A LA LUNA SE LE VE EL OMBLIGO DE MÁLAGA

Poli Climent, Javier Alzola, Fito y Carlos Raya
Poli Climent, Javier Alzola, Fito y Carlos Raya. Al fondo, Daniel Griffin a la batería.

Entre las ciudades elegidas por el artista bilbaíno para celebrar con todos sus seguidores su 20 cumpleaños de carrera estaba nuestra Málaga, que en el día de ayer parece que hizo todos los preparativos posibles para acoger con todo el cariño que Fito se merece, entre ellos, que el concierto estuviera presidido por una luna increíble que anticipaba el gran abanico de emociones que viviríamos con el artista durante todo el evento.

Me causa especial curiosidad la coincidencia de muchos artistas de querer comenzar sus conciertos en estas giras con una película que haga de presentación, para luego ya aparecer todos los músicos en pista y empezar los acordes de «Mientras me aguanten los huesos», toda una declaración de intenciones de todos estos años de poesía musical con su voz tan única, y acompañado de talentos tan imprescindibles de su carrera. Y hay algo que no voy a poder evitar en esta crónica y es hablarles a todos de «don», porque lo que entregaron ayer cada uno de ellos, lo merece y con creces. Don Daniel Griffin a la batería, Don Poli Climent al bajo, Don Javier Alzola al saxo y Don Carlos Raya a la guitarra,

Aficionada que consiguió la púa de Fito durante el concierto.
Aficionada que consiguió la púa de Fito durante el concierto.

De aquí continuamos a «Un buen castigo», donde una aficionada se pudo llevar una de las muchas puas que el cantante regala a lo largo del show y la verdad es que reflejaba el gran entusiasmo y ganas que tenían tantísimos aficionados por volver a escuchar a su rockero de camisetas y txapelas que copaban todo el Auditorio Municipal Cortijo de Torres. Lo más enriquecedor era contemplar a tantas familias ataviadas con la misma indumentaria de la banda, de diferentes edades y todos bailando y cantando cada una de estas delicias musicales, que se han convertido en himnos particulares de las bandas sonoras de sus vidas.

En el momento que el propio Fito habla con su público ya les confirma que se van a dejar la puta voz en el escenario, y así lo demuestran nuevamente con un clásico, «Por la boca vive el pez». Agradecidas les seguimos estando las chicas con ojos del color de la coca cola por crearnos este tema. Y de aquí en adelante, la emoción sigue subiendo con la maravillosa «Me equivocaría otra vez», y vuelvo a posicionarme en que es de las mejores composiciones que se han hecho en nuestro país y siempre el propio artista la interpreta con su voz de una manera muy especial, para seguir con «Quiero beber hasta perder el control», «Lo que sobra de mí», «Donde todo empieza» o «Todo a cien».

Con la estética esperada de una banda de rock con tanta trayectoria, era de destacar el juego de luces para ayudar a sentir las canciones más dinámicas y a crear ese ambiente más íntimo en las más melódicas. Un vaivén que se iba produciendo en todo el concierto, además de una de las características que más han funcionando en estos 20 años de la formación, como son las modificaciones de tiempo. De menos a más, de empezar con pocos arreglos a acabar como un fin de fiesta. En la tónica general de todo lo que pudimos sentir en este espectáculo, presiden los comienzos de saxo, con un conjunción maravillosa de don Javier Alzola y don Carlos Raya, con unas culminaciones apoteósicas en reiteradas ocasiones de don Daniel Griffin. Así notamos «Garabatos».

Carlos Raya
Carlos Raya

A continuación, invita a su músico acompañante de esta aventura que es Muchachito y su característica guitarra y sonido con los que interpretan «Yo no soy Bo Diddley» y una del propio Jairo como es «Me tienes frito». Es de resaltar en la misma medida tanto la generosidad de Fito a la hora de valorar a un artistazo como es Muchachito, como esa complicidad en la que siempre logra que quién se suba al escenario con él esté de buen rollo. No se les escapa la sonrisa de estar a tope y disfrutando de este directo de todos los músicos en ningún instante. ¡Mamma mía!, resalta el propio Fito destacando la gran labor de Jairo y la oportunidad de reencontrarse con más amigos como es, en esta ocasión, con «Los Zigarros» con los que también comparte unos momentos de intensidad brutales, y un juego de voces muy interesante en esa canción con la que no se puede parar de brincar como es «Deltoya», y otra no menos floja como es «Dentro de la ley», de la propia banda valenciana.

Ante este ritmo de show expresa Fito, «un poco mayor y me mata» e incita de nuevo a sus fitipaldis a «joderse la puta garganta» para regalarnos esa maravilla que suena en directo como es «Entre la espada y la pared», el logo de fondo resalta precioso con la melodía de fondo. Y como resaltaba es una ola de emociones que de la tranquilidad nos pasa al desasosiego adictivo con «Tarde o temprano», y no para de correr a ambos lados para acercar el micrófono al público y que les acompañen con sus coros. Es una gran ocasión también para deleitarse con esa parte más intrumental de Fito y Fitipaldis que es una auténtica gozada.

Fito
Fito

De aquí a final de concierto, la adrenalina se dispara con todo lo que queda por delante. «La casa por el tejado», esa canción abanderada de tantas historias personales que recibió la complicidad del público enseguida, eso hace que el propio Fito reconozca que se quiera empadronar en nuestra tierra para proseguir con «Antes de que cuente diez». Hace la primera pausa haciéndose de rogar en su reaparición y provoca el que se queda como el mejor instante del concierto al tocar solo con su guitarra una maravilla como «Rojitas las orejas». Cuanto amor por su trabajo y por tantos momentos felices que está viviendo el bilbaíno, se refleja en todos los detalles de este tema. Y tiempo también para la canción más esperada de toda la noche como es «Soldadito marinero». Nadie se quedó en silencio y el coro de todas las personas que llenaron el recinto era sorprendente. Por cierto qué fuerza en ese segundo estribillo, parecía que Fito se dejaba todo el alma en ese micrófono.

Y nuevamente se hace esperar para salir a tope con «Entre dos mares», aprovechando para agradecer al público que la música tenga sentido por su culpa y anunciado ya el culmen de toda esta experiencia tan rockeramente brutal con «Acabo de llegar», que protagonizó una especie de duelo a los western entre la guitarra de Don Carlos Raya y el saxo de Don Javier Alzola, a ambos lados del escenario y picándose en armonías constantemente. Un regalazo para los asistentes que sintieron esa calidad asombrosa y se demostró el gran nivel al que se puede alcanzar para emocionar a todos los que estábamos allí. Todos los músicos e invitados se pusieron en el centro del escenario y Fito tuvo su sello de firmar la cámara donde pudimos ver en las pantallas todo lo que iba sucediendo. Y sólo esperamos que todas estas sensaciones, las pueda presidir de nuevo una luna para Fito y Fitipaldis dentro de poco. ¡Por muchos 20 años mas!.

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