«DISFRUTANDO» DE ESTA CRÍTICA

Me ha encantado reírme de esta manera en «Los asquerosos». El que conozca la literatura de Santiago Lorenzo sabe la doble vuelta y los crucigramas de palabras que utiliza para explicar su visión de la vida, y que ha debido resultar un profundo aprendizaje de texto para los maravillosos, Miguel Rellán y Secun de la Rosa, que confeccionan a su medida a dos personajes entrañables con los que no se puede parar de reír en esta función.

Y no estoy hablando de una comedia al uso, porque dentro de la parte más trágica de lo que le sucede a tío y sobrino en la obra, se encuentra una manera de explicar esa realidad con la que no puedes evitar esbozar una sonrisa. Y eso me recalca aún más, que la capacidad de conseguir esto es mucho más complicado que emocionar en un drama. Y el gran trabajo en esa adaptación de Jordi Galcerán y Jaume Buixó, más la dirección de David Serrano logran que el espectador no quiera perder un ápice del hilo de la trama que parece sacada de un cuento pero para adultos, donde ambos actores son narradores maravillosos, no sabéis lo que me alegra recuperar aunque sea un poco al Miguel Rellán de «Novecento» que me cautivó tanto, que nos hacen querer estar pendiente de todo lo que sucede en Madrid y ese lugar ficticio pero al que cualquiera le puede poner un nombre real que es Zarzahuriel.

Muchas veces al hablar de la parte que más me gusta de la cultura utilizo esa expresión de Unamuno de «desconectar del mundanal ruido». Y eso es precisamente lo que le pasa a Manuel, que interpreta genialmente Secun de la Rosa. La excusa entra dentro de ese mundo loco surrealista de querer huir de la capital por un percance importante con las autoridades, y junto con su tío urden un plan para que pueda escapar a un lugar donde no le descubran. En ese rincón perdido del mundo encuentra la paz y su propia identidad.

Y todo esto nos hace pensar. ¿Nos educan para tener que vivir en una sociedad que altera nuestro día a día?. ¿Por qué me tiene que parecer extraño que una persona quiera vivir sola sin tener ningún tipo de contacto con el mundo exterior o con su familia cercana. ¿Nos enseñan solamente a querer compartir todo lo que hacemos en nuestra vida?. Porque mientras va discurriendo el relato, todos pensamos en que es de locos que el protagonista quiera llegar a sus conclusiones, porque lo «normal» es que se quiera «disfrutar» con la familia y los amigos. Y la razón es que es lo que conocemos y lo que nos han enseñado, así que poner todo esto en cuestión y empatizar con quién quiere apaciguarse solo con el silencio y con la soledad, es lo que más me gusta de «Los asquerosos».

En esta función no se juzga, simplemente se traslada esta historia dentro de lo que a cada uno le pueda parecer particularmente en su pensamiento y estar más conforme o no. Pero lo más importante es poner en cuestión que alguien no se quiera adaptar al mundo moderno, a la gente hablando a voces, los lloros de los niños, la música actual o el ritmo frenético al que nos movemos en la actualidad. Bravo por el planteamiento.

La escenografía de Alessio Meloni y cómo juegan con ella durante toda la representación es de un acierto tremendo. Es otro narrador más, que facilitan el entendimiento de los espacios o complementan la historia que van contando ambos personajes. Pero es que además me recordaban a esas puestas en escena que de pequeña me encantaban de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, donde un cajón también es una ventana o una puerta por detrás es un arco de enamorados, aquí es como un juguete constante que quieres seguir descubriendo porque además no despista de lo que es la trama principal, si no que es un soporte dinámico extraordinario para ayudar a la comprensión de todo lo absurdo tan real que se va sucediendo en cada una de las escenas.

Es un gran trabajo que te hagan pensar de esta manera, que tengas esa sensación rara de no saber qué te han contado o dónde te han metido, pero que permite plantearte otras formas de vida o tener otros pensamientos que pueden encajar por cómo te encuentras tú en determinados momentos, y por poder disfrutar de esta pareja de actores que realizan esta comedia brillante. Un disfrute, aunque sea un término de este momento neorrealista actual que utilizamos mucha «mochufa».

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