SUSPIRO EN EL PECHO Y CON COSQUILLAS

Pablo Alborán. Fotografía de Carlos Freire.
Pablo Alborán. Fotografía de Carlos Freire.

Cada persona tenemos nuestros elementos reconocibles, esos ticks que nos hacen determinar, más allá de ese simple gesto, que hablamos con alguien que forma parte de nuestro ideario, y si encima esos detalles forman parte de la base de un artista, y muchísima gente los espera con toda la ilusión del mundo, el resultado final es una experiencia única transformada en un concierto de Pablo Alborán.

Cuando le conocí hace ocho años que pude entrevistarle cuando nadie le esperaba tantísimos días haciendo cola, en una pequeña emisora de radio llamada «Prensa FM» donde me pidió permiso para poder venir con su madre a que le escuchara en mis micrófonos, vi a un joven que no quería perder su esencia, que cada palabra que emanaba de su boca era de agradecimiento y que no perdía una sonrisa adictiva en ningún momento que se compartía con él. Tengo que decir, que ante la tesitura de no haberle visto en este tiempo por esas propias circunstancias de la vida que a en muchas ocasiones son injustas y no te permiten estar en todos los sitios que quieres, que lo que más me emocionó transformado en ese suspiro en el pecho y cosquillas de su canción «Por fin», es verle exactamente igual y detectarle enseguida esos detalles que hacen que Pablo Alborán sea único y cree ese amor y esperanza en la gente, siendo el mayor poder que tiene.

Eso sí, en este comienzo de gira en España de «Tour Prometo 2018», esas particularidades se observan en un contexto muy potente con pantallas gigantes colocadas alrededor y al fondo del escenario, y un juego de luces brutal formado en un cuadrado impresionante colgado en el techo, que se iba moviendo a medida que lo precisaba cada canción, y que daba la completa sensación de estar viviendo un macroconcierto impresionante. A pesar de esa grandiosidad, en cada canción se utilizaba un lenguaje preciso, una poética visual con los colores marcados de ese último trabajo del malagueño, con tonos azules y rojos especialmente, y se buscaba ambientar como en una película para que todo el público tuviera una experiencia totalmente inigualable esperando el repertorio que nos aguardaba en toda la noche.

Pablo Alborán. Fotografía de Carlos Freire.
Pablo Alborán. Fotografía de Carlos Freire.

El show comenzó con una puntualidad británica, que la verdad es que se agradece. Muchas horas habían pasado todos esos seguidores que esperaban con mucho énfasis el poder corear desde el primer segundo todos los temas. Pablo Alborán apareció marcando el guión de lo que nos esperaba en todo el espectáculo, moviéndose hacia donde hacía falta por los juegos de luces y efectos varios, con un estilo desenfadado de camisa vaquera y pantalones negros que hacía un contraste ideal con todo lo que iba pasando en esa puesta en escena tan completa y variada. Los músicos que le acompañan en esta aventura, no se quedan atrás en cuanto a la mejora de esos arreglos en este directo sino también participando en esas coreografías y dando apoyo al artista para que esa sensación de menos a más, se sintiera en todo momento. Ellos son Adrián Schinoff (teclados), Carlos Martín (percusión y vientos), Lolo Álvarez (coros, guitarra y dirección musical), José Marín (guitarra y coros), David López (batería) y Antonio de Haro (bajo y coros).

Todo comienza con esos sonidos, luces e imágenes que nos hacen estar en un contexto cibernético, quedándose en un segundo plano en cuanto aparece él en pantalla y los gritos de felicidad del público copan el Auditorio Municipal Cortijo de Torres, y se empieza fuerte. Basta lo primeros acordes de «No vaya a ser» de su último trabajo, «Prometo», para que todo el mundo empiece a corear absolutamente todos los temas hasta el final del evento. Y aquí ya la primera característica del malagueño, postura firme frente al pie de micro, baile, sonrisa torcida y las manos que necesitan señalar a cualquier cara reconocible desde el público, que le sigue reportando esa felicidad, o mover ambos brazos hacia el cielo durante todas canciones, y especialmente en los momentos finales de éstas.

Pablo Alborán. Fotografía de Carlos Freire.
Pablo Alborán. Fotografía de Carlos Freire.

De aquí vamos a una luminosidad roja en «Pasos de cero» de su segundo álbum «Terral», donde el artista ya abandona el pie de micro para caminar hacia su público, marcando un corazón en las manos y dejándose llevar por todo lo bueno que estaba empezando a producirse. Desde mi posición, podía observar a la madre de Pablo Alborán coreando toda la letra y plasmando esa felicidad de todo lo increíble que va a iniciarse en esta gira. Y del mismo disco pero ya en una ambientación más azul, pasamos a «La escalera», donde el cantante ya no se puede resistir a sus característicos giros flamencos, que forman parte de su seña de identidad auténtica. Y antes de hablar a tantísimas personas para dar las gracias y que podamos sentir más su emoción, canta «Donde está el amor» de su disco «Tanto», con una coreografía muy chula con sus guitarras.

El protagonista expresa que «vosotros hacéis que esto sea un sueño y que sin ellos, no hay nada» y aprovecha para dar las gracias a las personas que repitieron los dos días de concierto, a los que se han pasado tantas horas esperando este momento tan especial para ellos, e incluso a los que vienen de acompañantes. De aquí volvemos a «Terral», donde interpreta «Recuérdame» con un increíble giro final donde cierra los ojos y mira al cielo, para seguidamente entrar con «Quién», de su disco «Tanto», y decir uno de sus lemas más fieles, «gracias Málaga por no dejarme solo».

