POR LAS VÍAS REJUVENECEDORAS DE SERGIO DALMA

Sergio Dalma. Fotografía de Carlos Freire.
Sergio Dalma. Fotografía de Carlos Freire.

Nunca me podía imaginar qué podía llegar a descubrir cual es el elixir de la juventud. Se llama música y ayer Sergio Dalma era la fórmula para que personas de muy diferentes edades, decidieran en reiterados momentos del concierto que ofreció en el Palacio de Ferias y Congresos de Málaga, levantarse de los protocolarios asientos y bailar de una forma exultante durante buena parte de las canciones del artista catalán. Algunos de estos seguidores se acompañaban de diferentes camisetas que rezaban profundo amor al cantante, o en otras ocasiones se acompañaban de pancartas que recibían en muchos momentos del show, la aprobación y gratitud del intérprete.

Lo que ayer viví en esta vía Dalma que emprende de esta nueva etapa, es precisamente otra condición en la que afrontar su característica balada italiana, y es que Sergio Dalma no simplemente salió a cantar esos grandes éxitos esperados, lo hizo dentro de la estructura de una historia y con la complicidad constante de sus músicos, Giorgo D´Amico a la guitarra y voz, Javi Arpa, guitarra y voz, José Vera al bajo, Cristian Constantin a la batería, Alicia Araque a la voz y percusión y Miguel Ángel Collado al piano, teclados y como director musical.

Empezamos con la propia voz del baterista dando paso a una generación que Sergio Dalma pretende recuperar, la de la tranquilidad sentadas al lado de la radio que presidía las casas en una época pasada, no es una intención añeja, es simplemente rendir homenaje a esas canciones que formaron parte de la banda sonora de las personas que decidieron acompañar ayer al artista en Málaga. Un sosiego muy necesario en estos tiempos y que pudo percibirse desde el arranque del concierto con «Toda la vida», quizá una proclama del estilo y trabajo que este artista ha venido realizando en estos años en el mundo de la música.

Sergio Dalma. Fotografía de Carlos Freire.
Sergio Dalma. Fotografía de Carlos Freire.

El acto de presencia del cantante con el que el público empezó a revolucionarse y proclamar todo tipo de cariño hacia él se produce en el centro del escenario con algo que va a ser muy característico en el concierto, un juego de luces impecable y perfecto para cada ocasión que nos esperaba en adelante. Sergio Dalma aparece con pantalón y chaleco a rayas, y unos curiosos detalles de los botones en blanco y rojo. Un ejemplo nuevamente de elegancia musical que satisfizo con mucha pasión a muchas de las seguidoras desde sus asientos.

De aquí pasamos a la balada. Va a ser una constante durante todo el evento, canciones más alegres integradas con melódicas donde la interpretación copa un plano más importante que el propio arreglo del tema en directo. En esta ocasión interpreta «Necesito un amigo», y aquí volvemos a descubrir la esencia propia del protagonista de esta vía de emociones, su desgarro en la voz con los ojos cerrados y ladeando la cabeza, el balanceo de su cuerpo y sus gestos de cercanía con el público. A continuación, turno de «Sólo tú», donde es impresionante contemplar cómo se deja llevar por los pegadas de percusión y guitarra, que le hacen tener una complicidad muy especial de ver con sus músicos.

Tras la presentación oficial con su público de Málaga, unas luces maravillosas moradas y azules presiden que podamos escuchar «Mía», posteriormente es el turno de ambientar con luces rojas y blancas para el momentazo de una de sus versiones más queridas como es «Te amo», no abre los ojos en ningún momento en algo que va a ser habitual durante todo el show y es utilizar todos los espacios escénicos posibles para interpretar «Bella sin alma» donde empieza a producir esos finales vocalmente intensos, y continúa con otra canción muy querida como es «El mundo» donde ya empieza a levantar con más entusiasmo al público que le empieza a regalar las primeras flores a Sergio Dalma, a las que él agradece con un cariñoso «obrigado».

Sergio Dalma. Fotografía de Carlos Freire.
Sergio Dalma. Fotografía de Carlos Freire.

