LA BUENA COCINA MODERNA DE ZENET

21151356_2054646834560900_6902592332631290546_nLos recados matutinos antes de tomar un descanso en el bar Roper. En plena barriada de «El Palo» donde sigue recorriendo las tiendas de toda la vida, Zenet nos concede el privilegio de disfrutar de una buena charla con un americano aderezado con mucha azúcar. La misma dulzura con la que cuida su trabajo en este mundo musical donde ya se ha hecho un nombre propio, una identidad única en la que navega por los mares de China, pasando por todas las calles sin dar una menor explicación de que lo que sucede, conviene. Hoy a las 23:00, habrá una oportunidad mágica de sentirle o de descubrirle, en cualquier caso de ser conocedores de vivir una sensación inigualable con la que nos va a deslumbrar con sus músicos en el Auditorio de la Luna Mora de Guaro.

P: Javier Ruibal nos confesaba que él no corre ninguna maratón en su andadura musical, y creo que eres otro referente que sigue esta misma filosofía

Zenet: Lo que pensamos es que no hacemos un producto de usar y tirar, sino que hacemos música de largo recorrido, como dice Javier Liñán de «El Volcán Música». Ese largo recorrido es muy interesante. Quiere decir muchas cosas, quiere decir por ejemplo como nos decía Juan Ibáñez que ha sido productor y también es editor, y en cierta manera para mí es como el filtro de calidad, además de un buen amigo, y siempre insiste en que se hagan las cosas con tiempo, como la buena cocina. Que se piensen las cosas antes de tomar una decisión demasiado rápida. Yo soy un saco de pulgas, en ese sentido, y necesito a alguien que me aporte esa visión de la tranquilidad. Luego nos damos cuenta de una cosa que es el efecto descubrimiento, que sigue ocurriendo todos los días. Entonces, por eso es muy bueno que se haga a largo plazo. Cada día hay alguien que descubre a Zenet, me lo dicen mucho cuando firmo discos después de las actuaciones. Es interesante que eso ocurra durante la vida de un disco de dos años. Así mucha gente no conoce sólo tu disco actual, sino que además tiene un efecto retroactivo porque busca los discos anteriores. Por eso nosotros seguimos vendiendo los discos anteriores, los reeditamos y en los kiosquillos que llevamos en todas las actuaciones, siempre están los discos anteriores. De alguna manera es conocer, no sólo quién eres sino de dónde vienes.

P: Es fundamental que en esta época de tanto abanico de músicas posibles, existan artistas que defiendan la manera de hacer discos como es tu caso

Zenet: Una de las cosas que tiene esto de la globalización es que tiene parte buena y mala. Una de las buenas es que se ha democratizado, de alguna forma, el hacer discos. Prácticamente cualquiera puede hacer un buen trabajo en su casa, si tiene un buen ordenador y un buen micrófono. Es decir, eso hace que haya mucha más libertad de creación. Eso hace también que no dependamos siempre de las mismas multinacionales que son las que movían el cotarro hasta hace muy poco. Los canales de distribución han cambiado. Ya la gente no necesita una distribuidora para estar en una tienda, ahora la gente en sus conciertos vende sus discos y se vende más que en una tienda. Al final acabas vendiendo 50 o 100 discos en un concierto y si haces diez conciertos, has vendido mil discos. Es decir, en la tienda están allí en una balda y la gente se olvida de que está allí. Y luego las redes han ayudado mucho, gente como tú que hace su trabajo desde un punto de vista muy personal, ayuda mucho porque la gente que empieza tampoco depende del periodista de turno que tiene voz y fama y te da la crítica que tú necesitas. En ese sentido, han cambiado mucho todos los canales tanto de promoción como de distribución. A mí me parece que eso es fantástico, nos da muchísima libertad para poder estar con una compañía independiente.

P: ¿Por qué has seguido con una compañía como «El Volcán Música»?

