Crítica «Sorry we missed you»
Ken Loach es muy necesario. Se marca unos peliculones de los que hacen bajarte a la realidad y de manera directa decir: ¡actúa!. No te quedes quieto ante las desigualdades de nuestro día a día, y no utiliza la demagogia ni se anda con rodeos.
Fui a ver este gran trabajo del realizador británico el mismo día del debate electoral. Y creo que fue la mejor decisión que tuve. Me mentían y veía un paisaje ficcionado en la televisión, y en la gran pantalla me encontré la realidad. La de tantas familias que pensaron que su camino de vida estaba construido y se encontraron con las dificultades de crisis y mafiosos que pueblan el panorama mundial, porque lo más interesante que tiene el gran Ken Loach es que los dramas son los tuyos y los míos, quítale los porcentajes o sustitúyelos por diferentes leyes laborales, pero llegar a casa sin poder estar pendiente de tu familia, explotado al máximo y haciendo todos los esfuerzos del mundo por vivir el día a día, sin pensar en poder obtener siquiera calidad que sería algo también merecido por todos, a todos estos matices les ponemos nombres y apellidos en nuestro propio ambiente.
Me sentí fatal porque en la primera escena vamos al grano de la cuestión escuchando las condiciones laborales del padre protagonista, y mientras prestaba atención pensaba «bueno es una oportunidad», «suerte a su edad que ha podido encontrar eso» y también «tampoco es para tanto estar tantas horas si al final puedes tener el dinero en casa». Estos pensamientos son los que nos han llevado el sistema. Y me sentí horrible por pensar en mis adentros que eso era lo normal, porque Ken Loach luego te muestra la crueldad de estar sometido a esas condiciones, y entonces el corazón se te esconde en tus adentros y estás fatal porque se te pase por la cabeza que eso es ya nuestra cotidianidad. Que ni siquiera te percatas que la madre protagonista hace horas extras como asistente de enfermos en casa y nadie se las paga, que tiene que hacer esos trayectos sin coche porque lo han tenido que vender para que el padre tenga el vehículo adecuado que le permita hacer su trabajo, un trabajo éste último donde no puede faltar ningún día y debe buscar sustituto si eso sucede, pase lo que pase y ya el maestro Loach pone buenos ejemplos palpables para que te sobrecojas de hasta qué extremo llegamos para conservar un puesto de trabajo.
Son de esas películas que duran desafortunadamente poco tiempo en cartelera porque a nadie le apetece ver esas situaciones que reconocemos sin problema. Pero aquí creo que entra más el factor de los tiempos actuales donde para mí es más que necesario que se creen tramas como ésta, buscando actores que bordan cada uno de los roles que saludamos cuando nos despertamos por la mañana y nos acostamos reventados de trabajar a la noche, los adolescentes también tienen una gran labor en la respuesta a esas carencias afectivas por las circunstancias vitales, y además lo reflejan de lujo en diversos aspectos que son los más evidentes cuando no tienes al progenitor para marcarte los límites o simplemente buscan llamar su atención.
En malos tiempos para la lírica, que vivan la mente y la intencionalidad siempre precisa e indispensable de Ken Loach.
Deja un comentario