Crítica «Prima Facie» – Teatro Cervantes
ALGO TIENE QUE CAMBIAR EN EL JUEGO DE LA LEY Y DEL DERECHO
Soy una apasionada de los monólogos. En referencias tenemos en mente a los importantes artistas que se han servido de su voz, su cuerpo y el propio texto para defender con toda la desnudez posible estas historias a las que hemos puesto imágenes evolotivas sobre el discurso. Lola Herrera es obvio que entraría en esos recuerdos, Natalia Millán, Carlos Hipólito o una de las que más me llegó al alma que fue Miguel Rellán con «Novecento», pero lo que contemplé ayer por parte de Victoria Luego en «Prima Facie» en nuestro Teatro Cervantes, para mi hizo historia y además sanadora.
Un intérprete siempre personajes que le hagan salir de si mismos y ponerles su alma, pero en este caso la importancia por la que ese recorrido con la actriz fue de las experiencias más brutales que yo he vivido desde un patio de butacas, radica en la necesidad actual de hablar así sobre cómo el sistema jurídico no ampara ni protege a las víctimas de abusos sexuales. Y se plantea de la manera más inteligentísima que he podido captar en mi corazón para reflexionar después, puesto que el personaje de Tessa Ensler es una abogada defensora de violadores que, al principio de la representación, se jacta de como pone en jaque a estas mujeres para lograr simplemente ganar sus casos y tener triunfos para la empresa en la que trabaja, o como ella expresa «no llegar en segundo lugar para perder respeto y poder». La escalada emocional va posteriormente en su discurso cuando descubrimos que ella también se convierte en el otro lado de la moneda, y entiende por lo que ha hecho pasar a muchas mujeres que han sufrido la misma desgracia que ella. Es el propio espejo de su parlamento, el que nos hace a nosotros como público. Teatro dentro de teatro.
Pero además el proscenio y todo el patio de butacas se transforma en una gran macrosala de juicio donde Victoria Luengo nos interpela, nos pone como los ojos que la miran o cómo los personajes que necesita para seguir transmitiendo el discurso. La gran habilidad de la actriz radica en su generosidad y respeto a esta adaptación de Juan Carlos Fisher, que lo palpamos en su piel, recibimos su dolor y su vergüenza y por supuesto, aplaudimos su rabia por defender un sistema que le ha fallado, y que convierte en mensaje principal para ayudar a otras mujeres, que están a nuestra izquierda y a nuestra derecha, a que no pasen lo mismo que ella.
Para hablar de todos los aspectos se vale de esta base fundamental que es el texto y su interpretación, y una escenografía en perspectiva que, junto con elementos que va descubriendo en el interior más el juego de luces y músicas, nos marca la atmósfera exacta y concreta que necesitamos para seguir siendo guiados a los diferentes puntos que nos sirven para reconstruir todos los hechos, y que no se pierda ni el sentido ni el ritmo en ningún momento. Y hay otras dos claves importantes para este juego de la ley y del derecho de la función como son la utilización de las sombras que también aporta una dinámica de sorpresa muy interesante, y la propia jerga que la actriz va repitiendo para que los espectadores no pierdan el hilo pero igualmente para que no se pierda el foco en esos conceptos: instinto legal, saber contar la mejor versión de su cliente y no juzgar, convencer que es la víctima, sistema al que ha dedicado su vida, pura sangre, paz mental, perdida de fe en la ley, consistencia, credibilidad, detalles periféricos, herida corrosiva, dolor y terror en el cuerpo, ley agresión sexual, supuestos que tienen que cambiar, justicia que la trata como mentirosa y que no la han creído y sistema legal roto y fallido.
Victoria la lleva en su propio nombre. Es una voz y altavoz para quienes no hemos tenido referencias, y el propio argumento existente era callar por miedo, e incluso por propio desconocimiento a que se había sufrido una violación u otro tipo de abuso. Desde dentro, en esa labor de curranta admirable ha querido utilizar su labor profesional para poner el foco en este sistema que tiene que cambiar, y en llevarnos a muchas mujeres detrás para ser conscientes que esa lucha no puede frenar, y que existe un peligro judicial que tiene que ser diferente y que solo podemos lograrlo entre todos estando unidos. Para no llegar a ser un juez o un jurado displicente que contempla estos testimonios y cambia el canal o pasa la página porque no quiere implicarse en este problema tan grave que ha habido siempre, pero en el que se debe actuar en nuestra vida cotidiana. Y ya vamos tarde.
Cuando expreso que donde yo palpo si los actores y actrices llegan a lo máximo de su valía es en el teatro, Victoria Luengo se ha pasado de frenada. La he podido entrevistar en el Festival de Cine con «El sustituto» o victo en otras obras como «Principiantes», pero lo de anoche se pasaba el juego. Si crees en los proyectos como ella lo hace en este «Prima Facie», el teatro está a salvo al igual que la concienciación para estar alerta en este grave problema con las mujeres y que no caigamos en el olvido. Seguiremos rotas pero no callaremos. Una verdadera victoria, pero no solo para ella, si no también para mi por haber sido testigo de su brillante trabajo.
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