Zenet: Es un trabajo a largo plazo y, al final, es una amistad también. Una amistad de muchos años. Yo sabía quién era Javier Liñán pero no le conocía personalmente. Fue Juan Ibáñez el que me lo presentó. Juan tiraba de mi, en ese sentido, para presentarme gente y me acuerdo que me presentó a alguien de una multinacional y así yo podía decidir. Es muy curioso porque es sentarte muy diferente con alguien de una multinacional que lo primero que te preguntan, así como de medio broma, ¿y tú que pretendes con todo esto?. Y yo ante la broma les contestaba igual, «vender un millón de discos y ganar un Grammy». Luego, al final, cuando conocí a Javier Liñán me di cuenta que encajaba muy bien, tal y como pensaba Juan, en el tipo de cosas que queríamos hacer nosotros. Alguien que te diera libertad, alguien que venía de la industria de la música pero que había montado su propia discográfica pequeñita con dos o tres empleados, alguien que cuida mucho el producto y lo lleva desde abajo hasta arriba y alguien que se parece mucho a mí en gustos y en edad. Venía ya con un bagaje que me interesaba mucho por haber estado en compañías grandes y dije «ésta es la mía». Me ha dejado trabajar como me ha dado la gana, las grabaciones las hago como quiero y como me gusta. Me gusta hacer un trabajo integral, es decir, que estemos todos muy mezclado en el diseño gráfico para que todo tenga una coherencia de imagen con lo que se está diciendo en el interior. Todo eso ni me dice cómo tengo que hacerlo, sino que además lo potencia. En ese sentido, la verdad es que encajaba perfectamente. No ha habido ningún momento de arrepentimiento. Lo que sí es cierto es que ahora, después de mucho tiempo, nos damos cuenta que hemos tocado techo porque hay un volumen de trabajo grande y lo que sí podremos hacer, que es lo que vamos a hacer seguramente es subcontratar con una empresa de booking para que nos busquen actuaciones en el extranjero, porque hay un momento determinado que esta empresa pequeñita con dos o tres empleados necesita de otras empresas como ya lo hemos hecho antes, por ejemplo, para road manager. O que a veces se subcontrata a una empresa para que te haga la producción. Además es el mismo de siempre que no quiero cambiarlo que es Brat Producciones con Víctor Calderón, que sabe de mis costumbres y cómo queremos hacer los viajes. Sabe que nos gusta el buen comer y una buena siesta antes de la prueba de sonido, cuando se conoce ese plan de actuaciones sale todo perfectamente rodado. Y así como hemos hecho con Brat, ya tenemos dos o tres posibilidades encima de la mesa para que nos ayuden a contratar con el exterior, aunque yo tengo manager de zona aquí en Andalucía, en el norte y en Cataluña, hay un volumen de trabajo en el que hemos tocado techo que requiere de alguien que como vamos a entrar en México y ya hemos hecho Ecuador, hay un momento que se te va de las manos y necesitamos a alguien que se curre esa parte.

P: Ha sido fundamental en tu carrera contar con José Taboada

Zenet: Fue viniendo un poco solo. Las letras son de Javier Laguna y entre Taboada y yo nos encargamos de la melodía y de la armonía. Javier Laguna, cabezón como lo que no hay, se empeñó ya que me conocía de antes de un grupo del que yo venía que se llamaba Sur S.A. de enseñarme alguna de sus ideas y él se encabezonó hasta llevarme a Juan Ibáñez, por ejemplo. Todo lo hacía muy especial y muy underground o outsider porque no venía de la industria de la música. Su forma de pegar a las puertas era como «hacer el favor de escuchar esto, mira que maravilla tengo». Y así fue con la canción «Soñar contigo». Él me buscó y con José Taboada era como lógico que fuera así. Era la parte que te falta. Yo no soy músico de carrera y estudié Arte Dramático. Tengo un buen don para la melodía. Si me das un manual de instrucciones de una lavadora, te puedo hacer una melodía perfectamente. No sé porqué pero me sale. Taboada tiene en sus manos con su guitarra todo el bagaje interior que se parece mucho al mío. Es decir, él ha absorbido mucho de la música brasileña y de la música sudamericana, ha pasado por el mundo del flamenco y durante un tiempo en su vida aprendió y estuvo trabajando con flamencos, entonces de alguna manera nos parecemos porque yo el flamenco también lo llevo un poco detrás a nivel cultural y familiar. Ambos tenemos también admiración por la música anglosajona de los años 30 y 40. Todo eso se mezcla de tal manera que cuando yo pego un giro a una melodía, no hace falta ni palabras. Él nada más que escuchando mis giros, está colocando la mano justo donde mi voz va. Entonces es una maravilla trabajar con él. Y bueno se crea esta especie de santísima trinidad donde todos tenemos derecho a voto y derecho a veto. En el sentido de que si uno ve que por ahí no van los tiros, puede decirlo en voz alta. Se arruga el papel y se tira a la papelera. Hemos desarrollado una especie de modo de trabajo y un oficio determinado que nos permite sacar algo en tres horas que estemos, siempre sacamos algo sirva o no sirva después, luego hay un proceso de selección que es largo y cada canción va pidiendo su camino. Hay una canción que, a lo mejor, la hemos hecho en tres formas diferentes y le hemos dado tres géneros. La hemos podido hacer por Brasil, nos hemos podido meter en Argentina y hemos podido salir por México y, a lo mejor acabamos haciéndola por Francia. Porque resulta que ella misma ha decidido que ese vestido le queda mejor. Siempre sabes, más o menos, por donde van los tiros y cuando hay una canción, eso es oficio porque cuando esa canción tiene frases muy largas con rima dodecasílaba, sabes que es un tipo de armonía que le pega y cuando son cuartetos, por ejemplo, sabes que al ser más corta la frase le pega otro tipo. Eso son cosas del oficio que ya sabes, más o menos, por dónde tirar del hilo. Y como sastre, sabes por dónde tienes que cortar. Pero, a partir de ahí, en el momento que se hace el punto de corte, la canción misma te va pidiendo cosas.