Y como os adelantaba, de esta parte más sensible e íntima pasamos a más movimiento con uno de esos temas a los que es muy difícil resistirse como es «Tú», y la gente así lo siente igualmente provocando esa sonrisa que no desaparece del propio artista, que agradece con un exquisito «Grazie mile» a ese cariño. Hay que volver a esa parte tierna con esa farola en la escenografía presidiendo ese clásico «Sábado a la tarde», que canta de una manera sublime junto a Alicia Araque, por cierto que detalle tan sutil ese «scusa» en italiano que se marca el propio Dalma. Proseguimos con «Yo que no vivo sin ti», con un «te quiero» eterno de esos que te deslumbras por la potencia vocal a la que puede llegar un cantante cuando se encuentra a gusto en el escenario. Unos arreglos más propios del reggae son la consecuencia para escuchar «Volare» que resulta deliciosa para seguir animando el show, y da paso a la que el protagonista de la noche considera que es su canción favorita que es «Amores», donde se puede contemplar la que para mí es la mejor luz del concierto y su mejor interpretación.

Hace falta energía, y Sergio Dalma expresa que este sábado huele a verano y salta un «one, two, three, four» que da paso a «Este amor no se toca», y el ímpetu de este ritmo no cesa con «Será porque te amo» donde ya baila con Giorgio D´Amico y Javi Parra en el centro del escenario. Hace falta ya balada, pero protagonizada en esta ocasión por Alicia Araque que arranca con un imprescindible en su voz tan personal como es «Sólo para ti», ese falsete que hace al final del tema con su boca torcida es un auténtico lujazo y las sorpresas no cesan porque es el instante de la canción que dio a conocer a este artista de tanta clase de Sabadell como es «Esta chica es mía». No tiene nada que ver con la versión con la que le conocimos, y la nueva propuesta es simplemente brillante. Un regalo emocionarse con ella en directo. «Bailar pegados» no podía faltar, ni tampoco que el público decidiera bailar al son del nuevo arreglo que propone la banda.

Sergio Dalma. Fotografía de Carlos Freire
Sergio Dalma. Fotografía de Carlos Freire

Ocasión para lo que fue un auténtico asombro para mí. Hubo un disco que sacó con canciones propias y sin versiones, que para mi era un auténtica delicia de letra y pensando en un show de estas características pues puedes pensar en las versiones que tiene que cantar, sí o sí, o sus grandes éxitos, pero no que se decidiera por esos álbumes por los que ya ha pasado cierto tiempo. Y ese detalle que fue muy personal, y me llegó a ese corazón que se derrite cuando algo le deleita, fue que sonaran las primeras estrofas de «A buena hora». Vaya cambio de ritmo en la canción, vaya interpretación sin coger el micro y vaya intensidad tan maravillosa. Fue mi momento del concierto, sin duda.

Decide aparecer asombrosamente en medio del público y que suene «Tú y yo», los flashes y vídeos como es evidente no cesan y la gente se vuelve loca por estar cerca del artista, y regresa al escenario para presentar de una manera muy cercana y tranquila a sus músicos mostrando sus fotos y sus nombres en las pantallas y cantar algo más alegre como es «Recuerdo crónico», echaba de menos esos tarareos con tanta fuerza que hace Sergio Dalma y los escucho por fin en «La buena suerte», y creyendo que el colofón estaba por venir con la fuerza que desprende con «La vida empieza hoy» donde toda la formación se pone en el centro logrando levantar a todo el público asistente.

Pero quedaba «Gloria» y parece que supone el «hasta siempre». No es así. Las propinas se originan con ambas guitarras en el centro con Sergio Dalma para despuntar con «Morir de amores», disfrutando otra vez de unos coros impresionantes con Alicia Araque, avanzan con una visualización de la tierra y la luna que preludía el momento «Yo no te pido la luna», para concluir finalmente con ese tinder de los 90 llamado «Galilea», que tiene ya esa memorable conclusión del artista donde ya nos sentíamos completamente exhaustos de todo lo vivido.

Hay que recetar el poder caminar el tiempo que se requiera por estas calles de «Vía Dalma», ya que pude ver un rejuvenecimiento exquisito donde constantemente su público pudo estar «arrugado de tanto sonreír». Hasta tu próxima visita por nuestras calles, querido Sergio Dalma.

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