ACTORES ÚNICOS EN EL MUNDO

Creo que lo más importante en obras tan sensibilizadoras como ésta es visibilizar cuestiones importantes de la vida con amor. El amor es el que manipula los personajes en escena, el que hace que te explote el corazón al escuchar una canción sentida y el que hace que tengas las carcajadas más sinceras con personajes cómicos tan necesarios. Algo tan imprescindible como escuchar la historia de la propia protagonista, Cris.

«Cris. Pequeña valiente» es una función que ayuda al entendimiento y a la difusión del mundo transgénero a través de las emociones que se transmiten en cada una de las escenas. El teatro es el mejor medio para poder conocer la vida, y quizás por diversas cuestiones que no han formado parte de tu biografía o que simplemente te formas un pensamiento por lo que se lee o escucha en las noticias, pues nunca se llega a profundizar realmente en la problemática de muchos menores.

Se habla claramente del sexo asignado al nacer y lo que significa la identidad de género, de lo que se sufre en el colegio cuando te machacan y empequeñecen con sus etiquetas por precisamente no entender al que ellos consideran que es «rarito» y no es como los demás, de que esos niños son precisamente unos ignorantes acomplejados que al no tener la información ni educación se comportan de esa manera tan cruel con lo que consideran que no entra en la «normalidad», y se muestra a los invisibles como Cris que sufren ese acoso escolar.

Al final Ángel Calvente realiza precisamente con «El Espejo Negro», un espejo en el que se nos cae la venda de los ojos, en el que se empatiza con los padres que quieren proteger a su pequeña y que su burbuja de protección sea su casa, y al final gracias a la información de Asociaciones como la que ha asesorado al director en este trabajo teatral, la Asociación T.T de Córdoba, pues podemos vivir ese mismo proceso en el que muchos progenitores encuentran respuestas a muchas preguntas que quizás ni se habían planteado. Gracias a esas herramientas necesarias podemos saber lo que es el tránsito, y el montaje resulta apropiado para todas las edades porque la comprensión se hace fácil en todo el tiempo que dura la función.

Principalmente quiero destacar, porque sin ellos es imposible que hubiéramos percibido todo el arco de sensaciones que se descubren en «Cris, pequeña valiente» a los tres intérpretes, Cristina Jiménez, Carlos Cuadros y Yolanda Valle. Esa verdad entre el propio sufrimiento de la protagonista, más esos momentos cómicos de relajación de toda esa tensión que sentíamos por ella y todas las conclusiones por las que hemos podido ir pasando escena a escena, es gracias al gran amor y corazón que han desbordado estos tres profesionales de la actuación con su labor. Además de una complejidad técnica que, gracias a que esos profesionales han estado conectados en todo momento con la representación, se han podido crear las atmósferas que se requerían en cada momento.

Agradezco esos momentos de risa con determinados personajes que no desvelo pero son una auténtica delicia para reírte con libertad, gran puesta en escena en este caso por parte de Carlos Cuadros y Yolanda Valle, pero quiero hacer un destacado muy especial a Cristina Jiménez. La sensibilidad por la que yo amo su manera de entender su empeño en su profesión, se la ha trasladado con mucho trabajo, cariño y amor a Cris. Nadie puede hacer ya la voz de esta Cris valiente que logra hacer el gran cambio de su vida y ser libre como los demás. Lo que he vivido con lo que ha dedicado a este mensaje, que ojalá se traslade a todos los teatros que quieran estrenar obras imprescindibles, ha sido también algo único como es ella. Enhorabuena valiente.

La tolerancia y el respeto es algo que debe tatuarse dentro y fuera del escenario a toda las problemáticas que aún siguen sucediendo en el mundo. Obras como «Cris, pequeña valiente» representan a quienes se han sentido incomprendidos, que no han querido volver al colegio o que, posteriormente, les han limitado a crecer y desarrollar su vida cómo ellos han decidido. Hasta que no cesen ese «princesita», «mariquita», «princesita», «rarito» o «cuatro ojos» como fue mi caso, estaremos siempre atrás como sociedad y se cerrarán más puertas, las metafóricas y las que ya te cierran de verdad. Ojalá esta función ayude a abrirlas todas y que no se cierren nunca de un portazo. Que formemos un mundo de personas únicas de las que aprender siempre.

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