P: ¿Te gusta más grabar en estudio que el directo?

Zenet: Los dos son diferentes y, a la vez, preciosos. Yo los comparo, a veces, como vengo del mundo de la interpretación con el cine. Puedes repetir la toma. Hay un director que me gusta que sea la producción musical y, en el último caso por ejemplo está Carlos Narea. Porque a Juan Ibañez lo considero de la familia y no es el caso de llamar a alguien externo, pero de una forma u otra incluso nos ha pasado también que teniendo técnicos de confianza como son los hermanos Baselga cuando hemos grabado en el estudio Infinity, me gusta la figura de alguien que me dirige desde allí y que no tenga pudor y  tenga la confianza conmigo para que me sepa decir lo que se puede mejorar. Todo eso son pequeños recortitos que a la hora de sacar punta al lápiz. La base de todo es hacer el tema como si fuera en directo, lo que pasa que luego se puede hacer algún recortín para mejorar cosas. Pero a mí me gusta hacer como hacían los antiguos. Nos ponemos toda la banda en distintas peceras donde todos nos vemos la cara, tenemos auriculares y entonces el pulso que se escucha en el disco es muy parecido al pulso del directo. Estamos todos mirándonos y no se ve pero hay sonrisas y señales. Esa complicidad se nota.

P: Cuando sacaste «Los mares de China», ¿esperabas el boom que tuvo y el que aún sigue teniendo?

Zenet: Fue muy bruto la forma de hacerlo y luego hubo que rectificar algunas cosas. Fue una especie de vómito. Parecía que estaba todo comprimido dentro y entonces salió en forma de vómito. Se hizo en muy poco tiempo porque todos tuvimos que tomar la decisión de «todos a una, Fuenteovejuna, ahora o nunca». Porque era el momento y porque había que hacerlo. Porque ya estaba todo, porque Juan Ibáñez nos dijo que había una materia muy buena y que se podía hacer algo. Entonces el consejo de Juan fue fundamental. Nos tiramos a la charca. Evidentemente, nos ayudó mucho también Joshua Edelman, que puso su estudio chiquitito y la forma de hacerlo era muy artesanal. Yo tenía que cantar en el cuarto de baño para que no se metieran dentro de mi pista los instrumentos que estaban fuera, porque como te he dicho a nosotros nos gusta hacer todo como si fuera en directo, y con una manta colgada con palillos de la ropa mientras yo cantaba mirando hacia el lavabo. Con los auriculares puestos escuchando lo que hacían mis compañeros atrás. Eso era porque yo me empeñaba en que hiciéramos todo eso así en vez de grabarlo por capas. Que podía haber sido más fácil pero que para mí resta humanidad. Se hizo muy artesanal. Se hizo en  muy poco tiempo, con muchas horas al día y trabajando muchísimo. Arreglando sobre la marcha y hubo que hacer rectificaciones después. Lo importante es que con ese impulso primero, ahí está. Yo estoy también muy orgulloso con todo el proceso de después, que se ha ido depurando y ha ido madurando, hasta llegar a «La menor explicación» que es un disco muy maduro a nivel musical, donde se escucha que está todo, digamos lo que se quiere está.

