LOS PERSONAJES QUE INTERPRETAMOS

Álex O´Doguerty al final de la función en el hall del Teatro Cervantes.
Álex O´Doguerty al final de la función en el hall del Teatro Cervantes.

Álex O´Dogherty se ganó por completo al público del Teatro Cervantes con su nuevo espectáculo, «El amor es pa ná». Con una interacción constante, momentos musicales y unos textos mordaces sobre nuestras diferentes relaciones afectivas y las decisiones que tomamos a lo largo de las mismas, mantuvo un interés y un ritmo frenético de diversión que hizo que los espectadores no decayeran en animar y aplaudir durante todo el tiempo de la obra.

Este cómico ha dado una lección de cómo tienes que realizar una carta de presentación hacia la gente. Curtido en muchas series de televisión y películas, lo cierto es que este gaditano de apellido igual de difícil de escribir que el mío, tiene un peso importante en su participación como maestro de ceremonias de «The Hole» que es el rol por el que le conoce la gran mayoría del público. ¿Cómo demuestras tu versatilidad y que quieres hacer más cosas encima de un escenario?. Escribiendo e interpretando un show como «El amor es pa ná».

Es la esencia de Álex O´Dogherty, ese creador de carcajadas imparable al que pillé de casualidad en una tarde de monólogos de Paramount Comedy donde empezaba a hablar de esos segundos que pasan de más, cuando quedas con tu pareja para hacer la llamada diaria y ya tu imaginación empieza a perjudicar tu juicio. Fue el primero que supo hacerme reír con esa realidad tan cercana, pero es que además tiene un sello propio e inconfundible que le hace ser uno de los grandes maestros en este género del humor. Imita con una gracia cuestionable, se pone en ese pellejo y situación como si la vivieras en ese mismo instante y, lo más impresionante, es que tiene una capacidad de improvisación capaz de darle juego a la propia estructura, que ya tiene planteada, pero añadiéndole una nueva vertiente más, que le hace ser un actor completamente divertido y que no le falta un ápice a la hora de aprovechar cualquier buena circunstancia para su beneficio.

Y tengo que resaltar la puesta en escena. Esos juguetitos que este intérprete de risas eternas, ya nos tenía acostumbrados con ese piano de innumerables cajones, donde saca elementos para el espectáculo, y que rescata en esta ocasión también para «El amor es pa ná» para ir dando vida a todo lo que quiere explicar sobre el primer amor, cuando nos dejan, el estar solos y querer buscar pareja y todos esos caminos románticos que se pueden tomar en cualquier momento de nuestras vidas. Y les aseguro que no se salta ningún paso.

Preside el escenario el corazón. El órgano que mueve todos los sentimientos que se plasman en este show y al que le acompañan diversos cachivaches que formarán parte de su narración, en momentos muy concretos, pero esa parte en la que se interaccionan denota ese gran trabajo previo, en el que Álex no quiere que su público se despiste en ningún momento y pueda ambientarse y tener conciencia de lo que está contando, en el mismo instante que esas piezas forman parte de su discurso.

Son muchos los micrófonos que utiliza en su parte más musical, que para muchos nos es muy conocida, incluso por las propias canciones que hace, pero el que preside la función es un corazón que se sitúa perfectamente donde tenemos el nuestro y al que, constantemente, le pega puñaladas que ponen de manifiesto esos caminos y opciones que vamos escogiendo a lo largo de nuestro recorrido vital. Un gran acierto más que original que supuso una de mis grandes sorpresas de «El amor es pa ná».

Y no me quiero olvidar del gran trabajo del gaditano, «de Cádiz, Cádiz», Javier Galiana al piano, jugando de esa misma forma que Álex hace en sus espectáculos cuando acude solo, pero que cuando esa complicidad se encuentra con un músico, el efecto cómico funciona a las mil maravillas y el dinamismo se acrecienta a medida que va interviniendo con el propio actor en sus idas y venidas sobre el amor.

Álex O´Doguerty al final de "El amor es pa ná" en el Teatro Cervantes
Álex O´Doguerty al final de «El amor es pa ná» en el Teatro Cervantes

¿Y el amor es pa ná?. Pues lo interesante de este tipo de shows es que la conclusión no tiene porqué ser única. De hecho, mi miedo era que se reflejara el «y fueron felices y comieron perdices», pero Álex O´Dogherty no me defraudó y habló también de la libertad individual que tenemos todos de decidir, por ejemplo, ser felices quedándonos solos. No juzgó ni promulgó una manera única en la que vivir nuestra aventura amorosa y, eso es lo más grande que puede ocurrir en el teatro. Hacerte ver que tu estás integrado con tus propias ideas, y que nadie te las tiene porqué cuestionar. Y, como bien también explicaba, nosotros somos los protagonistas y, por tanto, personajes de nuestra propia carrera artística vital, y es el día a día el que tiene que hacer montar nuestras propias escenas para disfrutar cada instante.

Mi propio personaje sintió todo el amor que el personaje de Álex O´Dogherty le transmitía y, además, su propia emoción. No se esperaba, para nada, esa respuesta tan firme y cariñosa del público malagueño y así, se le veía en sus ojos al salir a recibir los aplausos de su público. Mucho trabajo hay detrás de este «El amor es pa ná» y tengo la sensación que es la obra que ha querido escribir y hacer siempre. Así que el amor si es pa algo, es para tenérselo al teatro que hace Álex O´Dogherty.

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