Crítica «Trash!» – Festival de Teatro de Málaga
FELICIDAD ENÉRGICA INCALCULABLE
Durante todo el recorrido de esta planta de reciclaje de «Trash!» pasamos por distintas fases hasta lograr el resultado de procesamiento de todos esos objetos que deben transformarse en música con potencia.
Empezamos con la reconversión de material obsoleto, entre otros, bolsas de basura, paragüas, cajas de herramientas, bombonas de butano (has leído bien, bombonas de butano), neumáticos y llantas, balones de baloncesto (con lo que ya se han ganado mi amor total) o botellas de plástico, cuya transformación gracias a su conocimiento y versatilidad hacen que el ritmo enérgico no decaiga en ningún momento, y que reconozcas melodías muy reconocibles en cacharros que ni nos podemos imaginar que pueden crear esos ritmos tan adictivos.
De aquí pasamos a la exploración sonora para descubrir el potencial de todos esos objetos cotidianos que estos musicadores de objetos son capaces de potenciar de menos a más. Y este trabajo tan profundo está perfectamente coordinado, aunque la improvisación también está bienvenida y genialmente añadida gracias a esa conexión directa con el público, que les permite luego retomar la idea principal, que por ello el resultado final es una comedia hilarante donde, además te nutres de vibra positiva y especial que te hace olvidar todos los inconvenientes que hayamos tenido este miércoles antes de entrar al Teatro Cervantes de Málaga. Y lo principal es que «Toompak» ha proporcionado su fantástico sello musical al servicio del mejor humor de Yllana que es reírse de la vida, pero antes que nada de ellos mismos. Fórmula que les funciona siempre, y que en el caso de «Trash!» tiene una sincronía absoluta con todo lo que músicalmente hemos vibrado desde el patio de butacas.
Seguidamente se desarrolla la fase creativa donde tengo que resaltar a estos cuatro artistas, Gorka González, Frank Mark, Aka Thiemele y Jose Filgueira, cuya generosidad y buen hacer provocan lo que mejor se le puede pedir a la cultura: salir felices. Ha sido increíble la conexión directa con el público, cómo nos ha llenado de ganas de querer ayudarles y que esa participación haya sido constante para crear un buen rollo que es muy necesario en estos tiempos de rapidez y tecnología. Es una alabanza a ese nuevo uso de estos trastos, pero sin duda, es un elogio a lo artesanal y a la labor dedicada para empatizar tantísimo a la gente logrando que se vayan contentos un público amplio de diversas edades.
Una constante que no me quiero olvidar es que para que cada uno de los skecthes y números tuvieran su atmósfera y presencia idónea, se ha trabajado en un juego de luces que venía perfectamente apropiado para lograr también esa risa destacando a cada protagonista en el momento que se precisaba, pero también siguiendo ese camino imparable donde todos ellos, seguramente, no tengan que ir al gimnasio a hacer nada, porque este ejercicio teatral sobre el escenario quema todas las calorías necesarias, y es de alabar ese esfuerzo titánico por llevar adelante estas escenas con tanto movimiento, y sin parar de sonreír y pasarlo bien en todo momento.
La última fase consta de una reutilización total comprobando que materiales tan resistentes como el humor, la música y un equipo generoso de dar todas las propiedades del producto a los clientes potenciales, hacen que este tipo de funciones tengan un valor incalculable que toda la gente ha sabido responder con cariño y volviéndose con más risas a casa. Es una fórmula perfecta para la reutilización de la alegría.
Deja un comentario