P: Con «Todas las calles» se produjo la evolución que todo artista desea en un segundo trabajo

Zenet: En este caso era todo muy integral, iba todo muy unido con la coherencia de dentro a afuera. En este caso lo hice con Eduardo de «La luz roja», que trabajaba con Javier Liñán en la gráfica. Me tragué cientos de libros de diseño, desde los años 30 y 40 he visto miles y miles en casa de Eduardo que él me mostraba y yo le explicaba lo que quería, y fuimos llegando poquito a poco. Luego en el interior, insistí mucho en que tuviera un dvd en el que se ve perfectamente como trabajamos. Dejamos las cosas sin terminar para llegar al estudio. Porque en el estudio ocurre todo lo que se ve en este dvd. Hay cosas sin terminar y ese proceso creativo a mí me encanta. A mí no me gusta llegar al estudio con todo aprendidísimo, con las partituras cerradas y sino sale exactamente así, se para y se vuelve a empezar. No. A mí me gusta llegar al estudio cuando faltan algunas introducciones, porque tenemos lo que es el esqueleto y, de pronto, lo que pensamos que un invitado puede ser un violín, a lo mejor el invitado final hemos decidido que va a ser una armónica. Entonces aparece Antonio Serrano y le decimos cuando terminemos la intro, en vez de salir por la puerta, salimos por la ventana. Yo tengo mi forma de expresarme.

P: ¿Y descubres nuevas formas que te gustan para utilizar en tu proceso de creación de un disco?

Zenet: Me temo, desgraciadamente, que cada día estoy más convencido de hacerlo exactamente igual. Es decir, de dejar partes abiertas porque, además, ¿sabes qué pasa?. Que con esta calidad de músicos el dejar partes abiertas, no me causa ningún estrés porque son músicos que te solucionan e, incluso, te sorprenden más allá de lo que tu habías llegado a pensar. Entonces ese tipo de sorpresa es maravilloso tenerla.

P: No sé si tu disco más maduro es «La menor explicación» o es «Si sucede, conviene»

Zenet: «Si sucede, conviene» es un disco que abre una brecha hacia otro lugar. Hay una coherencia entre los tres primeros. Desde el vómito de «Los mares de China», hay un asentamiento y un intento de pulir el lenguaje, de saber exactamente lo que se quiere pero ya no es tanto el grito salvaje del alma, sino que ahora vamos a pulir ese lenguaje. Realmente lo que yo quiero, ¿qué es?. Viajar con la música, apropiarme de los géneros y hacerlo con un estilo determinado. Dándole coprotagonismo a un instrumento musical que sea, junto con la voz, el que nos lleva de la mano a una especie de viaje sonoro. Eso lo conseguimos perfectamente en «Todas las calles». Y luego llega «La menor explicación» que es un paso más. Nos metemos más en un género determinado y vamos a exprimir la armonía y la melodía de ese género, llevándolas a todas las posibilidades que tenemos. Y es cuando llega ese especie de madurez. Cuando en los solos que hay, que son más jazzeros, por ejemplo en «Quién sabe». Es un punto de querer llegar a estrujar la armonía jazzística.

P: En tus conciertos no haces una evolución de menos a más, sino que dosificas a cada canción el tono y la interpretación que precisan

Zenet: Es una toma de conciencia y yo que siempre he tenido un poco de tendencia a exagerar. Se aprende con el tiempo, con la edad y con el oficio que menos es más. Cuando llega «Si sucede, conviene» es un cambio de todo eso. Habiendo llegado a «La menor explicación» con esa coherencia, rompemos una brecha  armónica que, aunque seguimos haciendo lo que nos gusta, va hacia otro lugar que es el Caribe o un poco el pop latino. Yo quería divertirme. Cuando te interesas por un género en un sólo disco, no te da tiempo a desgranar todo lo que quieres. Cuando te pones a investigar, dices «uh, aquí hay mucho que sacar». Me pasó con Nueva Orleans que, de repente, tiras de ese hilo y se descubre la cantidad y la riqueza armónica y melódica que tiene. Me va a pasar seguramente con Cuba. Ahora hemos metido una salsa pero seguramente querré profundizar más en el folclore de la guitarra antigua, en el son o en guajiro. Igual que del tango siempre está conmigo, en cada disco tangueo un poquito porque es una armonía que me encanta, al igual que la ranchera.

