Crítica «Jone, a veces» – 28 Festival Cine Málaga
REGGAETON MEDICINAL
Otra realizadora acierta con su trabajo en esta 28 edición y nos estamos acostumbrando a lo muy muy bueno. Se trata de Sara Fontava y su ópera prima «Jone, a veces» donde vemos el despertar sexual y emocional de una adolescente sin artificios ni dramas excesivos, una pura verdad de una realidad difícil que se encuentra en casa pero que puede afrontar mientras la protagonista hace su vida normal. El germen de este proyecto proviene de un programa de la Escac, y de ahí la realizadora encuentra unos diarios de su padre donde empieza a crear desde lo que lee y lo que él escribió. Y además tiene otra cosa bien clara que es un acierto en la película como es rodar durante las fiestas de la semana grande de Bilbao.
En esta película descubrimos también como debutante a Olaia Aguayo, un actriz que decidió jugar dejándose llevar sin preguntar demasiado y lanzándose hacia todas las proposiciones que se le ofrecían, así que se puede molder un personaje con tanta fuerza, y que tiene tantos matices que es muy potente de llevar el paso de toda la trama.
Uno de las características destacadas es el tratamiento de la luz, especialmente en las escenas más íntimas. Hay una labora cuidadosa que se ve reflejada perfectamente en unos resultados de pura atracción al espectador.
La película narra la vida de Jone que debe convertirse en cabeza de familia tras saber que padre está diagnósticado de parkinson, esa circunstancia no condiciona que siga viviendo su propia vida y completando su propio mundo, pero sin eludir las responsabilidades de casa. Convive también con su hermana pequeña con la que el espectador puede revivir esas típicas charlas entre hermana mayor y pequeña, y en el caso del padre, esa seguridad de querer hacer cosas de forma autónoma sin pedir ayuda. Ella tiene que lidiar con todo eso y en la historia se detalla cómo construye esa propia realidad en la que vive todos los días. Todos los personajes tienen el condicionante de no comunicarse por un pequeño trauma del pasado, pero orgánicamente logran entenderse siendo el amor la fuerza más importante para conservar su familia.
Josean Bengoetxea explica en rueda de prensa que se acercó en su proceso de crear al personaje, precisamente a personas que estaban relacionadas con la enfermedad. Iba haciendo ensayos de prueba y error, hasta que el resultado es la mangífica interpretación que vemos en «Jone, a veces».
Un film cuya premisa en todo el trabajo en conjunto es que el azar y el caos eran bienvenidos. Y si bien es cierto que son herramientas que van a favor de esa frescura y versatilidad de la trama principal, y que seguramente nos regalaran más visiones sociales interesantes a las que poner la lupa encima. Una generación más que trabajadora, con ganas de crear cosas nuevas y que da esperanza a un cine español que en esta edición no está defraudando absolutamente nada. Entre otros aspectos, sin dar lecciones acerca de la responsabilidad de los cuidados pero sí poniendo el tema sobre las palestra. Postura realmente acertada
Y plantea dos interesantes preguntas:
¿Te crees que lo sabías todo?
¿Que lo tenías todo bajo control?
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