Pablo Alborán. Fotografía de Carlos Freire.
Pablo Alborán. Fotografía de Carlos Freire.

Volvemos a «Prometo» para escuchar «Cuerda al corazón» donde asistimos a un solo de trompeta muy gustosos que va a ser característico en muchas de las composiciones en directo, y donde ya notamos a Pablo más relajado en sus interpretaciones, ha comenzado ya todo y el artista se nota mucho más suelto. Seguimos con su último trabajo para sentir «Lo nuestro» con una introducción de piano maravillosa, esos giros flamencos que mejoran esa dulzura tan especial de esta autor para culminar con esos brazos abiertos que muestran la entrega absoluta en cada instante. «Terral» vuelve a ser protagonista con «Quimera», aquí nuevamente el cantante no para de señalar e identificar a muchos fans que le han seguido desde siempre y descubrimos esos arreglos tan dinámicos, con esa trompeta tan adecuada para animar mucho más y la gente respondiendo con palmas en este subidón de fiesta.

Ya echaba de menos ese «familia», que Pablo Alborán dice enseguida y cuenta al público que nadie es consciente de lo que significa despertarse y acostarse en Málaga, vuelve a dar las gracias y les anima a seguir parando el tiempo juntos. Unas palabras ciertamente cariñosas que preparan para el gran momento de «Tanto», donde nuevamente se gana muchísimo en directo con esos arreglos de trompeta, y que ese in crescendo lo vemos aún más acentuado en ese estribillo final, donde el artista lo da absolutamente todo.

Pablo Alborán. Fotografía de Carlos Freire.
Pablo Alborán. Fotografía de Carlos Freire.

El techo se vuelve azul para dos temas muy personales donde el malagueño se sienta con su guitarra. Personalmente es mi momento más especial con una de las letras que siempre me han marcado como es «Perdóname», y a pesar de la grandiosidad de todo, lo consiguió hacer de nuevo íntimo, como a mí me gusta sentir temas tan bonitos como éste. Y como no, también era la ocasión para ese delicioso «Te he echado de menos». Gran trabajo el de los guitarras, tanto en los arreglos como en los coros en estos instantes, que en todo concierto a mi me resultan muy necesarios. Por cierto Pablo Alborán, qué maravilla cuando cantas en un tono más flojo. Es pura delicia.

Quedarse sentado dura poco tiempo y nos animamos con canciones más dinámicas de «Prometo» como «Al paraíso», la esperadísima «Saturno», que vaya grito final de desahogo que se marca el artista con respuesta de todo el público acompañándole moviendo los brazos, prosigue con «La llave», con otro final desgarrador donde admite que «Málaga tiene todas las llaves y las tiene aquí dentro», señalándose al corazón y culmina con «Boca de hule» donde volvemos a sorprendernos con una gran puesta en escena con todos los músicos. El tour de «Prometo» va a ser una noria de sensaciones más rítmica y más personales, y de nuevo pasamos a atmósferas más románticas con «Por fin» de su álbum «Terral», hace una interpretación delicada de las que llegan en «Tu refugio», de su último trabajo, donde precisamente vuelve a confesar que «Málaga es su mejor refugio», y a sus hermanos, Salva y Casilda, les dedica también de este álbum, «Curo tus labios», y se produce un medley que utiliza en varias fases del show para también cantar «Miedo», de su primer disco.

«Idiota» lleva una propuesta en las pantallas y en el juego de Pablo Alborán sobre el escenario que le convierten en el tema de su último álbum, sin duda, más divertido. La sonrisa pícara viene perfecta para el final de esta canción. El intérprete se coloca unos instantes en la percusión para tocar «Vivir», también de «Prometo» con otro final para el recuerdo y esa formación bailando con sus guitarras que transmite todas esas buenas energías que desprende con su equipo.

Pablo Alborán. Fotografía de Carlos Freire.
Pablo Alborán. Fotografía de Carlos Freire.

Se hizo de rogar una «mijilla» hasta que apareció en el piano para dedicarle a los niños de la Fundación Andrés Olivares, su tema que le convirtió en toda una estrella, «Solamente tu», la emoción incluso le hace tener una voz muy temblorosa hacia el final de la canción, una emoción increíble. Prosigue con «Prometo» donde nos regala unos versos incluso a capella terminando con un beso al cielo que se despide con una luz precisa para ese sentido momento.

Vamos llegando al final del concierto, donde ese techo espectacular se mueve con luces blancas y rojas y donde se pretende que los asistentes no paren de botar, y lo logran con «Éxtasis» de «Tanto» para finalizar definitivamente con «Vívela» de Terral, donde dice que «ya sueño con volver, Málaga te quiero, hasta siempre y ¡a vivir!.

Le espera por delante toda una gira donde estoy convencida que tantísimas personas, de diferentes edades, como tuve la ocasión de contemplar ayer van a vibrar y dejarse llevar rápidamente por toda la potencia que ofrece este «Tour Prometo 2018». Hay pasión y hay mucho cariño hacia un trabajo incesante, que no le ha hecho perder lo que le hace único, seguir provocándonos ese suspiro en el pecho y con cosquillas. Si alguien en estos tiempos es capaz de provocar toda esta felicidad, que venga eternamente con todas sus promesas y me seguiré alegrando si le sigo viendo sus sutilezas mágicas en todos los años que le quedan por recorrer en este mundo de la música.

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