que trabaja en el Patronato de Recaudación ha sido fácil documentarla porque realmente es mi profesión, entonces si que podemos decir que él es como una especia de alter ego mio. Y luego hay un determinado momento, hay un punto de inflexión en el libro en el que ellos son víctimas de un incidente en la sala 7 y, a partir de ahí, ellos deciden darle un giro a su vida y básicamente ese momento sirve para que ellos se atrevan a llevar a cabo un proyecto de vida en el que abandonan sus puestos de trabajo y se dedican en cuerpo y alma a la literatura. Yo básicamente eso lo veo como gente que, de alguna manera, tiene ya una determinada edad y no están conforme con el tipo de vida que llevan y que se presupone que tienen que llevar el tipo de personas de esa edad, con un trabajo, una hipoteca o estar casado y si haces determinado tipo de cosas más estrambóticas, se te va a tachar de loco porque ya no eres un niño. Entonces ellos hacen como una especie de disidencia, una insumisión con respecto a ese tipo de vida que se espera de una persona de esas edad. ¿Qué pasa?. Que muchas veces tiene que llegar alguien que piensa igual que tú, con quién conectes para que tú seas capaz de dar ese salto. Leo y Ana cuando se conocen, les pasa eso. Cada uno le da al otro al valor para decir, no estamos solos. Yo decía en broma que mi libro era el remake de «El patito feo», en el sentido de que ellos por separado estaban pensando que son raros y que no encajaban y, de repente, se conocen y piensan que son una especie diferente que yo la denomino «animales literarios» o animales en vías de extinción. Y también era muy importante que tuviera una postura muy romántica con algo tan arcaico como la escritura en un mundo del s.XXI dominado por las tecnologías. Ellos lo que hacen es aislarse de todo y dedicarse a algo que se supone obsoleto. Esa postura romántica me interesaba porque siempre me han gustado los escritores como Bolaños o Hemingway, gente que vivía la literatura como una cuestión de vida o muerte.

P: ¿Podrías haber sido tú también un animal literario?

Francisco Daniel Medina: Eso siempre ha rondado mi cabeza desde siempre. Lo que pasa que yo no he sido capaz de llevarlo a cabo de manera radical porque es una postura obsesiva y, yo me he dado cuenta que siempre me he puesto excusas, unas veces porque tenía pareja o por trabajo pero no he sido nunca lo suficientemente valiente para afrontar ese reto que mucha gente ha hecho en la vida. Yo lo que digo es que unas de las cosas buenas que tiene la literatura es que, de alguna manera, lo que tú no has sido capaz de hacer, lo puedes hacer a través de tus personajes. Yo tengo esa tendencia porque trabajo por las mañanas, pero una guerra constante que tengo conmigo mismo es la de ser más disciplinado, entonces yo soy un poco así pero no llego al extremo de ellos. En la literatura y en la ficción, he podido crear esa postura más romántica.

P: Y hay muchos espacios reconocibles de Málaga en «La extravagancia»

Francisco Daniel Medina: Yo siempre digo que mis tres novelas que he publicado hasta ahora tienen varios puntos en común. Me gusta pensar, incluso, que con «La extravagancia» se cierra un ciclo de trilogía que serían «Un mundo sin cuentos», «Cuando las luces de la ciudad se apaguen» y «La extravagancia». Las señas de identidad son muy claras. Mi personaje que es el protagonista principal es un varón que tiene la misma edad que yo cuando escribo el libro, no son novelas autobiográficas porque no he vivido lo mismo que yo cuento pero si es verdad que les presto mis pensamientos o mis referencias culturales. Entonces yo digo que son autobiografías emocionales, en ese sentido. En «Un mundo sin cuentos», yo salía del instituto y en «Cuando las luces de la ciudad se apaguen», tenía 30 años y en «La extravagancia», Leo trabaja en el Patronato y tiene una edad parecida a la mía. Otro punto de unión es que transcurren en Málaga pero yo intento demostrar una Málaga que no sea la del tópico. Mi cultura es más anglosajona, he leído más literatura americana o he escuchado más música inglesa. Yo muestro una Málaga que, muchas veces, la gente me decía que leían la novela y se imaginaban, por lo que cuento, que viven en Nueva York. Quería mostrar otra Málaga que también existe, que es de gente que patinábamos, que nos gusta Staf Magazine o el surf. Yo, conscientemente, la sitúo en Málaga pero es porque es lo que más conozco.

P: Por el formato en el que está planteado el libro, ¿no te da la sensación que da pie a una serie?

Francisco Daniel Medina: Me interesaba crear un libro que, de alguna manera, se leyera como si escuchara un disco. Tú le pones la aguja encima y cuando te levantas, ha terminado. Mucha gente me ha dicho que se lo ha leído en dos horas, de hecho el libro conscientemente está hecho para que sea fácil de leer. Yo aunque sea un escritor que me gusten las vanguardias o las cosas más underground, me gusta conciliar esos experimentos que yo quiero hacer pero al mismo tiempo pienso que lo va a leer alguien y no quiero que sea infumable. Este libro es muy fácil de leer, igual que los dos anteriores, porque mi metodología de trabajo es curiosa porque es diferente a lo que yo he escuchado que hacen todos los escritores. Yo pienso en un escenario que es una imagen que me atrae y me gusta, doy pinceladas pero no te describo absolutamente el sitio, y coloco a los personajes ahí dentro y ya empiezan a pasarles cosas. Mi manera de crear la novela es que tengo pensado dónde los voy a meter y cuando lo tengo porque me atrae ese sitio estéticamente, entonces ya empiezo a inventarme la historia.

P: Y como en su momento te conocí en tu faceta musical con «Modo Bélica», quería saber si hay proyectos musicales de futuro

Francisco Daniel Medina: Hemos hecho parón con esa banda por circunstancias de los cuatro miembros del grupo pero yo ahora mismo estoy grabando un disco con un proyecto nuevo. Se va a llamar «Peleador» y vamos a grabar un EP de cinco canciones. Lo más pronto que podamos, daremos noticias al respecto.

«La extravagancia» se va a presentar el 10 de marzo en Córdoba a las 21:30 en el Bar Limbo y tienen la oportunidad también próximamente de apuntarse a un club de lectura que versará sobre el libro en la Librería Luces de Málaga. Esta historia de Leo y Ana ya transcurre por su segunda edición y ha dejado el poso que ficticiamente pretendía Francisco Daniel Medina, de homenajear a quién decide apostar por sus ideas y crear su propio mundo, frente al que prioritariamente nos establecen. Todos deberíamos hacer más caso a nuestra parte más extravagante. Y recuerden, «no vivan la vida, escríbanla»

Si queréis escuchar la entrevista con Francisco Daniel Medina, sólo tenéis que pinchar en este enlace:

http://www.ivoox.com/entrevista-francisco-daniel-medina-la-extravagancia-audios-mp3_rf_17348104_1.html

¡Compártelo!
Share on Facebook
Facebook
Tweet about this on Twitter
Twitter