P: A tí no se te puede hacer la típica pregunta de «¿qué genero te queda por investigar?». Porque yo creo que ninguno

Zenet: Quedan millones y, de pensarlo, me pongo nervioso. No me va a dar tiempo en una vida. Tenemos el Mediterráneo, por ejemplo, es riquísimo en armonía y en melodía. Hasta Turquía, imagínate todo lo que tenemos por ahí. Desde Italia con la canción napolitana o escucho un sirtaki griego y digo «lo que se puede sacar de ahí».

P: También ocurre que no es difícil tener una canción favorita

Zenet: Hay gente que sí que lo tiene muy claro y hay gente que no. Eso es muy bueno que pase. Tanto una cosa como la otra. Desde las personas que te han dicho que con una canción determinada de tu trabajo, ha sido muy importante en su vida pues eso es muy bonito que te lo digan. Te puedo hablar de parejas que se han hecho bailando esa canción o que la han puesto en sus bodas. Una vez un novio le regaló a su novia, sin que lo supiera, una sorpresa donde yo cantaba con José Taboada que estábamos escondidos detrás de un panel y, en un momento determinado cuando el típico baile donde el novio saca a la novia a bailar un vals, ella se lo estaba pasando bomba y en ese momento cuando se levanta el panel, suenan los primeros compases de «Soñar contigo» y cuando la novia da la vuelta a la cabeza y nos ve a Taboada y a mí en el salón de celebraciones, casi se cae de espaldas. Se puso a llorar, el novio le agarró, se pusieron a bailar y todos aplaudiendo. Se me pusieron los vellos de punta.

P: «Mil veces prefiero» dices que es una perla rara de tu último disco y es algo que te escuché en tu último concierto en el Teatro Cervantes. ¿Eso qué significa?

Zenet: Son canciones que se salen de tu zona de confort y lo que estás acostumbrado a hacer. Y de pronto ellas solan dicen que quieren estar en la frontera. Le pasó a esta que mencionas y fue precioso porque, al final, fue una declaración de intenciones de alguien que saca su parte más pura. «En el mismo lado de la cama» es la perla rara de «Los mares de China» porque me sale la parte aflamencada de mis raíces. En «30 de Febrero» de «Todas las calles» se consigue sin haberlo buscado demasiado el viajar de un continente a otro en la misma canción. Y de «La menor explicación» tenemos «No me deis buenos consejos», que en el estudio la hemos inventado con una guitarra y de pronto, le dijimos a Pepe Rivero que improvisara al piano con la letra recién creada delante y la primera toma ya quedó para caerte de espaldas.

P: ¿Cómo te sientes musicalmente hablando?

Zenet: Yo ahora me encuentro en un momento de madurez, de tranquilidad y de saber, más o menos, cómo funciona todo. Las piezas del puzzle se van asentando porque el modo de trabajo lo tenemos muy claro. No tenemos esa tensión cuando una multinacional te exige un trabajo determinado en un tiempo determinado, sino que vamos viendo lo que va pidiendo y, a partir de ahí, seguimos investigando y seguimos haciendo. Y a nivel personal me siento muy tranquilo. Como hemos tocado techo, hay que buscar las piezas de colaboración de este puzzle para conseguir expandirnos y, en ese sentido, va bien. No quiero que haya prisas, sino que se asiente lo que hemos hecho hasta ahora. Mirando atrás, yo creo que hay cierta lógica en la evolución. Lo que ha pasado aporta tanto a lo bueno como a lo malo, para lo que se va a hacer después. O como diría el último disco, «Si sucede, conviene». Estamos en el punto lógico donde teníamos que estar.

Una de las frases que me remata Zenet en esta charla es que es la canción la que decide cómo quiere ser vestida. Es un proceso arduo en el que disfrutan y en el que somos cómplices de un abanico sonoro que nos hace seguir soñando con artistas tan polifacéticos y profesionales como es en este caso. Una familia de talento musical que nos regalan canciones que no quedan en el olvido y siempre tienen hueco para las veladas en las que este arte siempre hace falta. Zenet sabe cocinar todos los platos y preparar unos ingredientes ricos en texturas y sabores. Todo es vivir experiencias y esperar que Zenet nos la prepare en un buen menú para degustar. Cercioro que no escatimará en buenos productos y aquí seguiremos siempre consumiendo su buen hacer y el de todos sus músicos. La música es para compartirla y qué placer hacerlo siempre con ellos.

Si queréis escuchar la entrevista con Zenet, sólo tenéis que pinchar en este enlace:

http://www.ivoox.com/entrevista-zenet-luna-mora-guaro-audios-mp3_rf_20731300_1.html

 

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