MUCH LOVE

Hace 3 años fui feliz de poder disfrutar de mi voz susurrada favorita en un concierto que nunca pensábamos ni que se pudiera celebrar por todos los acontecimientos que la pandemia iba provocando. Y este pasado sábado, Diana Krall volvió a sorprenderme con un directo tan especial y personal, que sigo cerciorándome que me encuentro ante una de las mejores artistas del mundo, acompañada por sus increíbles músicos, que incluso creo que se lo pasaron mejor que la anterior vez. Ellos son Karriem Riggins (batería), Robert Hurst (bajo) y la novedad era el bajista Anthony Wilson, un descubrimiento de saber hacer y dar al máximo todo de su talento en cada tema con una complicidad con la artista absolutamente sublime.

«Much love» fue una expresión que se utilizó recurrentemente durante todo el concierto, y es algo que siempre ha caracterizado los álbumes de la cantante. Tengo que decir que ante algunas crónicas que he leído sobre la seriedad de Diana Krall, creo que detrás de esa consideración hay muchas desinformación sobre lo que significa este estilo de música, y cómo es el comportamiento del público ante un evento de estas características. Lo digo también porque una parte del público marbellí esperaba canciones conocidas, y no es el caso de lo que se iba a presentar en este auditorio tan singular, si no que Krall lleva un sello de identidad y una elegancia en todo lo que emprende y transmite, que no necesita ni explicar todas las canciones que canta, ni soltar discursos baratos para ganarse al público, ella sola se lo gana con su respeto y la forma de expresar sus ideas en canciones y armonías.

Tardó solo 10 minutos en salir de lo previsto con un vestido de manga larga con un estampado espectacular, y me encantaba que cuando sus luces directas se apagaban, se maquillaba con rapidez los labios para estar tan guapa como reflejaba durante todo el show. Empieza sola al piano con «It could happen to you» de Chet Baker, y la siento con más madurez todavía, y la canción gana en calidad posteriormente con sus músicos. Aquí ya comienzo a contagiarme de la risa de Anthony Wilson, y a deleitarme con ese cuidado en esa parte más instrumental.

1659381943255En la siguiente, «All or nothing at all» que también incluyó en su anterior vez en Starlite, comienza el bajo que baila perfectamente con el contrabajo haciendo esos silencios perfectos en la melodía, se va ralentizando luego la canción y dando luego más rienda suelta a esa incorporación de todos sincronizados a la perfección, para finalmente que la protagonista de la noche haga del piano su mejor compañía para todo el público. En esta segunda vez he captado sus tics más característicos: los ojos cerrados, levantar los hombros e ir inclinando en ocasiones la cabeza. Y vaya lujo de finales nada más empezar esta gran noche.

Posteriormente «Let´s fall in love», temática en amor constante como os decía, y la artista mira en esta ocasión más hacia el público y hace el gesto que más me gusta admirarla que es cogiendo el micrófono del piano a dos manos. Después vamos con uno de los momentos más top con otra vieja amiga que ya interpretó en la anterior ocasión que es el «Under my skin». El ritmo se apodera de una manera más alocada para aterrizar en «Devil may care», y aluciné de lo rápido que Diana Kral podía llegar a cantar. Y vaya solo de batería increíble se marca Karriem Riggins en este tema.

En uno de esos finales de canción que parece que se acaba para luego retomar nos encontramos con «You call it madness» que surgió hasta mucho mejor que cuando vino en 2019, versiona a Tom Waitts y Katherine Brennan con «Hold on», y éste es el ecuador del concierto que nos lleva al clásico «Better than anything», a continuación «Exactly like you» con un «muchas gracias» que nos regala a toda la gente que esperábamos volver a escucharla desde el patio de butacas, y que daba lugar a morir de amor con esas frases alargadas y ella sola al piano para hacer algo mágico con «I don´t know enought about you». Otro de los instantes para el recuerdo es su versión del conocidísimo «Cheek to cheek», que el contrabajo tocando cada vez más lento de Robert Hurst hace aún más grandiosa esta famosa canción y nos agradece nuevamente a la «lovely audience» de Starlite que estemos allí presentes con ella.

Y en las «propinas» antes de despedirse tenemos «How deep is the ocean» que es algo brutal de sentir, «Simple twist of fate» que me hizo teletransportarme a una película de ensueño y la culminación perfecta con «The look of love». Como os recalco, el resumen es mucho love en el que espero que mi próxima escucha sea en algo íntimo donde me pueda enamorar más de su música.

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