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Dicen que «la nostalgia es un espejo que duplica lo vivido rescatando nuestro tiempo de las garras del olvido». Es lo que ocurre con este tipo de películas. La primera pregunta que uno se hace es ¿de verdad es necesario?. Ese recuerdo de una niñera que volaba con su paraguas con pico de pájaro que hablaba, y que nos recordaba la conveniencia de no ser impertinentes, lo tenemos los niños de nuestra generación como algo mágico que deseábamos que llegara a nuestras cosas. ¿Y ahora vamos a tener la misma sensación?.

Tengo que sincerarme que, evidentemente, no es lo mismo. Nunca podría serlo. Pero si uno retoma esos consejos de la querida Mary Poppins de dejarse llevar por su niñez, «todo es posible».

Yo me emocioné recordando y viviendo en mi piel todos esos momentos y detalles que necesitaba que aparecieran en la película, y lo hacían. Y especialmente ver a Mary Poppins de 2018. Es más moderna, más colorida, quizás como me indicaba alguna de las personas que estaban conmigo viendo la historia, es un pelín más dulce, las coreografías son más espectaculares (de ahí la mano del director, Rob Marshall que con «Chicago» ya nos deslumbraba con su visión más de espectáculo, y lo consigue con creces) y los efectos especiales también al contar con más recursos que los que había en la época, pero conserva esa espíritu de institutriz británica, que a la vez lo que quiere es arreglar los problemas de los niños que la necesitan.

Se puede disfrutar en familia porque es una película hecha para ello, se puede recuperar las vivencias y compartirlas con la generación de ahora, y si no indagan mucho por estas redes sociales que a veces destrozan las emociones, van a tener muchas muchas sorpresas. De esas por las que una servidora se levantó de la butaca más de una vez.

Si pretenden encontrar esa misma niñez, eso sí que no lo van a encontrar. El momento ya pasó, y hay que dar a paso a lo que llega, pero si ese recuerdo que logra volver a nuestra ternura y a lo que nos hacía imaginar que nuestra vida podía ser más feliz, junto con el el regreso de esta Mary Poppins con una Emily Blunt, que me parece totalmente respetuosa con su trabajo, y la gran idea de como han hilado lo ya creado con lo contemporáneo, es una magnífica opción para estas fechas navideñas. ¡Vamos, un, dos!

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