LA MORAL ES UN LASTRE PARA LOS NEGOCIOS

Todos somos inestables. Es algo que creo que los seres humanos podemos ser capaces de reconocer en diferentes aspectos de nuestra vida cotidiana. El título de esta función tan brillantemente creada por Carlos Zamarriego no puede ser más atractivo y acertado para su principal foco de atención, buscar tu propia inestabilidad.

En un espacio escenográfico de lo más acertado que he podido ver en mucho tiempo cuya practicidad funciona en todo el tiempo de representación, una mujer busca poder ascender en la empresa a la que le ha dedicado tantos años y debe ser evaluada para ello por un hombre conviviendo durante un fin de semana en un apartamento.

Hay grandes aciertos por los que «Inestables» logra ese maravilloso fin del teatro de hacerte reflexionar nada más levantarte del patio de butacas. Para mi el más fundamental son los diálogos que encima están genialmente interpretados por Juan Antonio Hidalgo y Marina Sánchez Vílchez. Hay una complicidad y generosidad entre ambos que permiten sacar la mejor inestabilidad de Gustavo Demir y Noelia Carvajal, respectivamente. Desde el principio el espectador va tomando partido y, a la vez, de lo que va escuchando y se van recriminando va cambiando su perspectiva en beneficio de la reflexión de lo que nosotros mismos haríamos en esa situación, es decir logra la propia inestabilidad del espectador durante la representación y eso es maravilloso.

Y de esas conversaciones, de esas miradas y sus propios actos sacamos distintas reflexiones, que unas nos resultan más cercanas que otras pero a la vez son reales dentro de lo que conocemos del mundo laboral. Plantearse a uno mismo si al final conviene ser buena persona, qué seríamos capaces de hacer por lo que creemos que nos merecemos e igualmente poner en una balanza la ética y el propio beneficio personal a la hora de tomar decisiones importantes.

Todo esto está perfectamente enmarcado en una escenografía que ayuda a diferenciar los espacios y que juega con la propia mecánica de la misma a destacar lo interesante de cada uno de los momentos de la función, una de los aspectos que gratamente me gustaron es cómo están preparadas las transiciones de los diferentes actos, no es simplemente un oscuro y pasamos a la siguiente escena, hay una intención de continuidad para no perder el ritmo y más que nada esa tensión constante y palpable que ayuda a ese disfrute hasta el final de «Inestables».

Y ya en cuestión personal, el único «pero» sería un comienzo con el juego de luces que no me cuadró con la propuesta que luego van marcando con más sentido. Posteriormente, hay un par de momentos que en el espectador se creaba una risa que no cuadraba con el hilo y el tono que estaban sucediendo pero también puede ser comprensible cuando se marca una relación de ficción al fin y al cabo, aunque expresen consideraciones que nos puedan parecer muy cercanas. Y el final aunque funciona, da también lugar a debate de cómo se podría haber propuesto. Es algo lógico igualmente después de ya conocer esa mentalidad y evolución de los personajes, que cada uno en nuestra cabeza ideemos lo que hubieran sido nuestras propias conclusiones.

Al salir del Teatro Echegaray, iba escuchando reacciones en las que ya el público se iba posicionando con qué veía más creíble o no o qué hubieran hecho en esa situación, creo que es la mejor respuesta para que un creador pueda sentirse orgulloso de su inestabilidad creada. Enhorabuena.

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